Esta pérdida se reconducirá en el futuro

Carlos Sánchez- Tembleque ESCUELA DE FINANZAS

ECONOMÍA

02 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las formas más objetivas y solventes de conocer la evolución de los salarios en España es a través del INE, con la encuesta trimestral de coste laboral, que calcula el salario medio en base a encuestas realizadas a empresas de todos los sectores; la última publicada, con datos del tercer trimestre de este año.

Según ese informe, el coste salarial por trabajador y mes se sitúa en septiembre del 2017 en 1.809 euros de media en España (doce mensualidades, extras incluidas y antes de impuestos), con un aumento del 0,3 % el último año. Si le aplicamos la inflación anual, que se elevó al 1,8 %, nos indicaría una pérdida de poder adquisitivo real en relación al año anterior del 1,5 %.

Mayor es la pérdida si se mide a más largo plazo: desde el 2012, los salarios han caído cuatro puntos, y la inflación en ese período fue del 1,2 % (hubo más inflación interanual en septiembre que en cinco años, porque en los años centrales de la crisis fue negativa). Así pues, nuestros salarios medios habrían perdido entonces un 5,2 % en 5 años.

El 2012 es un punto de referencia. En lo peor de la crisis se aprobó la reforma laboral, medida que ha permitido la creación desde el 2013 de dos millones de puestos de trabajo. Nuestra economía es hoy más productiva, generamos la misma riqueza que en el 2007, pero trabajando 1,7 millones de personas menos. Y además, gracias a esta reforma, es muy probable que la cifra mágica de los más de 20 millones de ocupados se alcance en algún momento del 2020. Pero tenemos como contrapartida un deterioro real de los salarios.

¿Y qué sucede en Galicia? Aunque viene de lejos, los salarios en Galicia según el INE son un 8 % inferiores a la media de España. Como premio de consolación, la evolución tanto en el último año como en los últimos cinco ha ido por delante de la de España y de la inflación.

En este contexto de pérdida de poder adquisitivo, nos encontramos con sorpresas desagradables: en el 2017 las condiciones climáticas nos han jugado una mala pasada y la luz ha subido el 10 %. Y en Galicia tenemos una subida de los peajes de la autopista del Atlántico de cerca del 4 %, el doble que el resto de España. O unos carburantes seis céntimos por litro más caros, algo que incide especialmente en un territorio muy disperso como el gallego, donde el vehículo privado es imprescindible.

Pero el panorama está mejorando. En cuanto a salarios, el Gobierno aumentó un 8 % el sueldo base en el 2017, otro 4 en el 2018, y hasta el 2020 -si la economía sigue evolucionando así- se elevará otro 19 % hasta 858 euros al mes, un avance de casi un 30 % en 4 años.

Además, cuando alcancemos esos 20 millones de personas trabajando, nuestra tasa de paro también anotará los mejores registros precrisis, lo que incidirá sin duda en subidas salariales, como en todos los países que se acercan al pleno empleo. Lo decisivo para avanzar en la subida salarial es crear empleo y reducir la tasa de paro.

Y los problemas mencionados de Galicia también tienen solución. El peaje de la Autopista está para quedarse (la concesión finaliza en agosto del 2048). ¿Por qué no habilitar un vial por carretera alternativo desde Ferrol a Tui, una vía rápida aprovechando lo que hay que permita una movilidad en condiciones sin pagar peajes?

En cuanto a los precios de nuestros carburantes, la Xunta lleva años trabajando en el fomento de la competencia de las gasolineras que ha permitido la entrada de nuevos operadores low cost a precios competitivos, pero seguimos en la tasa máxima del impuesto autonómico (4,8 céntimos por litro). ¿Por qué no estudiar su reducción o eliminación, al igual que han hecho más de la mitad de autonomías?