Galicia dice adiós definitivamente al carbón

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

ECONOMÍA

JOSE PARDO

Tras nueve meses de incertidumbre, Endesa ha presentado la solicitud de cierre de la térmica pontesa y anuncia que invertirá 1.580 millones en instalar 1.505 megavatios eólicos

27 dic 2019 . Actualizado a las 20:48 h.

Es una decisión que califica de «inevitable». En los últimos meses había ido preparando el terreno. Y este viernes llegó la confirmación de una noticia que, aunque esperada, era la más temida en As Pontes. Endesa presentó la solicitud de cierre de su central térmica gallega, condenada al desmantelamiento por el encarecimiento de los precios de adquisición de los derechos de CO2 y por su falta de competitividad frente a otras fuentes generadoras de energía, como el gas. El director territorial de la compañía en el noroeste, Miguel Temboury, aseguró que se trata de una medida «coherente con la política energética nacional y con el compromiso de alcanzar un mix de generación descarbonizado dentro de la lucha contra el cambio climático». Para suavizar el golpe, anunció la presentación de un plan de acompañamiento para la zona, denominado Plan Futur-e, destinado «a atenuar el impacto que el cese de la actividad pueda tener en la comarca». Con ese objetivo, la eléctrica anuncia una campaña internacional para la búsqueda de proyectos para el emplazamiento pontés.

Endesa cesará la producción con carbón para realizarla con fuentes renovables y, si materializa sus planes para los próximos seis años, sustituirá el mineral por la fuerza del viento para generar electricidad. Anuncia una inversión de 1.580 millones de euros y dice que sostendrá en ese período 7.500 puestos de trabajo. Será durante la fase de construcción de los parques. La cifra se queda en 125 durante la operación y el mantenimiento de las instalaciones.

«Endesa ha venido trabajando en los últimos meses en probar diversas alternativas de combustión con mezcla de carbón y de distintos materiales de biomasa que no han arrojado resultados satisfactorios ni desde el punto de vista técnico, ni medioambiental ,ni económico. No obstante, continuará haciendo pruebas y, en el caso en el que se identifique una viabilidad parcial o total de la central, Endesa se reserva el derecho de desistir de la actual solicitud de cierre», afirmó Miguel Temboury.

 

 

La tramitación del fin de la instalación se desarrollará durante los próximos 18 meses, y durante este período la central consumirá el carbón que tiene almacenado en sus instalaciones, que suma alrededor de 880.000 toneladas.

La eléctrica garantiza el empleo a los 174 trabajadores directos de la planta y anuncia que abrirá un proceso de recolocación y medidas formativas para mejorar su capacitación técnica. Su plantilla intervendrá en las labores de desmantelamiento de las instalaciones y en el mantenimiento de los futuros parques renovables.

Además, asegura que priorizará la contratación de los trabajadores de sus empresas auxiliares para ambos cometidos.

El desmantelamiento

Desmantelar la térmica llevará alrededor de cuatro años. El desmontaje se iniciará en el 2022 y esta tarea generará ocupación para 130 empleados directos, aunque habrá puntas de actividad en las que se llegará a los 200.

La central finaliza así un año en el que ha vivido las dos caras de la misma moneda. Arrancó con el proceso de transformación de sus instalaciones a toda marcha, un proyecto en el que la eléctrica invirtió 217 millones de euros, con el objetivo de alargar la vida útil de las instalaciones y reducir drásticamente sus emisiones contaminantes. Sin embargo, en marzo llegó el parón, dando un vuelco completo a la situación. Lo que parecía una circunstancia coyuntural acabó convirtiéndose en estructural, y cierra el ejercicio habiendo acumulado prácticamente nueve meses de paralización y con una fecha ya fijada para la bajada de la persiana.

Aunque a principios del verano la eléctrica comenzó a realizar distintas pruebas para rebajar los costes de generación -fundamentalmente usar menos carbón, ya que para ello tiene que pagar derechos de emisión, cuyo precio ha pasado en solo un año de 16 a 25 euros por tonelada-, mezclando el mineral con otros biocombustibles, en septiembre comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CMNV) que iniciaba el fin de su producción con carbón en Galicia, que eufemísticamente bautizó como discontinuidad en la producción de la central pontesa. Desde entonces, solo ha operado en contadas ocasiones, para llevar a cabo las evaluaciones y por restricciones del grupo de gas que funciona a escasos metros.

Dos plantas paradas

A finales de noviembre actualizó su plan estratégico y ya fijó el fin de la térmica para el 2022. Este viernes, pulsó oficialmente el botón del cronómetro del cierre. Galicia ya tiene dibujado su escenario sin carbón, ya que la otra central que operaba en la comunidad, la de Naturgy en Meirama, tiene la autorización oficial para cerrar, tras haber permanecido paralizada durante meses, por idénticos motivos que la pontesa.

Ocho décadas de producción en una villa de vocación energética

As Pontes fue durante mucho tiempo el centro generador de energía más importante del país, ya que a los 1.468 megavatios de su central de carbón se sumaron posteriormente los 800 de la de ciclo combinado. Con la clausura de la térmica, perderá esa condición, ya que la intención de Endesa es la de sustituir los megavatios de su central de mineral por otros renovables, que se producirán en parques eólicos instalados en la comunidad, pero todavía sin concretar el emplazamiento. Sí se sabe, no obstante, que 165 de los 1.505 megavatios limpios que prevé producir en territorio gallego entre el 2020 y el 2026 ya tienen confirmados su conexión, cuya instalación requerirá de una inversión estimada de 173 millones de euros y una creación de 825 empleos directos.

Con la clausura de la actividad en la central térmica se pondrá fin a ocho décadas de actividad en As Pontes. En la década de los cuarenta, la Empresa Nacional Calvo Sotelo, creada por el Instituto Nacional de Industria (INI), construyó una planta de 32 megavatios y un complejo carboquímico, que se alimentaba del yacimiento a cielo abierto de lignito pardo.

Desde el 72, de Endesa

El 4 de febrero de 1972, por acuerdo del Consejo de Ministros, los activos mineros y eléctricos pasaron a Endesa, que fue la que construyó la central de 1.400 megavatios y modernizó la explotación de la mina, de la que llegó a extraer doce millones de toneladas de carbón al año.

La sucesivas normativas ambientales impulsaron las tres grandes transformaciones a las que fue sometida la central. Entre 1993 y 1995, la térmica fue adaptada para quemar una mezcla del lignito de su yacimiento con carbón importado, menos contaminante. Para atender este tráfico, construyó unas instalaciones descargadoras de carbón en el puerto ferrolano.

La segunda reforma, con el objetivo de operar solo con mineral extranjero, se inició en el 2005, ante el panorama del fin de la vida útil de la mina, que fue transformada en uno de los lagos artificiales más grandes de Europa.

Para adaptarse a la Directiva de Emisiones Industriales y a las normas Bref, Endesa inició en el 2017 la que sería la tercera y última transformación de la central pontesa. La eléctrica ha invertido 217 millones de euros en una reforma que implicó construir nuevas instalaciones, unas dependencias que iban a contribuir a hacerla menos contaminante y que no llegarán a estrenarse.