Atrás quedan los tiempos en los que en una granja se hacía todo a mano. La profesionalización del sector y la priorización del bienestar animal han creado todo un nicho de innovación

Marta López
Redactora en La Voz de Galicia, delegación de Carballo, desde 2017. marta.lopez@lavoz.es

Si se lo cuentan hace veinte años no se lo hubiera creído. ¿Se imagina controlar su explotación ganadera desde su teléfono móvil, sin casi tener que pisar la granja, y con control absoluto sobre sus reses? Cuáles han de ser inseminadas, cuáles deben dejar de producir leche para entrar en el período de secado, cuáles han sufrido una variación brusca de temperatura o peso en los últimos días... Pues deje de imaginárselo, porque el control telemático de las explotaciones de ganado vacuno es una realidad, y además muy popular en Galicia.

A eso han de añadírsele sistemas de enfriado de los animales para reducir el estrés por calor, como ventiladores o nebulizadores; medios de transporte individualizados para recién nacidos; robots de ordeño que miden al instante los nutrientes de la leche; o decenas de invenciones en materia de producción forrajera, como un cóctel de microorganismos que mejora la calidad del purín y disminuye considerablemente su olor fétido.

Innovación, pero también confort para los animales. En las inmensas instalaciones del centro de recría de Castro de Ribeira de Leas (Lugo), recién inaugurado, hay desde mantas térmicas para las terneras más jóvenes, hasta máquinas especializadas para la preparación de leche o pequeños «carritos de bebé» para el transporte de las crías. «É un verdadeiro hotel de cinco estrelas», dice el responsable de Recría Castro, Rogelio Grille.

 Todo incluido, por 1.500 euros

El funcionamiento de estas instalaciones es sencillo. Dado que muchas explotaciones ganaderas no tienen el espacio, la mano de obra o la comida necesaria para mantener durante dos años a terneras nacidas en sus granjas para que después se conviertan en vacas productoras de leche, los empresarios llevan al centro de recría a las reses recién nacidas (de unos 15 días) y allí permanecen durante 22 meses hasta que están listas para su primer parto.

En el centro se encargan de todo -transporte, alimentación y primera inseminación- y al ganadero le sale a un precio único de unos 1.500 euros por cada ternera. «A recría é o futuro das explotacións. As becerras que estás criando hoxe, serán as vacas de mañá», sostiene Grille.

Las más pequeñas las tienen en cubículos individualizados, para prevenir la propagación de enfermedades -sobre todo de tipo respiratorio e intestinal- y más tarde las juntan en pequeños grupos. Para ir de una nave a otra de las instalaciones (86.000 metros cuadrados) es evidente que no podrían trasladar a las terneras a pie, por lo que han ideado sistemas de transporte que van desde carros de hasta 6 plazas, a carritos individuales. «Neste caso son para as becerras máis pequeniñas, de menos de 100 quilos. ¡Son como carriños de bebé!».

El calor, dice Rogelio, no es un problema, «e se coñecedes Castro de Ribeira de Leas, saberédelo» [ríe], pero a veces el frío sí que aprieta en exceso, y por eso disponen de mantas térmicas para las reses más pequeñas.

Es primordial el manejo «exquisito» de estos animales, pues deben engordar cada día una media de unos 800 gramos hasta estar listas para su primer parto, que deben afrontar con 600 kilos de peso y buena salud, algo fundamental para el correcto desarrollo de la preñez.

 El estrés por calor

Cuando una vaca es sometida a temperaturas superiores a 27 grados sufre, y sobre todo en lo referido a la fertilidad y la productividad. Es por ello que muchos ganaderos se están rascando el bolsillo para instalar en sus granjas sistemas de ventilación autónomos para enfriar el ganado. «Existen tamén nebulizadores que conteñen auga, para refrescalas», explica Alberto Fernández, uno de los responsables del departamento de bienestar animal del centro de formación EFA Fonteboa, en Coristanco.

