El fantasma del crac del ladrillo revive

d. Vázquez MIÑO / LA VOZ

ECONOMÍA

CESAR DELGADO

Una promoción de 32 viviendas, paralizada tras la liquidación de Costa Miño, se retoma diez años después para ponerla a la venta en pleno repunte del mercado

25 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vuelven las grúas a Costa Miño. A una macrourbanización icónica por partida doble: fue la imagen del bum inmobiliario y, más tarde, del estallido de la burbuja. Aunque continúa estando lejos de las previsiones iniciales (Fadesa preveía construir en el concello coruñés de Miño 1.200 viviendas), en los últimos meses se ha vuelto a ver a obreros de varias promotoras. Como los de la empresa Oreco, que ha reanudado las obras en 32 adosados.

Su presencia supone un revulsivo en una urbanización donde continúan los carteles de las promotoras, pero que en los últimos meses únicamente había presentado actividad en viviendas individuales. Nuevas vallas de obra salvaguardan los inmuebles para evitar asaltos como los ya ocurridos en algunas de las casas vacías, y facilitan los trabajos de los operarios en unas viviendas en las que Servihábitat colgó ya en sus ventanas carteles de venta. Esta promoción viene a dinamizar una de las calles, llamada Os Abellós, que cuenta con viviendas ya habitadas y también con una fila de esqueletos, que no superó más que la construcción de las planchadas.

Esta promoción llevaba unos diez años paralizada. Ahora, con retoques de pintura y la instalación de los porches, se pretende homogeneizar con el entorno, con esa imagen de urbanización a la americana que se le quiso imprimir a este macroproyecto inmobiliario de la antigua Fadesa. Además, su remate generará una nueva calle para la urbanización. El Concello ya ha licitado por 450.000 euros, siguiendo el proyecto de obra del 2002, la continuación y finalización de la urbanización del denominado como Rego do Can.

Pese a que ni al Concello ni a los residentes les gusta que se hable de la parte sin urbanizar de Costa Miño, grandes descampados -en verano se ven cubiertos por hierba de la pampa- siguen recibiendo al visitante hasta llegar a la avenida principal. Allí se empiezan a ver las primeras casas de diseño que han ido poblando poco a poco el centro de la urbanización, generando un contraste con los pareados que forman el núcleo más grande de zona residencial y también con la zona de pisos y apartamentos que hay en uno de los extremos.

Aunque la imagen de los pareados o adosados es la que se asocia a Costa Miño, no todos esos inmuebles están vendidos. Algunas subastas realizadas no acabaron en compras de particulares, y solo se avanzó en que, al menos, limpiaron la maleza que cubría la zona y que deslucía el entorno. En algunas partes son los propios vecinos los que acometen estas tareas para que aquello se asemeje a la imagen de ciudad de vacaciones que vendió Fadesa para comercializar este proyecto.

La urbanización tiene ya unos 600 empadronados y el último año hubo 36 licencias de obra El Concello de Miño también constata la reactivación de Costa Miño; si bien durante el 2016 solo se concedieron 11 licencias de construcción, el año pasado «la recuperación se hace más visible con una concesión total de 36 licencias de obra». Actualmente, la recaudación por el impuesto de bienes inmuebles en Costa Miño se sitúa en torno a los 200.000 euros anuales. Hay cerca de 600 empadronados en esta zona (concretamente 560), pero existe un gran número de población no dada de alta, que se intentará fijar de forma definitiva con las mejoras previstas para la zona. «Se espera que en los próximos meses siga incrementándose el número de empadronados, por un lado con los ya residentes y por otro con los nuevos que llegarán una vez concluidas las obras en marcha, marcando la meta en un futuro próximo de 1.000 empadronados, un porcentaje considerable teniendo en cuenta la población total de Miño», reconoce el alcalde, el independiente Ricardo Sánchez. Miño cuenta con una población de 5.905 habitantes, según el INE.

