Mario Barcenilla: «¿Más gallego o madrileño? La vida me la ha dado Galicia»
ECONOMÍA
El presidente de Arias Infraestructuras defiende que las empresas más modestas dan mejor servicio de proximidad, frente a las multinacionales
01 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Un minuto y medio después de entrar en su despacho, hay ya datos que describen a Mario Barcenilla Moreno, presidente de Arias Infraestructuras: siempre viste de azul (alguna vez, camisa blanca), el mar es su refugio y pasión, pone límites al hablar de su vida privada, le gustan las matemáticas, nació en Madrid, pero es gallego.
-Arias nació en 1955. En verano se cerró una operación de compra.
-Esta era una empresa familiar que constituyeron unos señores con mucha iniciativa en 1955. Como muchas compañías familiares de este país, los relevos generacionales cuestan y en este caso, aunque yo no estuve, el relevo no funcionó como debería y la empresa pasó a manos de un empresario de A Coruña, Ildefonso Rodríguez, que es el presidente de Abeirar. En el momento de la compra a la familia tenía un 75 %. Este año, Abeirar, que abarca construcción, instalaciones, distribución... acomete un plan estratégico para todas sus empresas. Decide desprenderse de Arias, pero no quería venderla de cualquier manera. Ildefonso me dijo que estaba orgulloso de la empresa, que tenía que continuar y mejorar, y jamás abandonar Galicia. Aparecimos nosotros, dos señores que queríamos hacer nuestro propio proyecto después de trabajar en multinacionales.
-El otro señor es...
-Antonio Aranzadi, vicepresidente. Distribuimos el capital de la compañía al 50 %.
-¿Se reparten las funciones?
-Sí. Llevo en Galicia desde 1993, cuando se estaban desarrollando todos los planes de las autovías. Soy ingeniero de caminos y vine aquí como tanta gente, y muchos nos quedamos porque nos gustó esto. Así que llevo en Galicia 25 años. Antonio también ha estado aquí, pero con lapsos: marchó, volvió... A mí me gusta mucho esto. Estoy asilvestrado total, no puedo vivir sin el mar. ¿Adónde voy a ir si no es a Galicia? [Retoma el hilo de la entrevista]. Abeirar contacta con nosotros porque sabía que estábamos interesados en buscar alguna oportunidad de este tipo. Nos conocimos, tuvimos feeling y él se sintió seguro de pactar la venta.
-¿Cómo se resuelven los problemas con dos socios al 50 %?
-Somos administradores solidarios. Tengo un voto más porque lo pactamos así. Nos conocemos hace 25 años. Él fue mi primer jefe.
-¿Han heredado el problema de Abeirar con el anterior propietario?
-No. Hay un problema que radica en que Antón Arias [miembro del grupo familiar] ejerció un derecho de separación de la empresa, y en ese momento hubo que valorar la parte que le correspondía, un 25 %. Arias no está de acuerdo en esa valoración, y los juzgados dirán. Pero esa es una falta de entendimiento entre dos accionistas en un momento dado de la historia de esta empresa. No tiene nada que ver con nosotros.
-¿A cuánto ascendió la compra?
-Es información confidencial. Ninguna de las partes lo ha dicho. No quiero traicionar a la otra parte. [Insistencia con la pregunta]. No me va a convencer. [Muestra su sonrisa más amable. Más adelante confirma que el retorno de la inversión será dentro de unos tres años].
-De acuerdo, pasamos. Hablemos del plan de negocio.
-Es una empresa tradicional de carreteras, y queremos volver al negocio de conservación y mantenimiento. Pero la gran apuesta es integrarnos en la actividad de mantenimiento y recogida de basuras y limpieza viaria de los concellos. Tenemos que diversificar y pasar a contratos a más largo plazo. Nuestra cartera asciende a unos 23 millones de euros.
-En la recogida de la basura hay ya muchos operadores.
-Las grandes. Nosotros hemos hecho una alianza estratégica con Valoriza. Nos hemos presentado en A Coruña a un contrato de ocho años. Frente a una multinacional, Arias da un servicio de cercanía y resolución de problemas. Nos debemos al cliente de aquí, que está a 200 metros.
