Tensiones familiares por la gestión en el seno de El Corte Inglés

j. m. c. MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Dimas Gimeno
Dimas Gimeno Antonio_Quilez | efe

La destitución de Gimeno es uno de los caminos que se le plantean a la cúpula de la compañía para desatascar los desencuentros

08 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las sagas dinásticas que controlan El Corte Inglés están reavivando una lucha cada vez menos soterrada por el poder del grupo cuyo punto de inflexión tiene una primera cita a finales de mayo, cuando el consejo de administración se reúna para aprobar las cuentas anuales, que serán presentadas en agosto, como ocurre habitualmente. La cita reflejará la división que mantienen quienes ocupan los diez sillones del órgano ejecutivo desde hace meses entre el presidente de la corporación, Dimas Gimeno, y el resto de los consejeros, con las hijas del expresidente Isidoro Álvarez -Marta y Cristina Álvarez Guil- a la cabeza.

Cualquier posible cambio en la presidencia no se decidirá a finales de mes, pero sí previsiblemente en alguno de los consejos ordinarios o extraordinarios que se convoquen después. Siempre antes de la junta de accionistas del próximo mes de agosto.

La destitución de Gimeno es uno de los caminos que se le plantean a la cúpula de la compañía para desatascar los desencuentros entre las facciones familiares que controlan El Corte Inglés. Otra posibilidad, más amigable, pasaría por un acuerdo entre las partes que incluiría un aumento de la participación de Gimeno en el accionariado.

No es la primera vez que la empresa vive estos cismas societarios. Las próximas semanas están llamadas a convertirse en otro período convulso, como los vividos en los últimos años. En la memoria queda lo ocurrido en el verano del 2015, cuando la representante de otra saga familiar, la de los Areces (controlan un 9 % de la empresa), fue expulsada del consejo iniciando una lucha judicial contra la corporación.

Lo que por ahora está claro es que existen notables diferencias entre los descendientes y los parientes de Isidoro Álvarez a la hora de gestionar una compañía con una estructura clásica familiar, pero con un peso en la economía que supera al de muchas cotizadas en bolsa. Así lo demuestra, por ejemplo, una plantilla formada por casi 92.000 empleados.