«As cuadras teñen que estar ben ventiladas, pero tamén protexidas dos ventos dominantes. O ideal é que non se superen os 0,5 metros por segundo», indica el docente, que incide también en las medidas de bioseguridad en las granjas y en el vallado perimetral para impedir la entrada de animales extraños. La presencia de pájaros, dice, es inevitable, pero no demasiado dañina, a pesar de que sí puede dar pie a falsos positivos en el test de la tuberculosis, algo que se soluciona una vez realizada una segunda prueba, llamada comparada.

Existen, además, otras medidas para mejorar el confort de los animales, como los cepillos rascadores que muchas explotaciones han colocado para que sus reses puedan rascarse a placer cuando así lo deseen. En la SAT A Pradeira de Xoane (Carballo), hay tanto cepillos como ventiladores (imagen superior).

 Lo último en robots

De cara a mejorar el confort, aunque esta vez del propio ganadero, explica Alberto Fernández, se han implementado robots de alimentación que se encargan de repartir las raciones de comida de forma autónoma, y casi sin la intervención del dueño. Acude esta máquina a una especie de centro logístico donde mezcla los ingredientes de la ración y después la distribuye. Así, el ganado dispone de comida fresca en todo momento y facilita enormemente el trabajo al operario.

Y para la tarea menos placentera, la limpieza de los excrementos por el pasillo trasero, también se ha inventado un instrumento. Las arrabaderas se programan de tal modo que, de forma autónoma, cepillan la zona trasera de las plazas llevándose consigo las heces y residuos.

Aunque si en algún campo está más que implantada la presencia de robots, es en el ordeño. Y no solo en lo tocante a la extracción de leche. Estos aparatejos hacen de todo: «Teñen un sensor que dá moitísima información de cada vaca. Mide a proteína e a graxa do leite, así como a súa temperatura. Tamén marca a condutividade, os electrólitos que van no leite e a electricidade que teñen. Calcula a salubridade e marca tamén a colorimetría [no referido ás mamites]», apunta la veterinaria Yolanda Trillo, que trabaja para la empresa de robots Lely.

Pero ahí no acaba la cosa, sino que los ganaderos lo llevan todo en su teléfono móvil, sin tener casi que pisar la granja. «Indícasllo ao robot e pode mesmo separarche ás vacas que teñen que ser inseminadas, ou ás que teñen que empezar co secado. Avísate se a unha vaca lle sobe ou baixa a temperatura e precisa coidados, se se lle aproxima o parto... É como un asistente persoal», dice la veterinaria, que precisamente da soporte a las granjas para configurar todos estos parámetros.

 Purín sin olor: es posible

¿Cómo?, se preguntarán. Pues con un cóctel de microorganismos impulsado por la empresa pontevedresa Bioprana que, aplicado al purín, no solo reduce en gran medida su olor fétido, sino que mejora la calidad de la materia orgánica y de los terrenos en los que después se emplea a modo de fertilizante. Además, aligera la densidad del purín, haciendo más fácil su vaciado e impidiendo posibles taponamientos. Por ese motivo se decidió el ganadero José Manuel Gil, de la granja Pose García de Ponteceso.

Los microorganismos que contiene este producto se adhieren a la materia orgánica y aceleran su proceso de fermentación, reduciendo también el volumen de patógenos que hay en el ambiente, lo que reduce enfermedades y afecciones en los animales. «Probei moitas cousas, pero ningunha con esta eficacia», confiesa Gil, que percibe una notable mejoría en la calidad de sus forrajes.

En cuanto al olor, aunque la reducción es notable, «aos que veñen da cidade aínda lles cheira, pero os veciños nótano», dice divertido el ganadero Marcos Torrado, de Cabana de Bergantiños.

 El proyecto AniCare

La educación, en materia de bienestar animal, es el primer escalón que deben subir los ganaderos, y de esta necesidad nace el proyecto internacional AniCare, en el que toman partido expertos de cinco países europeos.

En representación de la federación EFA de Galicia acude, entre otros, el docente José Gil, que da clase en Coristanco. Tienen reuniones bianuales (la próxima es del 1 al 5 de octubre, en Finlandia) y trabajan en la creación de «ferramentas didácticas, sobre todo vídeos en granxas», para su posterior utilización en la formación de los ganaderos del mañana.