El pequeño comercio dice basta: «Tenemos que mostrar a la gente que somos necesarios»

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

ECONOMÍA

MARTINA MISER

Rocío Louzán regenta un negocio de bicicletas en Vilagarcía y apunta al factor dinamizador del pequeño comercio frente a las ventas on-line

15 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La calle Arcebispo Lago encarna un pedazo muy ilustrativo de la historia contemporánea de Vilagarcía de Arousa. Hasta finales del siglo XIX por aquí discurría el puente que unía el pazo de Vista Alegre con la iglesia parroquial de Santa Baia. Una vez desecadas las marismas y urbanizado el antiguo humedal, de todo aquello queda el recuerdo y una corta vía peatonal en la que abren sus puertas una decena de negocios. «Es una calle pequeña en espacio, sí, pero muy importante para el empleo, porque aquí trabajamos más de veinte personas». Quien habla es Rocío Louzán, al frente de un establecimiento que se dedica al mundo de la bicicleta. A su venta y reparación, a sus accesorios e incluso al alquiler. Rocío compagina esta actividad con la presidencia de Zona Aberta, una asociación bajo la que se cobijan dos centenares de comerciantes de la capital arousana. La suya es una visión que va más allá de los marcos de su tienda. Cuando habla, lo hace para dar voz a un colectivo que lo está pasando mal.

«Si nos sumamos a la campaña que se inició la semana pasada es porque tenemos que dar un golpe en la mesa y hacernos notar», sostiene la empresaria arousana, que no dudó en secundar la huelga de escaparates caídos para protestar contra la presión que los pequeños negocios soportan. «Sufrimos una crisis importantísima, no solo en Galicia, sino en toda España, y la causa está en muchos factores; no solo en los centros comerciales, que aquí también padecemos, sino principalmente en todo el daño que nos está haciendo Internet».

El contrincante digital

El comercio on-line es como un virus. Se cuela en cada hogar a través de las pantallas y los teclados e infecta las costumbres del gran público hasta hacer de las compras virtuales el pan nuestro de cada día. De ahí a prescindir de la tienda de barrio no hay más que un paso. «La gente no se da cuenta de lo necesario que es el pequeño comercio en las ciudades, y tenemos que mostrar al público que somos muy necesarios, imprescindibles para la economía local». La imagen de una calle en penumbra, privada de escaparates en funcionamiento, suscita una inquietante impresión de desierto urbano, con todo lo que aguarda detrás. Aceras vacías y esquinas oscuras. Un territorio inhóspito. «Está claro que la ciudad sin la vida del comercio es menos segura, pero es que gracias a nosotros sobreviven también otros negocios como los agentes de seguros, las empresas de limpieza, las de pequeñas reparaciones, y todo eso tenemos que hacerlo ver».

No es que Rocío tenga nada en contra de la web. «Nosotros también tenemos nuestra página y vendemos por la Red, pero deberíamos poder luchar todos con las mismas armas, y las grandes plataformas de venta no lo hacen». Su reflexión la extiende la comerciante a las marcas de referencia, en especial las de textil y calzado, «porque no se preocupan de las tiendas pequeñas y lanzan ellas mismas esas campañas de descuentos sin freno». Louzán pide, por último, cambios en la ley de comercio para ajustar unas campañas de rebajas «que hoy por hoy están absolutamente desenfocadas».