El paquete les gana la partida a las cartas

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Álex López-Benito

En los últimos diez años, las misivas han caído un 40 %, mientras que la paquetería crece a un ritmo vertiginoso

29 ene 2019 . Actualizado a las 12:03 h.

Móviles, tabletas, ordenadores y demás cacharros que aterrizaron en nuestro día a día de la mano de la era digital han asestado un golpe certero al correo más tradicional. Las cartas pierden poco a poco una batalla que está ganando por goleada la paquetería. Y las cifras que manejan en Correos demuestran lo que muchos ya sospechaban. En los últimos diez años, la correspondencia más tradicional ha descendido un 40 %, mientras que los paquetes se consiguen superar de año en año e, incluso, de mes a mes. Solo en las instalaciones de Correos de Galicia, se disparó la cifra de este tipo de envíos casi un 70 % en el último año.

La irrupción del comercio on-line y las exigencias logísticas que esta tendencia de consumo trae consigo han obligado a los operadores como Correos a llevar a cabo un profundo lavado de cara. Renovarse o morir. Y la sociedad de capital público se ha aplicado bien en ello. El centro de tratamiento automatizado (CTA) de Correos en Santiago de Compostela -en el que trabajan más de 140 personas- comenzó con su proceso de automatización en el 2004 y desde entonces no ha parado. La última de sus adquisiciones -un escáner encargado de medir y pesar los paquetes y leer de manera automática las direcciones de entrega- tiene solo cuatro años. Toda ayuda es poca para gestionar los 16.000 bultos que de media aterrizan cada día en este centro.

Un centro «tela de araña»

Pero a pesar de ir perdiendo la partida, la carta sigue teniendo su protagonismo en los 6.000 metros cuadrados que ocupan las instalaciones del operador en Santiago. Los gallegos siguen depositando en los famosos buzones amarillos una media de 30.000 cartas diarias, una cifra a la que hay que sumar las que llegan a través de las oficinas que la compañía tiene dispersas por toda la geografía de la comunidad.

Todo pasa por este centro, que su responsable, Moncho de la Fuente, califica de «tela de araña», porque por sus tripas transitan todos y cada uno de los envíos que tienen como origen o destino la comunidad gallega. «La gente no es capaz de entender que una carta que viene de Vigo y va también a Vigo tenga que pasar por aquí, pero es la única manera de tener todo bajo control y de que todo llegue correctamente al lugar que le corresponde», explica.

Tantas cartas y paquetes exigen ritmo y coordinación. Entrar por la puerta de estas instalaciones, que funcionan 24 horas al día durante los 365 días del año, supone meterse de lleno en un ir y venir de carritos, de maquinaria funcionando a destajo, y trabajadores organizados y afanados para que todo llegue a tiempo hasta los buzones y puertas de sus clientes.

Cada paso está monitorizado. Desde que los envíos aterrizan en el edificio, hasta que salen en las 38 conducciones diarias que los llevan hasta el destino final. El camino de todos los bultos arranca en los escáneres de seguridad, unas máquinas como las que en los aeropuertos descartan cualquier peligro. Después, cartas y paquetes son separados para iniciar su clasificación. Varios aparatos y los empleados de la planta se encargan durante todo el día de distribuir en carros y cajas el millón y medio de envíos que reciben a diario en la planta.