Tarifazo del 8 % en el recibo del IBI después de que el Catastro detecta bienes ocultos

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

ROI FERNÁNDEZ

En solo cinco años, la inspección ha destapado en Galicia 370.000 construcciones

17 sep 2018 . Actualizado a las 08:34 h.

En los últimos años, las familias gallegas han visto cómo se dispara el recibo de IBI. Los ayuntamientos, apretados por la caída de ingresos, decidieron pedir la revisión de valores a Hacienda, en muchos casos desactualizada desde hacía décadas. Pero no fue la única causa de la subida: detrás está también la inmensa bolsa de fraude que Hacienda descubrió con el plan de regularización, que arrancó en el 2013.

¿Qué se persigue?

El Catastro empezó a peinar la Península hace cinco años para destapar construcciones no declaradas, cuyos propietarios eludían sus obligaciones tributarias, es decir, no pagaban el IBI de esos bienes. Garajes, buhardillas, naves, establos, galpones, almacenes, ampliaciones, rehabilitaciones, piscinas e, incluso, casas completamente nuevas. Esto es lo que se ha ido encontrando el Catastro a lo largo y ancho de la geografía gallega.

¿Cómo se hace el trabajo?

A las inspecciones que los propios técnicos hacen sobre el terreno, Hacienda ha sumado el uso de drones, imágenes por satélite y la herramienta Google Maps, que han permitido aflorar construcciones que, años atrás, no constaban en los registros.

¿Qué ocurre si se descubre un bien oculto?

Cuando Hacienda descubre un bien que no está registrado, la agencia regional del Catastro envía una notificación al contribuyente. El ciudadano tiene 15 días para presentar sus alegaciones por escrito y fundamentar su discrepancia, incluso mediante fotografías actualizadas. El infractor sí tiene que pagar una tasa de 60 euros, fijada por ley, y enfrentarse a los cargos que puedan venir del propio concello. El ayuntamiento puede exigirle los recibos no prescritos en los últimos cuatro años, además de intereses de demora. Esta inspección masiva del Catastro ha hecho subir de media el recibo del IBI en Galicia entre un 4 % y un 8 %, y propició el incremento de la recaudación total en 173 millones.

¿Es igual esta regularización que la revisión de los valores?

No, y tiende a confundirse en la calle. El plan de regularización es un instrumento de la Administración tributaria para luchar contra la economía sumergida, y la revisión de valores corresponde al Catastro a petición del ayuntamiento. A pesar de que en la crisis hubo municipios que actualizaron los coeficientes, lo relevante es el valor catastral, que es lo que sirve de referencia en la propia base imponible del IBI.

¿Qué es el valor catastral?

La base de cálculo para los tributos ligados a los inmuebles. La antigüedad de la construcción, la ubicación o el estado de conservación, entre otras cuestiones, son algunos de los criterios técnicos que utiliza el Catastro para determinar el valor de la propiedad. Unos valores cuya adaptación depende de los propios ayuntamientos.

¿Qué resultados arroja esta regularización?

En los últimos cinco años, se descubrieron en la comunidad 370.850 bienes ocultos. La tipología del fraude es variada: la mayoría son nuevas construcciones, entre ellas miles de piscinas, pero también cambios de uso y ampliaciones no declaradas, lo que influye en la tributación.

¿Y cuándo termina este procedimiento extraordinario?

En principio, estaba previsto que el plan de regularización concluyese en el 2016, pero a lo largo de los últimos tiempos el calendario ha sufrido varias prórrogas. En junio, Hacienda decidió ampliar el plazo hasta diciembre para acabar de peinar unos 80 concellos. En el caso de Galicia ha influido la dispersión geográfica, pero también otra circunstancia: el volumen de construcciones no declaradas era muy superior al previsto. Hacienda no contaba con esa bolsa de fraude.