La tregua de EE.UU. y China no despeja las amenazas de la guerra comercial

E. M. / A. B. MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

LARRY W. SMITH | Efe

El principio de acuerdo prevé la adquisición de China a EE.UU. de soja y otros productos agrícolas por valor de 50.000 millones de dólares

13 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Los mercados no se equivocan», aseguró el viernes el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, cuando le preguntaron si el optimismo de las bolsas ante la posibilidad de un acuerdo comercial entre China y Estados Unidos estaba justificado.

Pues bien, siguiendo su propio consejo se puede calibrar el alcance de la tregua sellada el viernes. Wall Street cerró al alza, con una subida del 1,2 %, aunque lejos de los máximos que había alcanzado a lo largo de la sesión y eso que también se había animado con las mejores perspectivas sobre el brexit.

Según el veredicto de los mercados, el acuerdo preliminar anunciado tiene un alcance muy limitado y, por tanto, solo supone un respiro en las tensiones comerciales que tanto están lastrando la economía mundial. Pero no despeja en absoluto la amenaza de tener a los dos gigantes enfrentados en un pulso que dura ya 18 meses.

Las cuestiones más espinosas están todavía por resolver. Trump vendió el acuerdo con euforia, como «la primera fase de un pacto sustancial».

No tiene gran calado

Pero lo poco que se ha desvelado de su contenido no tiene gran calado. El principio de acuerdo prevé la adquisición de China a EE.UU. de soja y otros productos agrícolas por valor de 50.000 millones de dólares, una cifra entre «2,5 y 3 veces superior» a lo que Pekín había comprado «en su punto más álgido», dijo el mandatario. Con ello, Trump tranquiliza a la población de las zonas agrícolas americanas y suspende por ahora su plan de subir del 25 % al 30 % los aranceles a importaciones chinas por valor de 250.000 millones, que iban a entrar en vigor el próximo martes 15 de octubre.

Según Washington, el acuerdo todavía pendiente de firma también incluye algunas medidas relativas a la devaluación de la divisa china y temas de propiedad intelectual, aunque en esos apartados no hay concreciones. Los asuntos más espinosos como la transferencia forzada de tecnología en China se dejan para una «segunda fase», al igual que el veto al gigante de tecnología chino Huawei y la subida de aranceles prevista para el 15 de diciembre.