Los informes y expertos en calidad del aire subrayan el reparto desigual de las emisiones desde las industrias urbanas gallegas y el peso principal del tráfico rodado en la contaminación

Manuel Varela
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Entre Alcoa y la Refinería de A Coruña hay una carretera que une la ciudad con Arteixo y más de 5.000 personas. El núcleo de Meicende se estrecha ante sus dos gigantes vecinos. «Cuando el olor es intenso se hace bastante molesto, pero diría que ya estoy acostumbrado», responde Adrián, vecino de los humos que observa desde su casa. Un aroma artificial suele cubrir el pueblo a diario aunque, para este joven, el peor olor llega ocasionalmente desde la zona de Suevos, donde hay una fábrica de harinas para animales.  

El pueblo es víctima de un desarrollo urbanístico caótico que lo convirtió en centro de la zona industrial más densa de Galicia. «A cidade foi aumentando, cos plans de ordenamento que tocaron na súa época, e fixo que algúns barrios se introduciran nestas áreas», explica Manuel Vellón, licenciado de Ciencias Químicas con más de veinte años de experiencia en el sector de la calidad del aire. Un aire que, según analiza, no presenta «grandes problemas» en Galicia. 

El Ministerio para la Transición Ecológica recoge anualmente las emisiones de unas 7.000 industrias del país. No son todas las que hay en España, pero sí aquellas en las que se supera el llamado «umbral de información pública»: cada vez una fábrica expulsa una cantidad determinada de una sustancia por encima de una barrera, ésta aparece en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR). Galicia cuenta con 115 puntos, repartidos por 63 ayuntamientos. 

El área metropolitana de A Coruña es la que más aporta al listado, con 12 instalaciones repartidas entre el concello herculino y el de Arteixo. La atmósfera en la ciudad de A Coruña es una de las más contaminadas de la comunidad, aunque las chimeneas de su entorno no son las principales responsables. «Aínda que a influencia das emisións industriais é bastante significativa nalgunhas cidades, a principal causa é o tráfico rodado», apunta Xosé Veiras, biólogo y miembro de Ecologistas en Acción. Vellón coincide con el análisis y recuerda que, además, el volumen de vehículos es muy inferior al de grandes urbes como Madrid o Barcelona. 

La instalación que más elementos desecha es la refinería de Repsol, principalmente óxidos de azufre y dióxido de carbono. En este último es el tercero de Galicia, tras las centrales térmicas de As Pontes y Meirama, también en la provincia de A Coruña. Algo más de un millón de toneladas al año del principal gas causante del efecto invernadero que eleva la temperatura terrestre, según los últimos datos del PRTR para el 2016. 

«En Repsol queremos ser un actor relevante en la transición energética global», asegura la compañía a La Voz a través de un cuestionario. La petrolera prevé una inversión de 2.500 millones de euros hasta el 2020 en «negocios de baja emisiones» y reducir los gases de efecto invernadero. Según la auditoría de Lloyd’s Register a la refinería coruñesa, la instalación logró una reducción anual de 14.346 toneladas de CO2. Lo mismo en las emisiones de dióxido de azufre, que logró rebajar en más de la mitad durante los últimos 10 años tras implantar «progresivamente técnicas de mejora». A medio plazo, Repsol prevé reducir sus emisiones en A Coruña un 25 % antes del 2025. 

A la plataforma de refinación de petróleo le sigue, en emisiones de CO2, Alcoa Inespal con 120.000 toneladas. En el listado figuran otras instalaciones como SGL Carbon, Ferroatlántica o la planta cervecera de Hijos de Rivera, que expulsa sus residuos a través de la estación depuradora de aguas residuales. 

Aínda que a influencia das emisións industriais é bastante significativa nalgunhas cidades, o principal contaminante é o tráfico rodado

Atendiendo a los datos recogidos por la Agencia Europea de Medio Ambiente, a través de su servicio de información en directo European Air Quality Index, la estación ubicada en la Torre de Hércules ha contado con una calidad del aire «pobre» unas 17 veces en los últimos 100 días. El principal agente nocivo en la atmósfera de la zona son las PM10, unas partículas diminutas decenas de veces inferiores al diámetro de un pelo y que pueden colarse al aparato respiratorio e, incluso, llegar al torrente sanguíneo. «Son as máis preocupantes e as que teñen máis impacto para a saúde», indica Veiras.

