El salario mínimo se cuela hasta la cocina y dispara el gasto familiar

Mario Beramendi Álvarez
MARIO BERAMENDI SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

PACO RODRÍGUEZ

Un empleado de hogar a jornada completa cuesta ahora hasta 3.000 euros más al año

06 feb 2019 . Actualizado a las 16:46 h.

Desde el pasado 1 de enero, una familia que tenga una empleada del hogar a jornada completa, es decir, ocho horas diarias o cuarenta a la semana, tiene que pagar al mes 164 euros más como consecuencia de la entrada en vigor de la subida del salario mínimo. Si se suma el incremento del coste de la cotización a cargo del empleador, el gasto anual para el hogar sube en casi 3.000 euros. Un nuevo escenario que supone un mazazo para el bolsillo de muchos hogares, y que trae incertidumbre a un sector que, tradicionalmente, ha sido caldo de cultivo de la economía sumergida. Mientras el salario mínimo ha subido de una tacada el 22,3 %, los sueldos de los trabajadores lo han hecho un 1,78 %. Esto es, doce veces menos. Los últimos datos hechos públicos por la Seguridad Social sobre afiliación apuntan ya cuál será la tendencia: familias que se ven obligadas a reducir las horas de la jornada laboral de empleados de hogar y cuidadores, y otras que no tienen más remedio que darlos de baja porque no pueden hacer frente a ese gasto.

Trabajadores en el hogar en Galicia

 

En la actividad del hogar, Galicia registró en enero 216 cotizantes menos que en diciembre del 2018, antes de que entrara en vigor la subida del SMI. Un descenso que en el conjunto de España alcanzó los 3.048 afiliados. Encuadradas en esta actividad profesional se contabilizan ahora 10.000 personas menos que hace un año. Es el único régimen , junto con el del carbón, que pierde afiliados

Los empresarios, críticos

Desde las oficinas de la Seguridad Social apuntan que, más que un incremento notable de las bajas, sí aprecian un aumento de las familias que deciden reducir el número de horas contratadas, sobre todo en el área de limpieza. Y eso porque el trabajo de los cuidadores es mucho menos prescindible.

Precisamente ayer, el Círculo de Empresarios de Galicia alertó de que la subida del salario mínimo producirá un previsible incremento de la economía sumergida, y propiciará un aumento de las bajas de empleadas del hogar en la Seguridad Social, así como un incremento de reducciones de jornadas para ajustarlas al salario, además de mermar la capacidad de la economía gallega para crear empleo.

En la misma línea se manifestó el presidente de la gran patronal española, la CEOE, de visita ayer en Vigo, aunque sin querer echar demasiada leña al fuego. «Puede haber una contracción del empleo», manifestó, evitando relacionar directamente el incremento salarial con las cifras de desempleo.

Aunque sí aprovechó la oportunidad para volver a criticar que el Gobierno acordó la subida del SMI «saltándose el diálogo social». «La negociación colectiva está para algo. Hay 5.000 mesas abiertas en toda España, que funcionan y dan paz social», dijo Garamendi, que finalmente reconoció que la subida del salario mínimo debería tener en cuenta las diversas situaciones económicas de las comunidades españolas. «Cuando se habla de ciudades como Valencia, Madrid o Barcelona, posiblemente son cifras adecuadas, pero cuando hablamos de otras zonas de España igual resulta que son cantidades que no se han valorado».

El líder de la patronal elogió el papel de grandes y pequeñas empresas gallegas por su contribución al «milagro» del crecimiento económico español de los últimos años. «Por eso pedimos al Gobierno que no se cargue con muchos costes a las empresas», advirtió el presidente de la CEOE.

«Esto hará que muchas personas prefieran cobrar en negro»

Cuando L. A., trabajadora de 40 años, fue a las oficinas a la Seguridad Social para informarse, le dijeron que su empleada del hogar, por una jornada de cinco horas, pasaba de 530 a 650 euros, más el incremento de la cotización. Le propuso a su trabajadora reducir la jornada a tres horas diarias, lo que suponía un sueldo de 350 euros, pero la empleada, que encontró un puesto de tarde como camarera de hotel, decidió declinar la oferta. «Llevaba trabajando con nosotros casi siete años, y en la Seguridad Social me explicaron que, en caso de que la hubiese despedido, tendría que haberle abonado una indemnización de dos mil y pico euros. Al no aceptar la reducción no tuve que indemnizarla; pero este tipo de situaciones van a propiciar que muchas personas prefieran pagar sin contrato, y que muchos empleados, al ver reducida la jornada, prefieran cobrar en negro», asegura.

«Tuve que reducir las horas a 6 porque no podía asumir el coste de 8»

Durante varios años, R. M., una madre trabajadora de clase media acomodada, profesional del sector sanitario en el área de Compostela, ha tenido contratada a una asistenta a jornada completa. Hasta ahora, fue subiéndole su retribución y su cotización tal y como iba marcando la evolución del salario mínimo. Pero, esta vez no. No ha podido con la brusca subida del pasado 1 de enero. «Yo estaba pagando, en doce mensualidades, cerca de 850 euros y, desde enero, por una jornada de ocho horas, pasaba a 1.050. A esto hay que añadir el incremento de la cotización que pasa, creo recordar, de los 205 a los 263 euros. Si echo cuentas, son más de 250 euros al mes, y un dineral en el conjunto del año. He tenido que reducir las horas a seis porque no podía pagar las ocho», explica esta madre trabajadora que tiene tres hijos pequeños a su cargo. La mujer se lamenta de que se conciba a los hogares como si fueran unidades que generan una facturación. «Nuestros sueldos han subido muchísimo menos, y esto es, sencillamente, una carga inasumible para muchas familias», apunta.