La subida de la luz le cuesta 12 millones más al campo gallego en solo un año

Xoán Ramón Alvite Alvite
xoán ramón alvite REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

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Las inversiones hechas en granjas e invernaderos para reducir la factura no se amortizan

19 sep 2018 . Actualizado a las 16:56 h.

La subida imparable del recibo de la luz amenaza con descuadrar, todavía más, las cuentas de los agricultores y ganaderos gallegos. Y esto es así porque, durante el último año, sus facturas por este concepto se han encarecido en un 16 %, lo que, en términos concretos, supone un incremento de gastos superior a los doce millones de euros.

De este sobrecoste, más de ocho millones lo han asumido las escasas 8.000 explotaciones lácteas -las que más energía consumen- que continúan en activo en Galicia y que han visto cómo sus facturas mensuales subían de los 443 euros que promediaban durante el pasado 2017 hasta los 514 euros de media que registran durante la primera mitad del presente ejercicio.

Estas cifras aumentan notablemente en el caso de aquellas explotaciones más dimensionadas, donde resulta relativamente habitual encontrarse con consumos mensuales de electricidad superiores a los 1.000 euros. «Os equipos de muxido e, principalmente, arrefriamento do leite consomen moitísima enerxía, polo que o aumento do seu prezo tamén redunda nun incremento dos custos de produción. Algo que para nós é moi prexudicial, pois coincide no tempo coa baixada que experimentan os prezos que cobramos pola nosa materia prima», apunta Óscar Blanco, presidente de la Asociación Gandeiros de Mazaricos, que representa a más de medio millar de granjas con una producción anual conjunta superior a los 85 millones de litros de leche.

Más costes, menos ingresos

Opinión que comparten desde UPA, matriz estatal del sindicato gallego Unións Agrarias, que critican los efectos que la subida continuada de la luz puede tener sobre el campo gallego, donde los márgenes de beneficio ya son muy reducidos. «Mentres o prezo dos nosos insumos non deixa de medrar, o que cobramos pola carne ou polo leite que producimos continúa en caída libre. Son necesarias medidas que palíen o importante custo enerxético que neste momento sofren as explotacións agrogandeiras», explica Román Santalla, productor lácteo del Deza y responsable estatal de ganadería del sindicato.

Si en el ejercicio del 2002 el Instituto Enerxético de Galicia (Inega) cifraba el coste energético de producir un litro de leche en 1,4 céntimos de euro, varios estudios de costes referenciados al 2017 ya lo sitúan en el entorno de los tres céntimos. Es cierto que una parte importante de este importe pertenece al gasto en combustible de la maquinaría agrícola -que también se incrementó en más de un 20 % durante los últimos doce meses-, aunque es la electricidad lo que más preocupa a los productores debido a la evolución creciente que ha venido manteniendo durante el último lustro. «O gasóleo ten temporadas. Flutúa moito e é nos momentos de baixada cando intentas abastecerte para un período máis longo. No caso da electricidade, ves como a factura vai subindo mes a mes sen poder facer nada», se lamenta Santiago Lema, gerente de una granja hortícola para la que la electricidad resulta imprescindible a la hora de mantener las condiciones de temperatura y humedad de sus instalaciones. Otro tanto sucede con las explotaciones avícolas, cuyos consumos por este concepto pueden superar con facilidad los 2.000 euros mensuales.

El problema de los agricultores y ganaderos gallegos con el precio de la electricidad no es nuevo. De hecho, durante los últimos años han invertido importantes cantidades de dinero en la puesta en marcha de medidas que permitan reducir su consumo. Iniciativas que, prácticamente, han quedado anuladas, pues los incrementos que ha ido experimentando siempre han sido mayores que el ahorro que pretendían conseguir.

Medidas ineficaces

«No noso caso gastamos máis de dez mil euros no último trienio, e non conseguimos baixar a factura nin un só mes», apuntan desde la cooperativa agraria xalleira SAT Busto-Corzón que, como otras muchas explotaciones gallegas, han apostado por la colocación de placas solares o de recuperadores de calor (sistemas que aprovechan la temperatura que desprende la leche en su proceso de enfriamiento) para calentar el agua que utilizan en la granja.

De la misma manera, muchas ganaderías han apostado por la sustitución de las bombillas tradicionales por lámparas led de bajo consumo y por la compra de aparatos que varían la frecuencia con las que funcionan las bombas de vacío de las granjas para adaptarlas a las necesidades de cada momento. El ordeño de las vacas, que dura entre dos y tres horas en horario de mañana y tarde, y el proceso de enfriamiento de la leche (debe bajarse su temperatura desde los 35 grados a los que sale de la ubre hasta los 4 grados a los que debe conservarse hasta su recogida) son las tareas de mayor coste eléctrico.