Calviño: «Nuestro crecimiento sigue siendo robusto y con bases sólidas»

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta REDACCIÓN

ECONOMÍA

La Voz

La ministra de Economía defiende la inminente subida de impuestos frente a la reforma fiscal del 2014 que supuso, calcula, que el Estado dejara de ingresar 12.000 millones

09 oct 2018 . Actualizado a las 19:43 h.

Nadia Calviño eligió Galicia como primer territorio que visita, fuera de Madrid y de Europa, tras ser nombrada ministra de Economía. No es casual. Aunque formada académicamente en Madrid, y con una amplia trayectoria profesional en Bruselas, Calviño nació en A Coruña en 1968, se siente gallega y hasta su nombramiento como responsable de Economía no era nada infrecuente que se dejara ver por el área metropolitana de esa ciudad.

Y en esa primera visita oficial a Galicia, Calviño dejó clara la apuesta del Gobierno por subir los impuestos para lograr mayores ingresos con los que reducir el déficit público y, si se puede, la abultada deuda. «Hay que tomar medidas, no podemos mejorar el déficit fiándolo solamente al crecimiento, hay que mejorar por el lado de los ingresos», dijo en un foro organizado por Abanca y La Voz de Galicia.

Calviño evitó detallar por dónde irán esas subidas, pero sí dejó claro, ante un auditorio de empresarios, economistas y representantes de la banca y la universidad, su recelo ante la reforma fiscal del Gobierno de Rajoy en el 2104, que supuso retocar a la baja el IRPF y el impuesto de sociedades: «Esa reforma ha detraído al sistema 12.000 millones de euros, se podrían haber tenido más ingresos para el sistema sin este tipo de políticas».

Previamente, en una conferencia en la Facultad de Económicas de A Coruña, instó a adaptar el sistema fiscal al contexto actual «teniendo en cuenta la actividad de las grandes plataformas digitales», con ese anunciado tributo a grupos como Cabify o Airbnb y con la creación de «impuestos sobre las transacciones financieras». Es probable que algunas de esas líneas -sin entrar al detalle concreto- figuren en la propuesta que en los próximos días remitirá el Gobierno a Bruselas, una arquitectura de los Presupuestos con sus objetivos. «Estamos, en paralelo, con las negociaciones políticas para terminar de cerrar las líneas generales de esas cuentas y en la preparación del cuadro macroeconómico que tiene que acompañar a las previsiones», comentó. Serán «unos Presupuestos que conjuguen la estabilidad presupuestaria, la reducción del déficit público y el ajuste estructural con políticas sociales que consigan atajar el gran problema de la desigualdad».

Los objetivos marcados

En su conferencia de cierre de la jornada, La agenda digital y su repercusión en Galicia, la ministra marcó tres puntos clave que, insistió, están formando el eje de actuación del equipo de Pedro Sánchez: la reducción de la deuda pública, posiblemente el mayor desafío de las economías occidentales, por el nivel tan elevado que han alcanzado, y sobre «la que se ha hecho muy poco en reducirla en momentos de crecimiento»; en segundo lugar, citó la reducción de la desigualdad, con especial incidencia en la pobreza infantil, el paro de larga duración y el desempleo juvenil; y en tercer lugar, la formación de la agenda del cambio, que (apuntó vinculando al título del foro), tiene que ayudar a enfrentarse al cambio tecnológico que vive el planeta, y también al cambio climático. 

Y en esa agenda incluyó como palanca de cambio la educación y la formación de los trabajadores: «Invertir en capital humano contribuirá a mejorar nuestro PIB».

Sucede que toda esa agenda llega en un momento en el que la economía española se encuentra en un momento de enfriamiento, con varios organismos revisando a la baja sus previsiones para España. Unas complicadas expectativas a la baja que la ministra quiso contextualizar, y sin hablar expresamente de desaceleración: «Hay una moderación del crecimiento, pero sigue siendo robusto en España, y con bases sólidas, aunque seguimos atentos a los riesgos». Riesgos como, citó, la resolución del brexit, el cambio de política económica en el BCE o las turbulencias financieras internacionales. 

La ministra fue especialmente severa con la situación en la que se encuentra el mercado laboral, reprobando «la alta rotación y temporalidad» de los contratos. «La cohesión social -resumió- es esencial, el crecimiento no podrá ser sostenible si no hay esa cohesión».