España renuncia a los eurobonos y a un presupuesto para la eurozona

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

ECONOMÍA

El ministro de Economia, Román Escolano
El ministro de Economia, Román Escolano Javier Lizón

Escolano rechaza las reformas anheladas por los países del sur europeo para reforzar el euro

24 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Francia se queda sola en su cruzada para lograr apuntalar la unión económica y monetaria (UEM). El Gobierno español se retiró ayer de la contienda que libra el presidente galo, Emmanuel Macron, contra los halcones del norte (Alemania, Holanda y Finlandia). Con un tímido giro de espaldas, el ministro de Economía, Román Escolano, dijo adiós a las reformas que tanto ambicionaban los países del sur para reforzar el euro.

La hoja de ruta española se queda a medio camino entre el quiero y no puedo. Y no puede porque el Gobierno de Mariano Rajoy quiere evitar confrontaciones con Berlín. Para conseguir desbloquear las negociaciones en torno a la UEM, el equipo de Escolano ha decidido aguar las propuestas iniciales. Ya no hablan de eurobonos. «No son estrictamente necesarios», aseguran fuentes del ministerio. Lejos de exigir que se compartan los riesgos, el documento hace énfasis en la reducción de estos, como demanda Alemania.

España también se apea de la idea de un presupuesto para la zona euro con transferencias permanentes. Se conforma con convertir el MEDE (Mecanismo Europeo de Seguridad) en un Fondo Monetario Europeo y en erigir un fondo anticrisis con fuego suficiente para responder a posibles «shocks asimétricos». Eso sí, no pone fechas ni cifras al tamaño de esos fondos, un asunto tabú para las cancillerías del norte. Sí sugiere diseñar un calendario claro para culminar la unión bancaria con la creación de un Sistema Europeo de Garantía de Depósitos. Madrid quiere que la decisión se tome en la Cumbre del Euro del mes de junio.

Para hacer el camino más llevadero hacia la mutualización del fondo y conseguir la luz verde de Berlín, Escolano defenderá que el proceso se haga en varias fases y a distintas velocidades. Solo los países que cumplan las reglas fiscales, apliquen reformas estructurales y reduzcan riesgos podrán participar. Unas precondiciones que se han redactado para salir del callejón sin salida en el que se encuentra este debate desde noviembre del 2015, cuando Bruselas presentó la propuesta. «Estamos atascados», reconocen en el ministerio.