El régimen venezolano, desde tiempos de Hugo Chávez, siempre ha puesto en la diana al primer banco del país; ahora lo interviene 90 días, sin descartar una futura subasta
04 may 2018 . Actualizado a las 18:08 h.La intención de intervenir Banesco era algo que altos cargos de la mayor entidad financiera venezolana sabían desde tiempo, pero no terminaban de verlo. Los avisos se han sucedido en los últimos años, incluso desde los tiempos de Hugo Chávez, que en sus Aló presidente solía hacer referencias directas a Juan Carlos Escotet y a su entidad financiera. Maduro asumió el mismo discurso, y en los últimos meses el encargado de tirar los dardos ha sido un hombre duro del régimen, Diosdado Cabello, también desde su programa de televisión.
El terreno se ha ido preparando hasta el golpe de esta semana. Bajo la convocatoria a una declaración judicial por posible manipulación de divisa, once altos cargos de Banesco, entre ellos el presidente de la entidad en Venezuela, Óscar Doval (de origen gallego, aunque nacido en Venezuela), acudieron al llamamiento del Gobierno. La sorpresa fue que se encontraron declarando en la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM), con hombres encapuchados detrás de ellos, y otros vestidos no militares. Fueron detenidos acusados de perjudicar la economía del país. Se descabezaba así la dirección del mayor banco del país, y se precipitaba la decisión de Juan Carlos Escotet de dejar temporalmente la presidencia de Abanca para viajar, por tiempo indefinido, a Caracas. Minutos después de lanzar un vídeo explicando sus razones, el Gobierno chavista dio el paso final: la intervención. Nada es casual: es un golpe, un mensaje del régimen a escasos días de unas votaciones en Venezuela cuestionadas por la comunidad internacional.
Así que desde anoche (media tarde en Caracas) es una realidad. La intervención era un paso insospechado por los analistas porque Banesco (sin relación con Abanca, aunque comparten propietario, el propio Escotet) es un grupo demasiado grande para acabar en manos de un Gobierno como el de Maduro, que ha convertido una próspera economía, con abundantes riquezas naturales, en un polvorín económico, con una inflación galopante y hasta tres diferentes tipos de cambio de divisa.
Al final, el chavismo ha consumado sus amenazas de años a Banesco y se hace con el control de la entidad, de momento por 90 días, colocando al frente de la llamada junta administradora a una persona de la máxima confianza del Gobierno chavista. Se llama Yomana Koteich Khatib, es viceministra de Finanzas, y fue presidenta del Banco Agrícola.
El gran temor ahora (y es posible que el viaje de Escotet guarde relación con ello) es que Banesco acabe intervenido por tiempo indefinido, o que se termine subastando a un tercero, como ya andan sugiriendo algunos analistas próximos al chavismo.