Alimentos y bebidas pierden peso en las compras navideñas y en los regalos de empresa

m. sío dopeso
Redactora

A Coruña, 14.00 horas. Un hombre le propina dos puñetazos a una frutera de la calle Marqués de Pontejos por vender peras de Lérida. El incidente se queda en una desafortunada anécdota, pero sirve para demostrar hasta qué punto el llamado conflicto catalán ha traspasado los límites de la política. Afecta a muchas empresas -en dos años se han producido 4.000 salidas netas de sociedades que decidieron dejar de tener sede en Cataluña- y está calando en el consumidor y trastocando sus hábitos de compra, también en Galicia.

La sensibilidad del consumidor está a flor de piel. La pasada semana, en apenas 24 horas, casi 10.000 personas se volcaron en las redes sociales para pedir a Codorníu la retirada de una publicidad que incluía un supuesto guiño independentista. La marca de cava utilizó como eslogan Lo volveremos a hacer, el mismo lema que ha sido reivindicado tanto por los independentistas presos como en las manifestaciones de Barcelona. Y de poco le ha servido a la empresa salir a explicar que todo ha sido fruto de una mera coincidencia.

El cava es uno de los principales productos que Cataluña vende a Galicia, dentro de unas importaciones totales que rondan los 1.200 millones de euros. La comunidad gallega es uno de los 20 principales mercados de las empresas catalanas (nacionales e internacionales) y supone el 3 % del total de sus exportaciones interregionales, según el informe del centro de estudios C-Intereg 2019, elaborado con datos del 2016.

Estas cifras, a día de hoy, son ligeramente inferiores. Galicia no ha declarado el boicot a los productos catalanes, pero el consumo, que no vive de forma ajena a lo que ocurre en su entorno, hace que las ventas catalanas a Galicia se resientan. Lo dicen fuentes de una gran superficie de distribución, que constata una «apreciable bajada de la demanda de alimentos y bebidas que la gente identifica claramente con Cataluña, como cavas y cierto tipo de embutidos y frutas», explica un portavoz, sin querer entrar en más detalle.

«La empresas nos recalcan que no quieren productos catalanes en las cestas de Navidad» Los constatan también las empresas gallegas distribuidoras de esas referencias que trabajan con marcas catalanas. «Somos distribuidores de cava catalán, y lo cierto es que el consumo se ha retraído. Pero no solo el cava. Trabajábamos con una empresa que tenía una butifarra y una longaniza buenísima, pero cuando se empezó a poner el tema catalán más candente tuvimos que dejar de trabajar con ellos, porque no se vendía», afirma Ana Villar, responsable de la firma coruñesa Distribuciones Villar y AV Nadal, que constata cómo el rechazo a productos catalanes se intensifica.

Cestas anticatalanas

«Al hacer los lotes de Navidad, muchas empresas nos recalcan que no quieren ningún producto catalán. Desgraciadamente, la calle es muy sensible a estas cuestiones», añade.

La empresaria no oculta su malestar por el daño que este tipo de rechazos provocan a las pequeñas y medianas empresas catalanas. «Sus productos son muy buenos, y detrás hay muchos trabajadores afectados», afirma.

«No trabajo con cava catalán por convicción; aunque me pidan Codorníu, no se lo sirvo» Eloy García, gerente de la distribuidora de Lugo Cristogalicia ratifica la percepción de Cristina Villar. «Es un problema que se viene arrastrando desde hace un par de años. Yo no lo llamaría boicot, pero sí que hay una caída de la demanda, en la que también influye otro factor, y es que nuestros espumosos gallegos se están poniendo de moda», afirma el empresario. «No quiero decir que el rechazo al cava favorezca a los espumosos gallegos, sino que el producto gallego es tan bueno que está convenciendo al mercado», explica.

Carmen Soto, gerente de la distribuidora Disneria, es una convencida de los productos gallegos, y reconoce que ella misma es la que pone el veto a los alimentos y bebidas de Cataluña. «Ya no compro el cava catalán, y lo hago por convicción. Tenemos en Galicia unos espumosos muy buenos y me esfuerzo en promocionarlos entre mis clientes. Aunque me pidan Codorníu, no se lo sirvo», asegura.

Cava sin denominación para evitar el castigo del mercado 

La producción de cava para el mercado español descendió un 12,1 % durante el 2018 y la tendencia de bajada se ha mantenido a lo largo de este año. El pasado mes de julio, el Consejo Regulador del Cava reconoció su preocupación por estos resultados, que atribuyó a una importante caída en el consumo interno. Porque de los 244 millones de botellas producidas, 79 millones fueron destinadas al mercado interior, casi 10 millones menos de las previstas.

Hasta ahora, las bodegas catalanas han conseguido compensar la caída del mercado nacional aumentando sus exportaciones y dependiendo menos de las compras interregionales, Algo que ocurre también en el sector de los vinos. Pero el problema no parece ceder, sino empeorar y, ante esta situación, la estrategia de algunas bodegas está siendo el anonimato.

Fuentes del sector explican que los bodegueros reservan una parte de la producción de botellas ya listas y sin etiquetar para que después salgan a la venta como cava valenciano y extremeño.

Etiquetado en Valencia

Las imágenes volcadas en las redes sociales por el trabajador de una bodega catalana mostrando las jaulas repletas de botellas de cava con destino al mercado nacional han dado la vuelta al sector. Siempre según el trabajador, los envases salían con destino a Valencia para ser allí etiquetadas como propias y «engañar» a los consumidores para que piensen que no están comprando algo catalán.

Esta revelación ha generado estos días una fuerte polémica en Cataluña, porque no ha gustado a nadie. Mientras colectivos de consumidores aseguran sentirse engañados, los más catalanistas consideran que se trata de una estrategia cobarde de las bodegas del país, que deberían defender con convicción su etiqueta y el origen del producto.