Querían mi dinero o suplantar mi identidad

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez SOFIA.VAZQUEZ@LAVOZ.ES

ECONOMÍA

MABEL RODRIGUEZ

Los expertos alertan de que cada vez hay más casos de intento de estafa a través de los ordenadores, teléfonos e incluso de aplicaciones como el WhatsApp

19 may 2019 . Actualizado a las 19:17 h.

Llaman por teléfono -al fijo de casa en buena parte de los casos- y en un inglés con acento asiático explican: «Su ordenador está hackeado tiene que meter una contraseña y..». Al llegar a ese punto el receptor de la llamada, asustado, suele preguntar: «¿De dónde me llama usted? ¿Quién le ha dado este número de teléfono? ¿Para qué empresa trabaja?» Nada. No contesta a ninguna de las preguntas y sigue con el discurso de «su ordenador está hackeado y necesita introducir unas claves...» La señorita que se hace pasar por la salvadora de la delincuencia informática continúa con su discurso mientras se escucha un tumultuoso ruido de fondo mientras habla, por lo que se interpreta que trabaja en un call center con un montón de compañeros, que se dedican a lo mismo: intentar engañar.

En la Unión de Consumidores de Galicia tienen constancia de estos hechos porque ante ellos han llegado denuncias. Miguel López, responsable de la organización lo tiene claro: lo que intentan es suplantar la personalidad, alojar en el ordenador programas espías que lo que persiguen es acceder a nuestros datos personales y económicos.

La primera recomendación de López es no ponerse nervioso y denunciar lo que nos haya ocurrido. «Denunciar sempre aínda que non dispoñamos do número dende o que nos fixeron a chamada porque o noso teléfono da casa non ten identificador de chamadas». Incluso, apunta, la autoridad judicial podría decidir rastrearla.

Cuando una persona recibe una llamada como la descrita le suele inquietar quién y cómo ha conseguido su número de teléfono, algo que le permite entrometerse en la intimidad de su hogar. Esta circunstancia es consecuencia de la venta de bases de datos, mientras que la llamada ha sido realizada al azar.

Nicolás Lerma, penalista de Legálitas, al contarle el caso hace una primera pregunta: ¿Cómo se identifica el interlocutor? El dato parece importante para calificar el delito. La persona intenta ganar nuestra confianza y es entonces cuando se puede producir un «error» en el receptor que, confiado, le da las claves solicitadas de manera voluntaria. El hacker accede al equipo y a la cuenta bancaria con el objetivo de hacerse con nuestro dinero. Los hechos podrían llegar a considerarse un delito de estafa recogido en el artículo 248 del Código Penal. La llamada es el medio para cometer el delito. Pero nada es sencillo porque aunque pudiesen tipificarse como estafa, perseguir a sus autores es complicadísimo sobre todo cuando las llamadas se hacen desde países tan lejanos.

Los dos expertos consultados subrayan que cada vez hay más casos de intento de estafa a través de los ordenadores, teléfonos e incluso de aplicaciones como el WhatsApp.

Nuestros datos personales tienen un valor económico y su entrega supone riesgos difíciles de prever. En un mundo globalizado, una llamada de teléfono desde Kuala Lumpur, por ejemplo, le puede complicar la vida a usted que vive a más de 11.000 kilómetros de distancia. Porque su banco puede que responda devolviéndole el dinero que le hayan retirado de su cuenta, pero el último responsable de darles las claves a los hackers es el que se las da: usted (o yo). Caer en la trampa, a veces, es fácil.