Pescaderos rechazan que un barco pueda vender al cliente final sin etiqueta correcta

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

PEPA LOSADA

Una norma en preparación prevé que se pueda comprar a un pesquero hasta tres kilos

04 jun 2018 . Actualizado a las 17:07 h.

Entre que el real decreto que regula la primera venta certifica la muerte de la subasta como método obligatorio de comercialización de pescado para permitir los contratos directos entre barcos y operadores, dejando al margen al minorista, y que la normativa sobre trazabilidad y etiquetado ahora en elaboración autoriza a un buque a vender hasta tres kilos de producto directamente al consumidor sin tener que cumplir las reglas de etiquetado, placeros, pescaderos y demás detallistas de este género se ven ya como una especie en peligro de extinción.

Ambas preocupaciones centraron la última asamblea de la federación del gremio, que reunió en Cartagena a 30 representantes de asociaciones provinciales del comercio especializado de pescado, y en la que hubo aplastante unanimidad en el rechazo a que la ley ampare, abone y además facilite la compra directa por parte de grandes superficies a barcos de pesca sin límite alguno en la cantidad.

Si en el 2015, cuando el Gobierno aprobó el real decreto de primera venta, los pescaderos ya habían advertido de que se resentiría la igualdad de oportunidades entre supermercados e hipermercados y pequeños compradores que propiciaba la subasta, las últimas operaciones mercantiles han venido a confirmar sus temores. En concreto la que, según aseguran, ha sellado una gran cadena de alimentación con una cofradía española, a la que ha comprometido el 80 % de la sardina que se descargue en ese puerto.

Libre competencia

A juicio de los minoristas de pescado, «no es de recibo que un recurso natural acabe en manos de un gran operador, impidiendo el acceso al mismo en igualdad de condiciones y limitando la cantidad a la que pueden optar el resto de compradores con menos capacidad de compra; eso hace subir el precio y compromete la libre competencia». Porque eso es lo que ocurre cuando las grandes empresas compran directamente a los productores elevados volúmenes: que se produce una disminución de la oferta en la lonja, con lo que aumenta el precio para el resto de operadores que, además, acceden más tarde a los recursos.

Si es preciso corregir ese desequilibrio provocado por el real decreto de primera venta, los pescaderos no ven menos urgente impedir que la normativa que se está preparando sobre trazabilidad, etiquetado e información al consumidor suponga otro agravio para el colectivo.

El texto, para el que ya se ha cerrado el plazo para presentar objeciones, recoge que los requisitos de información obligatoria al consumidor no serán aplicables a pequeñas cantidades de productos vendidos directamente de los buques de pesca a los consumidores, siempre que la cantidad total vendida a cada comprador no supere los tres kilogramos. Los minoristas se llevan las manos a la cabeza: «Resulta increíble que se quiera controlar y trazar la pesca en todos los puntos de la cadena, pero se permita esta exención en los buques», aducen.

Esos tres kilos son más de lo que dispensan los pescaderos a cada uno de sus clientes, si se dan por válidos los datos del Fuente Kantar World Panel del 2016, que sitúan en 1,9 kilos -1,4 en la gran distribución- la media por acto de compra de un consumidor español. Y, sin embargo, «se pretende autorizar la venta directa desde el barco sin la información al consumidor final por una cantidad que casi duplica la media de tales compras.

El colectivo no entiende que se dé licencia para cercenar «los derechos de los consumidores a obtener una información correcta, compren donde compren», al tiempo que se crean desventajas competitivas al sector del comercio.

Campañas de promoción y educación para tratar de revertir la caída del consumo

Si la defunción de la subasta y la compra directa a barcos restan juego a los pescaderos, la merma de clientes es otra de las amenazas para su continuidad. Los minoristas están alarmados ante una más que probable nueva caída del consumo de pescado en España, que a noviembre del año pasado era del 0,8 %. Un retroceso que también se ha apreciado en la cuota de mercado y en el número de pescaderías tradicionales.

Según un estudio realizado con datos del INE, el número de tiendas especializadas pasó de 14.833 en el 2007 a 11.418 en el 2014. Actualmente, Fedepesca (Federación Nacional de Asociaciones Provinciales de Empresarios Detallistas de Productos de la Pesca y de la Acuicultura) calcula que rondan aproximadamente los 10.000 establecimientos. Además, en el 2016, la cuota de mercado de las pescaderías tradicionales era del 26,2 %, del 35 % si solo se analiza el fresco. En cuanto a la facturación estimada, en el 2017 fue de 2.000 millones de euros con unas ventas de unos 300 millones de kilos.

Para solucionar este problema, que entra en el terreno de la salud pública, los pescaderos piden un mayor presupuesto en promoción, al tiempo que rescatan la antigua demanda de reducir el IVA del pescado al 4 %, como tributan frutas, verduras y quesos, en lugar del 10 % al que se gravan refrescos y otros productos menos saludables. En este sentido, la federación apoyó la propuesta de los armadores del puerto de Vigo que pretenden que la educación nutricional forme parte de las asignaturas obligatorias en primaria y secundaria.