El coste de la vida ha subido este año en Galicia siete veces más que las pensiones

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

M. MORALEJO

Los precios también han crecido casi medio punto más que los salarios pactados en los convenios colectivos

14 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La inflación ha vuelto a la economía. Estuvo ausente durante los años más duros de la crisis, en tasas negativas, y eso ayudó a amortiguar la situación de miles de hogares, zarandeados por el paro, la devaluación salarial y la congelación de unas pensiones que, en muchos casos, servían para sostener a hijos y a nietos. Ahora, la recuperación ha tirado de los precios, pero no de las rentas, y esto explica el malestar de los jubilados en la calle y un contexto político marcado por la negociación para subir los salarios.

El INE hizo pública ayer la tasa anual de inflación del mes mayo, que se sitúa en el 2,1 % para España y el 2 % para Galicia. Un incremento empujado, en gran medida, por la escalada de los carburantes, pero que muestra una realidad inquietante: a la espera de ver qué ocurre finalmente con las pensiones, la foto de este 2018 revela que, en el último año, los precios en Galicia han subido un 2 %, mientras que las prestaciones de los jubilados lo han hecho solo un 0,25 %, es decir, siete veces menos.

Si se analiza lo ocurrido con las rentas del trabajo, la brecha es menor, pero revela también una pérdida de poder adquisitivo. Hasta marzo, en Galicia, los salarios pactados en convenio han subido un 1,6 %, es decir, casi medio punto menos que los precios. El deterioro de la capacidad adquisitiva no es homogénea en el conjunto del Estado, porque los sueldos, por ejemplo, han crecido este año el triple en el País Vasco que en Extremadura.

Reformas pendientes

El desequilibrio entre lo que cuesta la vida y lo que ganan las familias es una constante fuente de malestar social, de ahí que la agenda política esté ahora muy condicionada por tres asuntos: el Pacto de Toledo, y cómo ligar las pensiones al IPC; la negociación colectiva, y la posibilidad de retocar una reforma laboral que, en gran medida, despojó a los trabajadores de su poder de negociación. Los datos hechos públicos por el INE ayer muestran que la subida de precios ha estado empujada por la progresión de los carburantes. El IPC revela que la partida de transporte registra un aumento del 5,1 % en el último año, más de tres puntos por encima del mes anterior, y es la que más contribuye a la subida de la inflación. De hecho, aporta casi la mitad del incremento.

Esto afecta a miles de ciudadanos y empresas que cada día utilizan sus vehículos para trabajar, y enciende todas las luces rojas en una economía como la gallega y la española, todavía muy dependientes de los derivados del crudo. Un análisis más pormenorizado de los diferentes gastos en Galicia también revela una creciente pérdida de poder adquisitivo de asalariados y jubilados para acceder a bienes de primera necesidad.

Mientras las pensiones han subido solo el 0,25 % el último año, las frutas frescas y los huevos, por ejemplo, lo han hecho un 6,4 % y un 5 %, respectivamente. En el último año, en la comunidad gallega, el pescado fresco y congelado también se han incrementado un 3 %, a lo que hay que sumar el pan (2,8 %), los cereales (2,7 %) y la carne de pollo (2 %).

Amortigua esta situación la caída anual de los precios en las legumbres y las hortalizas frescas (2 %), la leche (1,3 %) y las patatas (12,4%).

Los datos para la comunidad gallega también muestran que el apartado dedicado a vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles registró el pasado mes de mayo un incremento interanual del 2,7 %, es decir, muy por encima también de lo que lo han hecho las pensiones y los salarios. Los hogares gallegos tienen cada vez mayores dificultades para hacer frente a los gastos ocasionados por las constantes subidas de la luz.