Rosa Castro: «Veo esas manifestaciones y pienso: '¡Dios mío! Ahí estábamos nosotros'»

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso VIGO, AROUSA / LA VOZ

ECONOMÍA

MONICA IRAGO

Todos los cierres son traumáticos, pero el de la conservera Alfageme fue realmente duro por la duración de su conflicto y por su inesperado final

20 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos los cierres son traumáticos, pero el de la conservera Alfageme (con plantas en Vigo y O Grove) fue tan duro por la duración de un conflicto y por su inesperado final que a Rosa Castro todavía se le quiebra la voz al recordarlo. Rosa vive en el municipio de Meaño (Pontevedra) y fue empleada de Alfageme durante 35 años (empezó con solo 16), y se siente identificada con los trabajadores de Alcoa. «Cuando los veo en las noticias digo: “¡Dios mío! Así estábamos nosotros también”», dice, todavía indignada por un cierre que se podría haber evitado. «Luchamos mucho, hasta el final, porque estábamos convencidos de que había salida. Estaba todo negociado con el nuevo grupo que se iba a hacer cargo, incluso nuestro compromiso de paz social. El día que nos dijeron que la Xunta nos retiraba su apoyo, lloré de rabia y de impotencia», recuerda. Rosa se fue para casa con 4 meses de paro y una indemnización de 20 días por año trabajado. «Pero nadie se llevó más de 15.000 euros», asegura. Fue una activista contra el cierre hasta el final. «Estoy orgullosa de lo que se luchó, haciendo encierros en las fábricas y en los concellos; protestando en la calle, aún con los críos pequeños. Pasamos frío y pasamos de todo. Como los de Alcoa, no luchábamos contra los despidos, luchábamos por nuestros puestos de trabajo», afirma.