Juan Luis Méndez: «La compra de mi primera empresa la firmé un sábado a las 5 de la mañana»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Roi fernández

«En todo lo que hacemos tenemos a Galicia en la cabeza», explica el director general de Vinigalicia al anunciar la adquisición de una bodega de Rías Baixas

07 dic 2019 . Actualizado a las 10:35 h.

Es optimista por naturaleza y confiesa que no sabe hacer otra cosa que ser empresario. Juan Luis Méndez Rojo, «mitad de Chantada, mitad de Monterroso», soltero y sin hijos -aunque con sobrinos y varios ahijados-, es el director general del grupo Vinigalicia Familia Bodeguera y Méndez-Rojo, que factura 21 millones de euros. Méndez habla de las bondades de la vida slow, pero él no para. El día de la entrevista venía de Barcelona, después de haber estado dando vueltas por los 21 países en los que está presente su compañía.

-En el mundo del vino nacimos con mis abuelos. Ella cocinaba y él vendía vino por la zona. Tenían un pequeño mesón, Casa Penouzos, al que se incorporaron mi padre y mi tío y se centraron en el mundo del vino. Crearon una bodega de graneles, Vinícola de Chantada, que hacía toda Galicia. A finales del 96, principios del 97, cuando dejo Santiago, llego yo a la empresa. Había empezado a dar sus primeros pasos Vinigalicia, que es el concepto de futuro.

-Empezó de novato.

-Novato del todo. Vinigalicia da sus primeros pasos embotellando vinos sin denominación de origen, luego con ella. Empezamos en Chantada porque era nuestra cuna. En estos momentos, tuvimos la suerte de comprar una bodega, que es la actual Vía Romana. Fue mi primera operación y tendría 25 años. La compré un sábado a las cinco de la mañana. Dicen que salir de copas es malo, pues no. No es malo salir de copas [risas].

-¿Tras cuántas copas la cerró?

-Pocas mías [risas de nuevo]. Se la compramos a la familia Soto, que tenía el Banco Soto. Por cinco millones de pesetas. Aquí empezamos con la denominación de origen. Nosotros tenemos dos proyectos principales. Vinigalicia, nuestra bodega principal, y Méndez-Rojo, canalizado por nuestra bodega Terriña S.L., en Valdeorras, marca a través de la que presentamos vinos de gama alta de las cinco denominaciones de origen gallegas, solamente dirigidos a restauración. A mayores, nuestra sociedad Madre Vinícola de Chantada, fundada en 1976, y Adegas e Viñedos Vía Romana, dentro de la DO Ribeira Sacra. En breve habrá una sociedad más.

-¿Cómo?

-En todo lo que hacemos tenemos a Galicia en la cabeza. Representar a Galicia en los restaurantes, en las cinco DO gallegas. Tenemos dos bodegas en denominación de origen y muy pronto entraremos en una tercera. Ya está firmado el contrato de arras.

-Y la nueva bodega está en...

-Rías Baixas.

-Los bancales de la Ribeira Sacra, ¿Encuentran gente para trabajarlos?

-Es heroico. Me parece excepcional que se haya mantenido ese tipo de plantación y que continúe. Hay pocas zonas en el mundo trabajadas de manera manual. Sí encontramos gente para vendimiar, aunque en Valdeorras este año tuvimos que traer a profesionales de fuera de Galicia. Durante la crisis, la gente vio en el campo y en la agricultura una salida. Se puede vivir del mundo de la uva, de producirla y venderla. En la Ribeira Sacra hay un problema de minifundismo y de edad. Hay quien te da la viña, te la alquila, si no puede dedicarse a ella. Te dicen: «Cúidala, es tuya». La viña es dura pero muy bonita. Nosotros manejamos unos 600.000 kilos de uva al año. Entre el 35 y el 40 % es propia, el resto es de proveedores habituales y profesionales. Pienso que hay que pagarles bien y exigirles como profesionales que son. Así veo el futuro.

-A usted no le resulta difícil ser empresario.

-No sé hacer otra cosa.

El vino más caro que probé me costó 280 euros y lo tomé en Lalín

-¿Cuál es el vino que más le gusta que no sea de los suyos?

-En Galicia hay bum de grandes vinos. Soy un enamorado de los de José Luis Mateo, enólogo y bodeguero de Monterrey. Admiro a Juan Luis Cañas, que es amigo. Y también me gusta mucho como elabora Julio López Mourelle, que fue enólogo de Marqués de Griñón

-¿Cuánto dinero no pagaría por un vino?

-¿Cuánto no? Los vinos hay que celebrarlos. Yo pago por ellos.

-¿Cuál es el más caro que tomó?

-Lo probé el pasado 18 de noviembre, el día anterior a mi 47 cumpleaños. Fueron 280 euros de una botella de champán. Fue en Lalín, en el restaurante La Molinera, que son muy buenos amigos.

-Al champán lo llama vino.

-Sí considero que es un espumoso. Nosotros ahora estamos sacando vinos espumosos. Nace un proyecto que se llama Brincos Premium, con el método charmat, que se utiliza en los prosecos italianos. Es una pata nueva del negocio. Ya está en los lineales de Gadisa y Vegalsa, que siempre nos han ayudado. Con Roberto Tojeiro tengo conversaciones muy buenas. Aunque una vez se enfadó porque... En su día creamos Nordés, un proyecto personal en el que tengo como socios a Pepe Albela, Xoán Torres Cannas y Manel Rivera. Desde hace año y medio también a Osborne, que compró un 30 % de esa destilería que tenemos en Vedra. Su idea es que nuestra I+D sea su I+D. Pues bien, el día que lo vendimos Tojeiro me dijo: muy rápido... me tienes que prometer que harás más cosas. Creamos Nordesía Vermú, Doctor Zas, una bebida picante, el ron Burla Negra. Esta empresa se llama Galician Original Drinks. Con Osborne soñamos más rápido.

-¿Está desarrollando su proyecto empresarial para venderlo?

-En el mundo del vino, nunca. Vendimos Nordés porque era lo que había que hacer. Ya estábamos entrando en una guerra con grandes compañías expertas en espirituosos... Llegábamos a locales de Madrid y Barcelona y nos decían que nos ponían en las estanterías, pero que había que pagar 6.000 euros. Nos dimos cuenta que había que jugar con las mismas cartas que ellos. Hoy Nordés, a nivel nacional, es la número uno. Ahora sabemos más y tenemos la fortuna de que en este proyecto están Tomas y Ignacio Osborne y Fernando Terry. ¡Osborne se hace gallego!