Las vocaciones tecnológicas siguen cayendo pese a la demanda laboral

E. Álvarez / M. Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Los expertos defienden una formación reglada y complementaria en todas las etapas

20 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas acaba de confirmarlo. El número de estudiantes matriculados en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) ha caído más de un 30 % desde el curso 2000-2001. A pesar de que, como apunta Pablo Rodríguez, responsable de Hack A Boss, «los tecnólogos, entre comillas, dominamos el mundo». Y es que el mundo laboral los desea pero no los encuentra. ¿Por qué? Quizás porque se mantienen ciertos tabúes en la sociedad hacia este tipo de formación, «como que tiene un bajo estatus social o que supone mucho esfuerzo para poca recompensa», apunta Antonio Rodríguez del Corral, presidente del Clúster TIC.

En lo que coinciden los expertos es en que hay que incrementar la formación en las competencias digitales y convertirlas en un aprendizaje transversal, como puede ser el inglés, implícito ya a cualquier tipo de estudio. Y en que esta formación debe abordar todas las etapas educativas, desde primaria hasta la universidad, sin olvidar la formación continua y la no reglada.

¿Y qué se está haciendo en Galicia? La robótica, la programación y las competencias digitales han entrado ya en las escuelas desde los primeros años, «tenemos una estrategia educativa orientada al área STEM: Abalar, Edixgal, potenciamos el bachillerato tecnológico y estamos en todas las etapas», explica Manuel Corredoira, director xeral de Educación. No se olvida de la importancia de la formación profesional y del sistema dual, en el que colaboran de manera muy activa empresas y centros educativos, «aunque a veces es muy rígido para las empresas», matiza Rodríguez del Corral.

Adquirir competencias digitales no es una opción. Es una obligación. Y si los especialistas valoran el esfuerzo hecho en las etapas no universitarias, reconocen que cuando se habla de grados y posgrados la rigidez hace complicado adaptarse a las necesidades de la sociedad. «El sistema universitario es muy rígido, y es algo que ocurre en toda España», explica Amparo Alonso. La exigencia de un número mínimo de alumnos en grados y posgrados condiciona la oferta, «por lo que nosotros hemos optado por un máster on-line que está teniendo muchísima demanda», apunta la catedrática de Ciencias de la Computación. Pero la formación no puede limitarse a las etapas regladas. «Debe haber formación complementaria, no podemos limitarnos a los grados formales, se necesita que en colaboración con el sector privado se complemente la demanda especializada que necesitan las empresas», indica Mar Pereira, directora de la Amtega.

La adolescencia, clave

Las aulas gallegas albergan a unos 22.000 estudiantes en cada curso académico. Es ahí en donde hay que pescar vocaciones. «En lugar de captar a 10.000, tenemos que lograr que sean 10.500 o incluso 13.000», urge Del corral. Formación a largo, medio, corto e inmediato plazo. Y permitir el reciclaje de otros profesionales. «Hay que formar a los nuevos pero también atender al talento que está ahí y se quiere reciclar», dice Pablo Rodríguez. Y es que la digitalización no es tarea de informáticos e ingenieros, sino de todos: «Es importante que se incorporen otros perfiles profesionales, los humanísticos son imprescindibles y en España solo alcanzan el 6 % en las empresas frente al 70 % de perfiles técnicos», concluye Amparo Alonso.

El talento no busca solo salarios, sino calidad de vida, crear producto y dejar huella

Es paradójico que el paro juvenil alcance el 30 % y el sector TIC tenga un déficit de profesionales. La generación cien por cien nativa no se ha incorporado a las empresas digitales. Para Ricardo Álvarez esta es una asignatura pendiente, «hay que incorporar a la generación millenial porque son el futuro, son los que van a permitir que empresa y sociedad se digitalicen de forma adecuada».

Atraer a este talento no es una simple cuestión monetaria. Los jóvenes valoran la calidad de vida, el compromiso social de la compañía, «ir a trabajar en bicicleta... Hay empresas que se están deslocalizando para acercarse al talento», explica Mar Pereira. Una afirmación que corrobora Ricardo Álvarez: «Nosotros hemos abierto una oficina en Santiago, y estamos a media hora».

Las nuevas generaciones también quieren formar parte de proyectos innovadores, «quieren dejar huella, hacer algo que sea remarcable», insiste Álvarez. Por eso, cuenta Pablo Rodríguez, la gente joven busca empresas que tienen producto propio, «les gusta trabajar en proyectos en los que se crean cosas y se cambia el mundo».

La sociedad digital no es opcional, por lo que los expertos apuestan por formar, reciclar, innovar e internacionalizar, «y Galicia es un destino atractivo para ello», concluyen.

La ausencia de mujeres en el sector puede derivar en una tecnología con sesgo de género

Hubo una época en la que las mujeres dominaban el software. Las primeras programadoras de la historia se escriben en femenino. De todos es conocido el nombre de Ada Lovelace, pero la lista es larga: Grace Hopper, Dorothy Vaughan, Katherine Johnson... Esta representación no solo ha bajado, sino que prácticamente ha sido barrida. Actualmente las facultades de Informática albergan a un escaso 12 % de alumnas y la proporción, lejos de crecer, continúa descendiendo.

La falta de vocaciones tecnológicas entre las mujeres no es solo un grave problema de representación sino de pérdida de productividad. «Los equipos diversos son al menos un 15 % más rentables económicamente», recuerda Amparo Alonso.

Es más, se corre el riesgo de que la tecnología tenga un importante sesgo de género. Porque no es inocua. «Una herramienta tecnológica no solo es una tecnología sino que influye en cómo nos relacionamos y nos comportamos. No estamos teniendo en cuenta al 50 % de la población, por lo que si seguimos así tendrá sesgos de género grandes», explica la catedrática de la UDC.

Pero ¿qué hacer para que estas profesiones sean atractivas para las jóvenes? Lo cierto es que en las primeras etapas de primaria tanto niños como niñas tienen el mismo interés por la tecnología. «A veces no se trata de fomentar este tipo de vocaciones sino simplemente de evitar que se pierdan -apunta el director xeral de Educación-, porque está comprobado que en los primeros cursos no hay diferencias, es en la adolescencia cuando surgen».

Los mitos que continúan

A las creencias que se mantienen en este tipo de profesiones tecnológicas, como que tienen poco estatus social o exigen un excesivo esfuerzo, se suman otras que penalizan a las mujeres. La visión que se da de estos estudios no es positiva para ellas, como el mito del informático aislado, «cuando lo cierto es que es una profesión colaborativa e interdisciplinar». Para romper con estas falsas creencias hay que visibilizar la profesión, acercarse a las escuelas y mostrar cómo es. Lo pide la propia Administración, «tenéis que acercar más el sector a la escuela, tenemos un plan de mujeres en las TIC y damos a conocer ejemplos femeninos, pero si queréis que una parte de la tarta vaya hacía ahí, tenéis que acercaros», pide Corredoira.

En este acercamiento entre educación y empresa hay que dar un empujón a las pymes, para las que tutorizar a un alumno de prácticas es complicado por el trabajo y la burocracia que ello conlleva, «pero como empresa también debemos dar un paso al frente y asumir nuestra parte de responsabilidad social», añade Ricardo Álvarez, director de estrategia y expansión de Netex.