Pekín responde al desafío de Trump con más aranceles y asusta a los inversores

J. A. Bravo MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Carlos Barria

El presidente estadounidense emplaza a las empresas de su país a salir de China

23 ago 2019 . Actualizado a las 22:37 h.

China dio este viernes otra vuelta de tuerca en su guerra comercial con Estados Unidos, que empezó en enero del 2017 al llegar Donald Trump a la Casa Blanca, y azuzó el temor entre los mercados a que la temida recesión pueda estar un paso más cerca. Y es que este otoño se van a cruzar nuevas tasas sobre sus importaciones por valor de 338.700 millones de euros.

La actuación de las autoridades de Pekín es su respuesta a la última tanda de aranceles anunciada por la Administración Trump, que entre el 1 de septiembre y el 15 de diciembre elevará la presión fiscal en las aduanas con un tipo adicional del 10 % sobre mercancías chinas por valor de 300.000 millones de dólares anuales (270.990 millones de euros), incluidos teléfonos móviles y ordenadores portátiles.

Esas medidas, responden los dirigentes chinos, además de «causar un gran perjuicio a los intereses» de ambos países y de terceros -la desaceleración económica de la UE, en especial de la zona euro, es más severa y Alemania, potencia exportadora, está a un paso de entrar en recesión-, «amenazan gravemente los principios del libre comercio y el sistema multilateral». Pero desde Washington acusan de algo similar a Pekín, pues según Trump «han robado nuestra propiedad intelectual a razón de cientos de miles de millones de dólares al año y quieren seguir».

En su primera respuesta a los nuevos aranceles chinos, de nuevo a través de Twitter, el presidente estadounidense llegó a afirmar incluso que no necesitan a la gran potencia asiática. «Francamente, estaríamos mejor sin ellos», para acto seguido emplazar a las grandes compañías de su país a comenzar con urgencia a «buscar una alternativa a China, que incluya traer las empresas (deslocalizadas) a casa y hacer sus productos en EE. UU.».

Su gabinete estudia ya otra nueva escalada de tasas para responder al contraataque de Pekín, que impone gravámenes un 10 % más altos desde el 1 de septiembre para distintos productos como la carne de vacuno y cerdo estadounidenses, y de un 5 % para las importaciones de soja o petróleo. Para el 15 de diciembre quedarían otros gravámenes extra similares: del 10 % para café, cítricos y diferentes clases de automóviles, frente al 5 % para varios componentes de vehículos.

«China golpea de nuevo donde más le duele a Trump», advierte Aitor Méndez, analista financiero del bróker de mercados IG, pues «sus principales graneros de votos» -de cara a las elecciones presidenciales de noviembre del año que viene- son las zonas rurales y las áreas industriales, de donde salen la carne, la soja o los automóviles que serán penalizados. Desde Pekín se justifican en que sus medidas son una «respuesta forzada» al proteccionismo comercial de Estados Unidos, a la vez que emplazan a sus autoridades a «cooperar» para «llegar a una solución aceptable para ambos y de beneficio mutuo».

«Un nuevo orden»

Los líderes de la segunda mayor potencia mundial estiman que juntos deberían «construir activamente un nuevo orden económico y comercial». Pero la última respuesta de Trump parece amenazar la continuidad de las conversaciones bilaterales que se retomaron en julio. EE. UU. importó en el 2018 bienes chinos por valor de 539.675 millones de dólares, y China hizo lo propio con productos estadounidenses cuantificados en 120.148 millones.

El choque entre las dos mayores economías del mundo agitó de nuevo los miedos de los inversores. Las principales bolsas europeas perdieron entre un 0,5 y un 1,5 % -el Ibex bajó ocho décimas- y las estadounidenses cayeron también más de un 2 %.

Powell admite el riesgo de recesión, ajeno a la presión para que baje de nuevo los tipos

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) de EE. UU., reprochó también ayer de forma velada a la Casa Blanca su estrategia comercial. La política monetaria es una «herramienta poderosa», dijo durante la cita anual que los principales bancos centrales del mundo mantienen en Jackson Hole (Wyoming), pero «no puede proporcionar un libro de reglas establecido para el comercio internacional». Trump le acusó de «hablar sin saber», al tiempo que insinuó que junto al propio presidente chino, Xi Jinping, Powell podría ser «nuestro peor enemigo», en alusión a los intereses estadounidenses.

El responsable de la Fed sigue ajeno a la presiones para volver a bajar tipos, pendiente de como la «incertidumbre comercial» acentúa el «deterioro de las perspectivas de crecimiento mundial», con «riesgos significativos» de que la evolución vaya a peor y se confirme la crisis que empieza a verse ya cercana. «No hay ningún precedente reciente que guíe una respuesta política a la situación actual», advirtió Powell, preocupado por la «fuerte» reacción de los mercados a esta «imagen completa y turbulenta».