Una sociedad que naufragó en la crisis del petróleo

m. s. d. VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

13 jun 2019 . Actualizado a las 20:33 h.

Cuando en el 2013 se convirtió en el principal accionista de Barreras, nadie imaginaba una caída tan en picado del precio del petróleo. De hecho, la delegación de Pemex que, encabezada por el entonces coordinador de asesores de la petrolera, Carlos Roa, hoy fuera de la compañía, se trasladó a Vigo para cerrar el contrato del flotel, anunció una lluvia de millones (más de 300) en forma de seis pedidos de otros tantos barcos que jamás llegaron.

Pemex recaló en Galicia de la mano de la Xunta en calidad de armadora necesitada de construir su propia flota. Encargó dos floteles en Galicia (a Barreras y a Navantia), y repartió entre Armón y otros astilleros una veintena de proyectos a cambio de su ejecución en México. Eso fue todo.

La situación dramática por la que atravesó no solo tumbó los planes de construcción de nuevos buques (la idea era encargar hasta 6 floteles más en Galicia), sino que, tras ser rescatada por el Estado mexicano, se vio obligada a aplicar fuertes recortes sobre pedidos y licitaciones.

Pero de lo que no cabe duda es que gracias a Pemex Hijos de Barreras hoy sigue en pie, porque de no haber entrado en el accionariado en aquel momento clave del 2013, no habría sobrevivido. El astillero se agarró con uñas y dientes a aquel plan de renovación de la flota de la petrolera azteca con el único buque encargado, el flotel Reforma Pemex, entregado en el año 2016.

Las finanzas son otra cosa. El flotel aún sigue dando pérdidas a la factoría, que cerró el ejercicio 2017 con algo más de 3 millones de euros en rojo, tras los 5,5 millones de pérdidas registrados en el 2016.

Las cuentas del 2018 aún no han trascendido, pero el rumbo del astillero está virando para bien, sin prácticamente ninguna ayuda de la petrolera. Tal vez por eso, este sea el mejor momento de separarse.

A día de hoy, Barreras, que cuenta con larga experiencia en buques de pasaje (para Armas o Balearia), dispone de una flamante cartera de pedidos que se sitúan en la gama más alta de este segmento. Las cifras que alcanza esa carga de trabajo no se recuerdan en el astillero. Su presidente, José García Costas, valora los pedidos firmados en 700 millones de euros.