Adiós a Ybarra, un banquero de estirpe

Mercedes Mora REDACCIÓN

ECONOMÍA

José Huesca | efe

Presidió el BBV de 1990 a 1999 y copresidió el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria hasta el 2001

18 jul 2019 . Actualizado a las 10:38 h.

Ha muerto Emilio Ybarra. A los 82 años. Ayer. En un hospital de Madrid. Tras sufrir el lunes un infarto cerebral, del que fue operado el martes. Con él se va otro otro histórico de la banca española. Representante de una de las grandes familias de financieros de los de antes. De las que fundaban bancos con fuertes raíces industriales. Un modelo ese, hoy en desuso entre las grandes entidades. Corren otros tiempos.

Nacido en el seno de uno de los clanes más influyentes de Vizcaya, y de España, los Ybarra, Emilio, don Emilio como lo llamaban en el banco, estaba llamado a ser uno de los primeros espadas del mundo empresarial español. Y acabó llegando a lo más alto del financiero. Nacido en el convulso otoño de 1936, cuando su padre ya había fallecido luchando en el frente de Teruel, desarrolló prácticamente toda su carrera profesional en el Banco del Bilbao, fundado, entre otros, por su tatarabuelo, Gabriel de Ybarra y Gutiérrez de Caviedes. Allí fue consejero, más tarde consejero delegado y, al final -antes de la fusión con el Banco de Vizcaya-, vicepresidente con José Ángel Sánchez Asiaín al frente. Y en ese cargo se mantuvo tras el nacimiento del BBV, copresidido por el propio Asiaín y por Pedro Toledo, hasta la fusión, presidente del Vizcaya. Y fue precisamente la muerte de este último, de manera prematura (tenía 54 años), en Estados Unidos, a donde había viajado para someterse a un trasplante de hígado, la que precipitó la llegada de Emilio Ybarra a la cumbre.

La fusión entre el Bilbao y Vizcaya era una boda entre primos. Al matrimonio llegaron en 1988, tras el fracasado intento del Bilbao por conquistar Banesto -maniobras de Mario Conde de por medio- y lo propio en las conversaciones entre el Vizcaya y el Banco Central.

Los dos bancos tenían la sede en Bilbao. Y sus accionistas de toda la vida eran miembros de las mismas familias. Pero de esas que solo se hablan en Navidad. Y porque no queda otra. Cuando murió Toledo, estalló la guerra. Ningún vizcaya quería ver a Asiaín, un bilbao de los de toda vida, llevar las riendas en solitario. La pelea llegó a ser tal que obligó al Banco de España a terciar en la disputa. Y Mariano Rubio, entonces al frente del supervisor, dictó sentencia: la presidencia para Ybarra. Corría el 21 de enero de 1990.

Al frente estuvo del banco hasta que llegó la fusión con Argentaria en 1999, donde compartió la presidencia con Francisco González hasta finales del 2001. Dimitió el 15 de diciembre, arrastrado por el escándalo de las cuentas secretas de Jersey, destinadas a complementar las pensiones de antiguos directivos del BBV y en las que llegó a haber depositados casi 20 millones de euros. Tres años después de su salida fue condenado a seis meses de prisión, aunque luego el Supremo lo exoneró del delito de apropiación indebida.

Con él se fue también el entonces consejero delegado de la entidad , Pedro Luis Uriarte. Lo que le dejó las manos libres a González, hoy ya fuera de la presidencia, asediado por el escándalo de las escuchas encargadas al excomisario Villarejo para mantenerse en la cúspide.

El BBVA lamentó ayer el fallecimiento del expresidente. «Me gustaría expresar el reconocimiento y el agradecimiento de todo el Grupo BBVA a Emilio Ybarra por su extraordinaria labor, y trasladar nuestro más sentido pésame a su familia. Descanse en paz», afirmó el ahora presidente de la entidad, Carlos Torres.