El nuevo dueño de Ferroatlántica asegura que el suyo «es un proyecto de futuro» que garantiza el empleo

M. Mora, J. Ventura Lado REDACCIÓN

ECONOMÍA

J. M. CASAL

Trabaja en un plan de inversiones para elevar «la posición competitiva y la productividad» de las plantas

07 jun 2019 . Actualizado a las 13:00 h.

«Estoy convencido de que este acuerdo contribuirá a reforzar el tejido empresarial gallego. Se trata de un ambicioso proyecto que busca consolidar la actividad de la compañía y asegurar su sostenibilidad en el largo plazo. Es un proyecto de futuro para el que esperamos contar con la colaboración de todos los actores de Galicia». Son palabras de Alejandro Seco, el consejero delegado de Ithaka, la firma con la que TPG trabaja en España y a la que le ha encargado la gestión de las instalaciones de Ferroatlántica adquiridas a la corporación de Juan Miguel Villar Mir por 170 millones de euros.

Un acuerdo que incluye las centrales hidroélectricas que la firma tiene en el río Xallas, con una capacidad de generación  de 167 megavatios (MW); y la fábrica de ferroaleaciones Cee-Dumbría, capaz de producir a pleno rendimiento (ahora no lo está) más de 175.000 toneladas de ferrosilicio y aleaciones de manganeso, y en la que trabajan directamente 294 personas. La operación deja fuera la planta que la firma de los Villar Mir tienen en Sabón, especializada en la producción de silicio metal, que da empleo a otras 122 y cuyo futuro sigue en el aire.

Recuerdan desde Ithaka que el complejo de Cee-Dumbría «continuará siendo proveedor en exclusiva de Ferroglobe gracias a un acuerdo de largo plazo firmado con esta última, que garantiza el futuro de la planta». Según este, Ferroglobe se compromete a suministrar la totalidad del mineral necesario para la fabricación y a comprar toda la producción que salga de las instalaciones, lo que a juicio del nuevo dueño, «proporciona claridad al futuro de sus trabajadores». «Estamos seguros de que nuestro esfuerzo conjunto será positivo para la compañía y el futuro de la comarca», apostillaban desde el propio TPG.

Mientras, el consejero delegado de Ferroglobe, Pedro Larrea, explicaba que la operación permite a la empresa «mejorar significativamente su perfil financiero mediante el desapalancamiento y la mejora de la liquidez» y mantener «una fuerte presencia en el mercado de las ferroaleaciones y nuestro compromiso con Galicia».

La transacción, que ambas partes prevén tener cerrada ya en el tercer trimestre de este año, necesita, claro está, de la autorización de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y de la Xunta, que esperará a conocer el alcance del acuerdo para pronunciarse. En este sentido, el conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde, aseguró que la posición del Gobierno autónomo es clara y que pasa por garantizar el cumplimiento de las exigencias de la concesión de las hidráulicas, sea quien sea el propietario de la firma; y por la defensa de la actividad industrial y del empleo.

«Ferroatlántica deberá seguir cumprindo taxativamente os condicionantes das concesións hidráulicas e, polo tanto, terá que garantir a actividade industrial. Esa é a nosa posición, ese é o noso obxectivo. A Xunta de Galicia actuará, como o vén facendo ata o de agora, defendendo esa actividade industrial, defendendo os postos de traballo», afirmó Conde.

Los representantes de los empleados de Cee-Dumbría se reunieron este martes con la empresa, pero, en general, no salieron para nada convencidos de las bondades de la operación. El presidente del comité, Santiago Paz, aseguró que las garantías que les presentaron «son insuficientes» y que, además, ellos no tienen nada que negociar con la empresa. «Que presente a solicitude de venda na Xunta, que é quen ten a última palabra e a capacidade de decisión, e alí, a xunto con nós, estudará si é legal ou non», concluyó.

El portavoz de la CIG, Alfonso Mouzo, mucho más tajante, consideró que «o único que pretenden é chegar a un acordo co comité para avalar unha venta ilegal, porque, se realmente estivésemos ante unha operación con todas as garantías legais, non nos pedían permiso aos traballadores para vender as fábricas e as centrais». Para Mouzo, el hecho de que la nueva empresa tenga como proveedor único y cliente a Ferroatlántica, les deja a ellos peor de lo que ya están, «sen as centrais, fora do grupo e coma unha simple subcontrata», por lo que instó a la Xunta a que no lo permita.

Por contra, Juan Villar (CGT) sí valoró positivamente los ofrecimientos de la empresa, que les dijo que, de no culminarse la venta, se exponen a quedar en manos de los bancos y al cierre; y que con la operación queda garantizada la viabilidad de las fábricas. Así, según Villar, TPG se comprometió a reactivar todos los hornos -pero no a retirar el ERE temporal pactado, según los otros sindicatos- y a invertir 14 millones en cinco años. Ese es el dinero preciso para el mantenimiento ordinario de las plantas.

Villar Mir conserva la planta de Arteixo, en riesgo por el coste eléctrico

«Estamos preocupados, claro, pero tranquilos, porque por lo menos no nos venden, seguimos en el grupo». Así valoró la operación Alberto Ferreiro, presidente del comité de empresa de la única fábrica de Galicia que permanecerá en manos de Ferroglobe, la de Sabón (Arteixo), dedicada a elaborar silicio metal, con una plantilla de 122 operarios.

Aunque no respiran aliviados precisamente, porque su situación se puede agravar a partir de julio. En la actualidad, uno de los dos hornos de la planta está parado desde principios de año para ahorrar costes energéticos, y la amenaza de que se apague el que queda en funcionamiento está ahí. Así se lo trasladó al comité José María Merino, responsable de recursos humanos de Ferroatlántica, durante una reunión para explicar la operación con TPG.

La fábrica de silicio metal es altamente dependiente de la electricidad para elaborar el producto -como Alcoa, el aluminio-, más que sus hasta ahora compañeras de Cee y Dumbría. Y, como denuncian el resto de industrias electrointensivas, los incentivos económicos para reducir el impacto del precio eléctrico ya no son suficientes para garantizar unos costes de producción competitivos.

A mediados de mes habrá una nueva subasta de incentivos, y si el resultado no es satisfactorio se apagará el horno que queda en marcha. Es decir, la planta dejará de funcionar. Además, se empezará a aplicar el ERE temporal pactado en febrero, pero en suspenso, durante dos años para toda la plantilla, explicó Ferreiro.

Pero Merino no solo les dio malas noticias. Según el presidente del comité, también les habló de que Ferroglobe apostaba por Sabón, y que manejaban un plan de viabilidad para la planta con nuevas inversiones. Pero del contenido del proyecto, ni mu. «A ver qué nos ofrecen, ese plan es nuestra única esperanza», avanzó el sindicalista.

El silicio que elabora Sabón se emplea para fabricar placas solares, prótesis y cremas de belleza.

La planta de Sabón es los primeros años de la década de los 70. Villar Mir la compró en la de los 90 a Carburos Metálicos.