El PIB crece, la confianza se resiente

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Pese al tirón del empleo y el crecimiento económico, el indicador que mide la situación actual y las expectativas de los gallegos retrocede por la inquietud en las áreas urbanas y en la población mayor

19 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La economía gallega arranca este cuarto año de recuperación con un crecimiento por encima del 3 %, la tasa del paro por debajo del 15 %, 25.000 afiliados más a la Seguridad Social, las exportaciones subiendo cerca del 10 %... Pero los ciudadanos no terminan de ver a pie de calle todas estas luces. El indicador de confianza económica que elabora el Instituto Sondaxe ha caído en febrero hasta los 40,1 puntos, el nivel más bajo de los últimos doce meses, marcando una pronunciada curva con respecto al último trimestre del ejercicio, en el que se mantuvo por encima de los 45 puntos. En su informe, Sondaxe usa la misma metodología que el CIS para sus barómetros, es decir, es mejor cuanto más sube, con un tope de 100 puntos (situación muy buena), una mediana de 50 (regular), y de ahí para abajo 25 (mala) y 10 (situación muy mala).

Los gallegos apuntan así a una situación que no llega a regular y que además está ahora dos puntos por debajo de lo que sucede en España, cuando en los últimos meses había sido al revés.

La explicación a este fenómeno está en la situación económica presente, que los gallegos sitúan en los 36 puntos. Conviene aclarar que los inicios de año siempre suelen apuntar a un contexto algo más negativo, con menos empleo por el fin de la temporada navideña y cierto bajón en los negocios minoristas, con fuerte implantación e influencia en la comunidad. En cambio, cuando se les pregunta a los gallegos por las expectativas futuras, apuntan más alto, hasta los 43 puntos. De la media de esos dos valores -la situación y las expectativas- se concluye en ese indicador de 40,1.

No es el único índice que apunta a esa inquietud entre la población. En un barómetro presentado hace unos días, más de la mitad de los economistas gallegos rebajaban sus expectativas respecto al crecimiento al apreciar una ligera ralentización.

Los datos de Sondaxe tienen dos elementos que empujan hacia abajo: la percepción de los gallegos de las siete ciudades y la de aquellos que superan los 65 años. Son los que peor situación y expectativas pintan, en ambos casos alrededor de los 35 puntos. Los primeros, la población urbana, pueden tener su justificación en el descenso de las contrataciones de inicio de año; los segundos, posiblemente en las consecuencias de la baja revalorización de sus pensiones. En ambos casos se traduce en menos ingresos y confianza a la baja.

En el lado contrario, los vecinos de las ciudades medianas, entre los 20.000 y los 50.000 habitantes, cuyo indicador se acerca incluso a los 50 puntos, la situación más optimista presentada en todo el informe de Sondaxe. En estas áreas, que concentran los cinturones poblacionales de las grandes ciudades, las expectativas futuras llegan a rozar los 60 puntos.

Son también los que tienen niveles educativos más elevados (universitarios) los que advierten mejores perspectivas, mientras que el colectivo de los sin estudios -los que tienen más difícil acceder al mercado laboral- es el que marca el indicador más bajo, apenas por encima de 30. Chocante resulta la percepción cuando se atiende a las variables de ingresos. Porque resulta que los peores datos, tanto de situación como de expectativas, se encuentran en los extremos, entre los que ganan menos de 1.200 euros al mes y los que ingresan por encima de los 6.000. Para ambos, los parámetros se mueven alrededor de los 35-37 puntos. En cambio, los de rentas medio-altas (de 2.400 a 6.000 euros) son los más optimistas.

Los autónomos, los que advierten mejores perspectivas

La encuesta de Sondaxe revela que el colectivo que mejores perspectivas económicas advierte es el de los autónomos, quizá espoleado porque a inicios de año entró en vigor la nueva ley de trabajo autónomo, que les brinda algunas mejoras. Sus datos apuntan a unas expectativas cercanas a buenas (58 puntos), en contraposición con los jubilados, que pintan un futuro malo o regular (se quedan en 36 puntos). Es llamativa también la previsión a medio plazo de los parados, que con 49 puntos supera a la de los asalariados o estudiantes.