La liquidación de Guerral deja el textil dezano en mínimos

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

ECONOMÍA

XURXO BLANCO

Del imperio de grandes empresas de moda gallega solo sobrevive Florentino en la comarca

09 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Del que fue uno de los motores económicos de la comarca de Deza ya solo quedan rescoldos. La capital de la moda de Lalín se derrumbó al ritmo de la crisis, que fue llevándose una a una grandes firmas: Montoto, Toypes, Punto Iván, Mercedes Fuentes, D’Aquela, Enmanuel... entre otras muchas. Y a las que hubo que sumar varias cooperativas que florecieron al amparo de esas marcas.

La última ha sido Confecciones Guerral, en estos momentos en fase de liquidación, tras meses de dificultades que los representantes sindicales de los trabajadores achacan en parte a desacuerdos entre las dos hermanas que ostentan la propiedad y que empezaron a hacerse visibles en el 2014 con su entrada en concurso.

El cierre de Guerral deja prácticamente solo a Florentino en el parqué del textil dezano. Atrás quedaron aquellos años en que los vestidos casi artesanos de bordados y pedrería de Toypes hacían soñar en las pasarelas de Moscú. Una época en la que los cocodrilos de Lacoste se custodiaban en la nave de Montoto, en el polígono de Lalín 2000. La firma de punto llegó a atesorar diferentes marcas con la compra de las catalanas Boxley y Morgat y una fábrica en Bulgaria, bautizada como Buldeza, destinada a la confección de prendas para marcas blancas.

Producción propia y ajena

Parte de las firmas dezanas producían sus propias marcas y también otras. De la fábrica de Bendoiro de Punto Iván salía una producción de punto para Prenatal o El Corte Inglés. La moda dezana era garantía de calidad y también el gran nicho del empleo femenino en la comarca.

El cierre dejó en la calle a cientos de trabajadores en unas plantillas mayoritariamente femeninas. Muchas, como parte de las que ahora se quedan en el paro en Guerral, con más de 30 años de dedicación a la empresa. Toda una vida.

Solo Montoto sumaba 250 trabajadores. Hoy la marca sobrevive a través de la empresa lalinense Textiles Rosalía de Castro con el tesón de un familia que creó un imperio de cero y que volvió a empezar desde el mismo lugar.

La mayoría de las firmas nacieron en torno a los años 80, alimentadas por el bum del diseño y de la moda, en una España en crecimiento y supieron hacerse un hueco presumiendo de calidad y de diseño. La crisis les pilló a la mayoría en fase de expansión, con el estreno de grandes y modernas naves y grandes inversiones en marcha. La caída de las ventas les llegó en el peor momento. Y pese a los intentos de salvación, fueron cayendo una a una como piezas de un dominó. Los sueños y las pasarelas quedaron ya reducidas a un recuerdo esperando que la rueda vuelva a girar y pueda generar, con el tiempo, otro nuevo milagro.

De momento, el tesón y el carácter emprendedor dezano sigue manteniendo vivas pequeñas firmas que luchan por crecer. De momento, es otra liga, pero ya existe la semilla.