Pero, más allá de las cuentas en positivo que para el consistorio tienen estos nuevos vecinos, Costa Miño tienen otras consecuencias: el Concello arrastra una deuda millonaria debido a la tramitación de esta macrourbanización. El Ayuntamiento fue condenado a pagar de manera subsidiaria el coste del suelo, que en su día se había fijado en 6,32 euros por metro cuadrado y que, posteriormente, un tribunal elevó hasta 25,9. El consistorio ha recibido dos créditos por parte del Fondo de Impulso Económico, por un total de 13,7 millones de euros, para abonar la deuda principal a los expropiados, a los que se les debe aún así alrededor de nueve millones por los intereses de demora, un pago que cuestiona el actual ejecutivo local y que puede complicar aún más su gestión, lastrada por un plan de ajuste económico y la deuda millonaria.

«É unha zona de futuro, bonita e tranquila»

En estos momentos, en Costa Miño se está construyendo una nueva vivienda unifamiliar, próxima a las que se están acabando. «É para a miña filla, estamos como promotores o meu marido e mais eu, os pais, pero foi ela a que escolleu Miño», explica María Soledad Méndez, quien asegura que la elección fue debido a que «gústalle que estea preto da praia a urbanización, porque hai xente nova e nenos e podes ter cans», considera. Actualmente, vive en un chalé en Betanzos y con 28 años pretende independizarse de su familia.

«Ao principio non nos gustaba, pero cando foi avanzando o tempo si, e agora ata ao meu marido, que era o máis remiso, si que lle gusta, ademais cada día estanse facendo máis casas; xa están proxectadas tres ou catro, o da leira do lado vai construír e da outra beira tamén, e para ela é unha zona de futuro, bonita e tranquila. Dende o primeiro día dixo ‘eu aquí véxome’» explica esta vecina de Betanzos, que asegura que peinaron la comarca buscando opciones. «Miramos en Sada, en Betanzos por todos os lados, na Coruña xa non quixo nin ver, miramos en Mera e ela dende o principio quixo ir para alí, e decantámonos por Costa Miño», comenta.

Estima que la inversión rondará los 250.000 euros para un terreno con una vivienda de cuatro habitaciones, cuatro baños, salón, cocina, cuarto de lavandería y garaje.

Distintas inmobiliarias ofrecen en Costa Miño, que se publicita como una zona tranquila para el verano en Galicia, parcelas a partir de 37.000 euros de 861 metros cuadrados, pisos de dos habitaciones por poco más de 75.000, adosados por 145.000, pareados por 189.000 o viviendas unifamiliares por 250.000 euros.

La construcción despega de nuevo: 400 nuevas empresas y 800 empleos más

G. L.

Fue el sector más castigado por la crisis y, diez años después, aún no se ha recuperado de la resaca provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Pero, aunque el nivel de actividad o empleo esté aún lejos de los máximos de aquellos tiempos en los que no quedaba un piso sin vender y los bancos concedían créditos sin reparos para todo lo que oliera a ladrillo, algunos indicadores ya muestran la paulatina recuperación del sector. Y es que, de acuerdo con los registros del Instituto Galego de Estatística, la construcción, y otras actividades derivadas, como la inmobiliaria, están a la cabeza en la creación de nuevas empresas en la comunidad, solo por detrás del comercio y la hostelería, los dos puntales de la economía española.

En concreto, según el IGE, el año pasado se constituyeron en Galicia 407 sociedades mercantiles dedicadas a alguna de las ramas del sector constructor. La mayoría tienen que ver con actividades especializadas (preparación de terrenos, instalaciones...), ámbito en el que nacieron 230 empresas; otras 162 se constituyeron para labores de edificación pura y dura y hay que sumar otras 15 en el sector de la ingeniería civil y la obra pública. Todo ello, sin contar las 275 nuevas firmas inmobiliarias que empezaron a operar en Galicia, prueba del despegue del mercado de la vivienda que, aunque ahora muy focalizado en el alquiler, acabará arrastrando a la promoción.

El nacimiento de empresas se traduce en una fuerte creación de empleo en el sector, con casi 800 nuevos afiliados a la Seguridad Social en la comunidad el año pasado. Pese a ese repunte, el volumen de trabajadores en la construcción (22.860), que repuntó por primera vez en el 2017 tras nueve años de caídas, está todavía un 60 % por debajo de los niveles precrisis, lo que constata que la recuperación va para largo. Donde es más evidente la mejoría, al menos según las estadísticas, es en los salarios, ya que el INE apunta que las nóminas de los trabajadores gallegos de la construcción engordaron un 3,4 % el año pasado.