José Ramón Franco: «A los 16 años nací como empresario, y ya con una deuda: 120.000 pesetas»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Angel Manso

El germen del grupo naronés Intaf fue un taller de un herrero. Hoy trabaja para Navantia, Naturgy, Tojeiro y Megasa

26 oct 2019 . Actualizado a las 10:19 h.

Es empresario desde los 16 años. Nació como tal con un crédito bajo el brazo. José Ramón Franco Caaveiro se hizo cargo del taller de su padre -herrero de profesión e inventor sin saberlo- y de su madre, porque allí trabajaban todos. El taller estaba en la planta baja y la casa familiar arriba. Este año la facturación del grupo Intaf puede rondar los 20 millones de euros, con una cartera de clientes que incluye a Navantia, Endesa, Naturgy, Enel, Acciona, Megasa y el grupo Tojeiro, entre otros.

-Mi padre tenía un alto nivel de conocimiento del oficio e interés en cómo poder progresar tecnológicamente con herramientas que en aquel momento casi siempre había que fabricar. En el taller se reparaba material agrícola, se llegaron a fabricar carros de transporte, ruedas, bisagras... Fuimos evolucionando: damos a los astilleros componentes de buques, hacemos mucha reparación. Hoy seguimos siendo una empresa muy diversificada.

-Trabajan en el naval, en reparación, construcción y eólica marina, siderurgia, minería, madera..

-También en el sector de las energías convencionales y renovables. Grandes compañías son clientes tanto de servicios como de reparación de producto, repuestos, diseño y mejora de sus propias instalaciones productivas. Con Navantia tenemos una línea de desarrollo de innovación vinculada al sector de la eólica marina. Es importante estar diversificados.

-Escuchándolo, no parece que la comarca de Ferrol se muera.

 -Si no se muere la empresa, la comarca de Ferrol no se muere. El cliente potencial es Navantia. Es muy importante, y tenemos siempre puestas expectativas en él. No renunciamos a él bajo ningún concepto. Genera mucha mano de obra y un atractivo importante, aunque tenga sus altibajos. Apuntala la evolución tecnológica, muy importante. La alianza de Navantia con Windar nos ha favorecido para el impulso y desarrollo de infraestructuras eólicas marinas. Hemos arrancado más tarde que otros países pero nos hemos puesto a la cabeza. La alianza fue fundamental. Es una muestra de que la unión de empresa publica y privada puede desarrollar un producto innovador, dar fiabilidad y generar mucho valor añadido en la zona. Navantia en el ámbito militar también compite a nivel internacional.

-No parecen malos compañeros de viaje...

-Tenemos que estar orgullosos. En este contexto tenemos que saber qué debemos hacer, hacia dónde debe ir dirigido el esfuerzo, y, desde luego, no tirarlo a la basura con hachazos a los mercados. Tenemos un gran potencial, muchas y grandes expectativas, como las cinco fragatas para Defensa. Nosotros tenemos una plantilla muy comprometida, y la dirección también lo está con la plantilla. La mayor parte de los contratos pasan a ser indefinidos en un tiempo razonable. Es un compromiso con los trabajadores, y de ellos con nosotros. Debemos salir a la calle a buscar trabajo. Si ese compromiso se entiende, y cada uno ocupa su lugar, y yo no les digo nada a los sindicatos y ellos no me dicen a mí como tengo que manejar la empresa, la relación laboral está consolidada.

-¿Cuál fue la inversión que más le costó hacer?

-No fue la que más me costó, sino la decisiva. Fue hace 36 años, cuando adquirimos la primera máquina de control numérico. Supuso desembolsar 15,5 millones de pesetas, un coste muy alto para una economía equilibrada pero limitada. Era una máquina que requería un conocimiento específico y en el mercado no estaba fabricada de manera masiva. Los riesgos eran muy altos. Pero con ella fuimos capaces de ponernos en el mejor nivel de Galicia.

-¿Qué banco le dejó el dinero?

-Firmamos con letras a tres años. Fue un proveedor que tenía la capacidad suficiente para financiar. Pero una de las inversiones complicadas comenzó en el año 89, cuando del pequeño taller familiar nos trasladamos a Freixeiro en la carretera de Cedeira. E inmediatamente, en los años 90-91 nos encontramos con el momento más duro de una crisis importante. La pudimos soportar pero empezamos invirtiendo 75 millones y acabamos con 175.

-Vamos, que las deudas son compatibles con la vida misma.

-Cuando cogí el testigo de mi padre, debíamos 120.000 pesetas a un banco. Yo tenía 16 años. Fuimos mi madre y yo a la entidad a renegociar la deuda. Mi padre se quedó trabajando. Les pedí un año de moratoria y no se lo creían. ¿Cuánto vas a poder pagar?, me preguntaron. Y les dije: yo creo que 10.000 pesetas al mes. Así fue. Yo ya nací con una deuda. Ni me asustan ni es preocupante tenerlas, a no ser que estés acumulando pérdidas o hayas perdido el control del negocio porque te has equivocado en las inversiones. Los bancos están para prestar el dinero y las empresas para utilizarlo correctamente. Creo que he vivido endeudado permanentemente, pero es verdad que siempre hemos devuelto el dinero en tiempo y forma. Hoy seguimos endeudados. Estamos haciendo inversiones permanentemente. Lo importante es tener claro que si quieres sobrevivir tienes que invertir, tienes que innovar, y estar al día. Las inversiones han de tener una rentabilidad, por lo que hay que buscar el momento oportuno.

-En la empresa ya está la tercera generación.

-Sí, mis dos hijos. Están integrados. Viven con sus compañeras, pero vienen a comer a casa todos los días excepto los fines de semana, que nos dan descanso a su madre y a mi [risas].

-Su mujer también trabaja en la empresa. Con ella y con sus hijos, al estar todo el día juntos, ¿no tienen muchas discusiones?

-Los temas de la empresa está prohibido llevarlos a la familia. La primera norma no escrita es que en casa no se habla de trabajo.

-¿Un día venderá la empresa?

-No me lo he planteado y no tengo esa iniciativa. Es una herencia, pero no puedo escupir al aire. Si su supervivencia dependiera de que otra persona se hiciera cargo de ella o de que entrase capital, lo haría. No puedo dejar que la compañía se hunda. Pero tiene que darse esa circunstancia. En la empresa están mis hijos, mi mujer, yo, y 170 personas cuya vida depende, en mayor o menor medida, de la compañía. Aunque que si mañana salen de Intaf, encuentran trabajo seguro.

DNI DE LA EMPRESA

Quiénes son

Grupo formado por cinco sociedades. Trabaja en ingeniería, fabricación, mantenimiento en metal-mecánico

Facturación

Previsión 2019: unos 20 millones

Empleados

160

Domicilio social

Narón