La persecución al diésel frena en seco: ni prohibido en el 2040, ni impuestazo

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

SEAT

Ya no hay tiempo para impedir por ley su venta, ni Presupuestos para penalizarlo

20 feb 2019 . Actualizado a las 11:42 h.

El coche diésel pone luces largas para salir del túnel en el que entró hace unos meses cuando la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaró su defunción. Desde aquel «el diésel tiene los días contados», el Gobierno de Pedro Sánchez ha ido dando pasos hasta poner fecha al final del motor de combustión (gasoil y gasolina), que se situó en el 2040 para la venta y en el 2050 para su circulación.

Toda esta estrategia, argumentada en la necesidad de reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, se ha encontrado con el rechazo del la potente industria del automóvil (que genera un 10 % del PIB, con 17 fábricas y 300.000 empleos). La misma que ayer celebraba, aunque de forma contenida, porque aún no es oficial, que el Gobierno se haya quedado sin tiempo y sin Presupuestos para ejecutar su cruzada contra el diésel.

La precipitada convocatoria de elecciones generales para el próximo 28 de abril provocará la disolución del Parlamento el 5 de marzo, lo que provocará que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, en el que se sentarán las bases de la transición energética que viene, incluida la prohibición por ley de los vehículos de combustión, y que el Ejecutivo podría aprobar este viernes, se convierta en un documento de intenciones de escaso recorrido y nula tramitación parlamentaria.

Pero es más. Fuentes del sector aseguran que el borrador del anteproyecto de ley de cambio climático ha sido corregido a última hora para evitar poner fechas al final del motor de combustión.

Desde la industria aseguran tener constancia directa de esta marcha atrás de última hora de fuentes ministeriales. La Moncloa pudo haberles confirmado que la fecha de 2040 para el final del diésel es un «horizonte negociable», y que se muestra ahora abierta por completo a aplazar la fecha límite que había anunciado.

De ser así, cobrarían mayor sentido las palabras de la titular de Industria, Reyes Maroto, que la semana pasada aprovechó su asistencia al congreso nacional de la patronal de los concesionarios para afirmar que las tecnologías basadas en los propulsores de combustión «todavía tienen mucho que decir» y que «no estamos en un contexto en el que se pueda prescindir de estos motores».

El gasoil ya no sube

 

Pero, además de eso, con el rechazo a los Presupuestos Generales del Estado para el 2019 uno de los nuevos impuestos que decaen, por lo que no se aplicarán de momento, es precisamente el del diésel, con el que Hacienda pretendía recaudar 670 millones de euros. Un tributo que queda congelado.

El Ministerio de Industria se justifica diciendo que ahora los fabricantes de automóviles han logrado una mejora sustancial en el nivel de emisiones de los nuevos motores diésel y gasolina. Consideran, por tanto, que la clave es el rejuvenecimiento del parque móvil, e incentivar la compra de vehículos nuevos, aunque estos estén equipados con motores tradicionales.

Este giro va en línea de lo que siempre han defendido los fabricantes de coches: el verdadero problema de la contaminación atmosférica no está en los propulsores diésel, sino en la antigüedad de muchos de ellos. En el caso de Galicia, la edad media del parque de vehículos en activo supera los doce años.

Pero por el momento solo hay ayudas para la compra de vehículos «limpios». El Consejo de Ministros del pasado viernes aprobó una partida de 45 millones de euros para este fin, con bonificaciones de unos 700 euros para motos eléctricas, de 5.000 euros para los automóviles y furgonetas ligeras y de 15.000 para la compra de camiones y autobuses con propulsión alternativa. El presupuesto incluye también fondos destinados a instalar infraestructuras de recarga.

Las ventas caen por sexto mes consecutivo: hasta un 11 % menos en lo que va de febrero

La ministra de Industria, Reyes Maroto considera, y así se lo ha dicho al sector del automóvil, que «nadie puede decir que el Gobierno haya adoptado una medidas que le perjudique». Lo repitió en el reciente congreso nacional de Faconauto. Pero lo cierto es que los diversos anuncios y declaraciones de los últimos meses no han ayudado precisamente, y las ventas, sobre todo a particulares, llevan cinco meses de descenso, fruto de la gran incertidumbre creada. Y eso si solo se cuenta hasta enero. Porque febrero apunta en la misma dirección, con lo que, de no revertirse la tendencia, serán ya seis los meses consecutivos de caída.

Fuentes de los concesionarios cifran en un 11 % el descenso del mercado en los quince primeros días de febrero, respecto al mismo mes del año pasado, con mayor incidencia en el mercado de particulares, que cede un 9 %.

En enero, según la patronal de fabricantes Anfac, las ventas de diésel han supuesto tan solo un 28,9 % de las matriculaciones, en mínimos históricos, después de que su cuota haya caído más de diez puntos con respecto al año anterior. Frente a ese descalabro se constata un aumento, aunque en mucha menor medida, de las ventas de híbridos y alternativos.

Por su parte, la gasolina representa un 60 % del mercado y ya se matriculan más de dos coches con estos motores por cada diésel. Para el sector de la automoción, la crisis de ventas del diésel está provocada por la desconfianza del cliente, que, aseguran, no solo lastra ese segmento de vehículos, sino al conjunto del sector.

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