-En lo público el mundo político manda mucho. Y está revuelto.
-España vive un momento delicado. Los empresarios queremos estabilidad y yo no la detecto, honradamente. Si la política no da estabilidad, si no hay estabilidad jurídica, la inversión se torna más compleja, las empresas tienen problemas. Lo que ha pasado con las hipotecas da mala imagen. Instituciones como el Supremo tienen que tener una seguridad absoluta. Si yo un día necesito de la Justicia, quiero que sea rápida y que le dé la razón a quien justamente se la tiene que dar.
-¿Muchos cambios para la plantilla tras la compra?
-Somos 160 trabajadores. Todavía hay padres e hijos, y queremos que siga siendo así. La plantilla está muy involucrada con la empresa. Me gusta. Las personas no pueden ser un engranaje mercantil. Son muy importantes. Si un señor ha trabajado 40 años en la compañía y a su hijo le gusta ese trabajo, ¿por qué no va a entrar? Es la mejor transmisión del conocimiento. Para aumentar la plantilla habría que aumentar la facturación y salir de Galicia. Queremos estabilidad.
-¿Qué opina de los peajes?
-Soy propeaje. El Estado no puede afrontar todas las inversiones que necesita un país. Si me pregunta por la AP-9, mi opinión es que, dado que la alternativa es una carretera nacional, habría que valorar seriamente que cuando acabe el contrato la iniciativa pública se hiciese cargo. Pero habría que valorar la situación del país. Yo la recuperaría si tengo disponibilidad, porque vertebra Galicia. No es alternativa ir por la N-550.
-Vino a Galicia con 23 años (nació el 18 de noviembre de 1969). Lleva más tiempo aquí que en Madrid. ¿Más gallego o madrileño?
-¿Más gallego o madrileño? Más gallego. La vida me la ha dado Galicia.
-Sus padres...
-Mi padre falleció el año pasado. Mi madre está en Madrid y la veo menos de lo que debiera. Mi padre era un tipo excepcional. Nunca hablaba más de la cuenta. Era un buen ejemplo. Ingeniero técnico aeronáutico, y muy manitas: me arreglaba todas las cosas del barco.
-¿Tiene barco?
-Sí, en Vigo. Cuando el tiempo lo permite, voy los fines de semana. Soy un vagabundo del mar [risas].
-¿Cómo dice?
-Me encanta estar en el barco, navegando sin rumbo fijo. En momentos de la vida que fueron complicados, el mar me dio tranquilidad, reposo. Estar solo te viene bien para darles una vuelta a las cosas. No tuve contacto náutico, salvo con las barcas del Retiro, hasta que llegué aquí. He cruzado el Atlántico, estuve en las Azores. El barco se llama O Que Hai.
-¿Sabe gallego?
-Lo entiendo bien, y hablo algo. Conozco Galicia [recuerda que estuvo trabajando en A Cañiza y llovió cuatro meses sin parar]. Como decimos Antonio y yo, no hemos venido a especular con Arias. Tampoco nos hubieran vendido la empresa. Espero pasar el testigo.
-Siempre de azul: ¿no siente necesidad de otro color?
-De vez en cuando uso camisa blanca. Eché de menos una corbata negra hace poquito, por mi padre y por un buen amigo: Luis, un buen gallego, un gran profesional y gran compañero. Trabajó conmigo 15 años. Estudiamos en Madrid y él era de Mugardos. [Sigue hablando de su padre]. Tanta obcecación por el trabajo que al final descuidas a la familia.
-¿Lo dice por usted?
-Sí, a mi padre tenía que haberlo visto más. Esas épocas de me tengo que ir a... Puedes irte un día después, cumplir con la empresa y ver a tu padre. A todo el mundo le recomiendo que esté con sus padres.
-¿Cómo son los gallegos?
-Muy buena gente. El día que uno te abre su puerta puedes estar tranquilo. Una de las personas que más aprecié era gallego, introvertido, muy suyo. El día que me gané su confianza, también gané al amigo que fue el primero en estar cuando tenía cualquier problema.