La venganza china: castigo a los estados leales al magnate

Sara R. Estella PEKÍN / E. LA VOZ

ECONOMÍA

El presidente estadounidense Donald Trump sostiene el memorando que ha firmado sobre aranceles de propiedad intelectual a los productos de alta tecnología procedentes de China en la Casa Blanca
El presidente estadounidense Donald Trump sostiene el memorando que ha firmado sobre aranceles de propiedad intelectual a los productos de alta tecnología procedentes de China en la Casa Blanca Jonathan Ernst | REUTERS

Los expertos señalan que estas medidas proteccionistas no reducirán el déficit comercial de Estados Unidos frente a China

24 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

China no ha tardado en reaccionar al órdago de Trump. Horas después de que la Casa Blanca anunciara que gravará las importaciones de productos chinos con tasas por valor de 60.000 millones de dólares, Pekín respondía con la amenaza firme de contraatacar. Si Washington no da marcha atrás, lo pagarán 128 productos estadounidenses. Movimientos ambos que se interpretan como el inicio de una feroz guerra comercial que podría arrastrar al mercado mundial.

A partir de ahora se inicia un período de treinta días, estipulado por la Organización Mundial del Comercio (OMC), en el que ambas partes deberán negociar. Si no hay acuerdo entre las dos grandes potencias mundiales, el gigante amarillo impondrá aranceles del 15 % a importaciones norteamericanas como la fruta fresca, el vino, los frutos secos o las tuberías de acero, mientras que la carne de cerdo o el aluminio reciclado se verán gravados con una tasa el 25 %.

Esas penalizaciones ascienden a 3.000 millones dólares, equivalentes al daño que causarán los aranceles que la Administración Trump ha impuesto al acero y al aluminio chinos. Está claro que se trata solo de un aviso, que las autoridades chinas no quieren alimentar en exceso la escalada de tensión comercial. Antes de ir más allá, están esperando a conocer la lista concreta de productos que serán sancionados por Estados Unidos, entre ellos componentes tecnológicos. «China no quiere una guerra comercial, pero tampoco tenemos miedo. Esperamos que Estados Unidos retroceda y no arrastre los intercambios comerciales hasta un punto peligroso», advirtió Chen Fuli, representante del Ministerio de Comercio chino.

China se guarda un as

Según los analistas, este primer envite proteccionista no reducirá el abultado déficit comercial de Estados Unidos respecto a China, que asciende a 375.000 millones de dólares, ni tampoco causará grandes perjuicios a la economía de país asiático. Un daño que sí podría hacer el gigante asiático a Estados Unidos, pero que de momento se reserva, es frenar las importaciones de soja y sorgo. Una decisión muy estudiada porque los estados donde florece esa industria fueron territorios que apostaron por Trump en las presidenciales y donde las mismas asociaciones de productores han reconocido que si China interrumpe la compra de esos granos la economía local sufrirá un duro varapalo. El año pasado exportaron 30 millones de toneladas de soja con destino a tierras amarillas. Allí se concentraron el 57 % de sus ventas en el exterior.