El Ministerio de Transición Energética, a partir del informe Evaluación de la Calidad del Aire en España para el 2017, subraya que la legislación para las PM10 se vulneró en solo dos ocasiones en Galicia: ambas en esta estación. Sin embargo, los responsables descubrieron que el límite se rebasaba por un componente natural de aerosol marino y masas de aire africano, por lo que no volvió a superarse desde las correcciones realizadas en el 2014.

En el período 2011 a 2017, analizado en el estudio, solo ha habido otro contaminante en la comunidad que superó el límite. El umbral de ozono se traspasó en la franja Fisterra-Santiago. La única industria en el área metropolitana de la capital incluida en el PRTR es Finsa, que cuenta con otros tres centros en Rábade (Lugo), Padrón (A Coruña) y San Cibrao (Ourense). La fábrica de Santiago de Compostela emitió en el 2016 óxidos de nitrógeno, de azufre y partículas PM10.

La maderera explica que su actividad está regulada por la normativa europea y cuenta con la Autorización Ambiental Integrada (AAI). Las medidas adoptadas para reducir las emisiones «permiten a las cuatro instalaciones cumplir con los valores límites definidos» por la legislación, mantiene la compañía. Los datos recogidos son reportados periódicamente ante el organismo ambiental competente. En el caso de la capital, a diferencia de A Coruña, la fábrica se encuentra a varios kilómetros del núcleo urbano, donde el principal factor contaminante es el tráfico rodado, al igual que en el resto de Galicia. 

Hay otro factor invisible en la contaminación que sufren los vecinos: los malos olores. «Non é tanto un tema de saúde, porque nun sitio pode cheirar moito por compoñentes que non son tóxicos ou nocivos. O exemplo clásico é Pontevedra», recuerda Vellón. Ence anunció en el 2015 su compromiso a poner fin a los olores en un plazo de dos años. La pastera, que entre sus contaminantes incluye CO2, óxidos de nitrógeno, cadmio o mercurio, responde que dispone de «los más rigurosos mecanismos de análisis y vigilancia de sus emisiones para garantizar un mínimo impacto sobre los ecosistemas».

«A fábrica de celulosa traballa cada vez máis para limitar as emisións de olores e a influenza na poboación», añade el experto. Ence destaca que la Comisión Europea concedió la Distinción Oro a la instalación «en reconocimiento a su mejora ambiental en los últimos 15 años».

 Escaso impacto

Las emisiones desde fuentes fijas en el resto de ciudades gallegas son inferiores a las registradas en A Coruña, especialmente en los casos de Lugo y Ourense. En este último no hay ninguna instalación, siendo la más próxima la de Finsa (antigua Orember) en en el polígono de San Cibrao. En el concello de Lugo se encuentran las naves de Puleva Food y la maderera Tablicia. A unos 30 kilómetros en línea recta, en Rábade, hay otra planta de Finsa.

En el caso de Ferrol y su entorno, figuran cuatro instalaciones repartidas por la ciudad, Narón y Mugardos. En este último concello se encuentra Forestal del Atlántico, fabricante de colas y resinas y distribuidor de químicos. Es la que más gases emite en la comarca, principalmente, dióxido de carbono.   

La calidad del aire permanece en niveles correctos en Ferrol, según la estación de medición ubicada en Ferrol Vello. En los últimos 100 días, más del 85 % de las veces recogió unos valores «aceptables» o «buenos», los dos mejores indicadores en la escala de la agencia europea.

Las instalaciones del área metropolitana viguesa se encuentran a varios kilómetros del núcleo urbano, a excepción de la planta de PSA Citroën. El principal contaminante expulsado desde la fábrica de Balaídos son los compuestos orgánicos volátiles distintos del metano (COVNM), que son fundamentalmente hidrocarburos. Estas sustancias son fácilmente vaporizables a temperatura ambiente y, por lo general, incoloros e inodoros.

La estación de Arenal, en la avenida de Castelao, muestra una calidad del aire «buena» o «suficiente» en más del 70 % de las ocasiones durante los últimos cien días. El aire solo fue «pobre» en el 3 %, según el indicador de la agencia europea.

Xosé Veiras participa en la elaboración de los informes anuales de calidad del aire de Ecologistas en Acción, basados en los datos de las estaciones de medición del aire repartidas por Galicia. Una de las principales conclusiones es que los gallegos respiran en una atmósfera con unos niveles adecuados, dentro de la legalidad vigente y la normativa europea. La cosa cambia cuando se compara con los parámetros de la Organización Mundial de la Salud.

«O aire é legalmente limpo, pero non realmente. É un aire nocivo para a saúde por superar os límites de concentración para algúns contaminantes segundo as recomendacións da OMS», advierte Veiras.