Casi el 80 % de los parados de más de 45 años tienen difícil recolocación

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

PACO RODRÍGUEZ

La cronificación del desempleo de larga duración condiciona la mejora del mercado laboral

02 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La cronificación del desempleo en determinados perfiles sociales se ha convertido en el gran desafío del mercado de trabajo en España y también en Galicia. Pese a la recuperación económica y al creciente aumento del número de ocupados, el paro de larga duración, aunque se reduce, sigue en cifras alarmantes. Y eso tiene que ver, sobre todo, con los mayores de 45 años, con peor formación y menor empleabilidad. Un informe del Ministerio de Empleo da cuenta de una realidad preocupante: de los 105.000 parados gallegos de más de 45, 80.000 solo tienen estudios elementales. Son el 76 % del total. Es decir, el grueso de los desempleados maduros no han cursado bachillerato, ni FP en ninguna de las ramas, ni mucho menos disponen de diplomatura o titulación universitaria.

Es el gran perfil del parado de larga duración: una persona madura, con baja formación, que estuvo en los años de bonanza en la construcción o en los servicios y que, ahora, tiene muy baja empleabilidad. «O desemprego de longa duración segue a ser un dos principais problemas do mercado de traballo galego, xa que o 51,2 % dos parados son de longa duración», revela el Foro Económico de Galicia en su último informe de coyuntura, que precisa, además, que el descenso de este tipo de desempleo se ha reducido en las cohortes de edad más jóvenes. Así, los últimos datos de la encuesta de población activa muestran que en el segundo trimestre de este año había 85.000 parados gallegos que llevaban más de dos años buscando trabajo. La cifra es considerable, sobre todo si se atiende a que el número total de desempleados en Galicia se eleva a 201.500. Este segmento de edad apenas puede competir con los jóvenes, mejor formados y más dispuestos a aceptar condiciones precarias, lo que pone el foco en la necesidad de recuperar desde el sector público las políticas activas y de formación para mayores, áreas que han sufrido severos recortes.

Aquí se ha producido una enorme paradoja: cuanto más necesarios han sido esos recursos más han disminuido. Y eso fue consecuencia de la drástica caída de ingresos y de la necesidad de cumplir con los requisitos de gasto público que marcaba Bruselas.

El Gobierno ha justificado parte del descenso en que cada vez hay menos parados, pero si se analizan los datos por desempleado la inversión ha caído mucho. Esto significa que se invierte cada vez menos por inscrito. En el 2011, el gasto fue de 8.866 euros por persona, de los que 1.664 era en políticas activas. En los Presupuestos del 2017 esa inversión per cápita es de 5.360 euros, 1.265 para políticas activas. Así consta en un trabajo elaborado por Enrique Negueruela, técnico de Empleo. 

Efecto desánimo

En relación con el paro de larga duración, los datos muestran que es una de las peores herencias de la crisis. Cuanto más tiempo se está desempleado más difícil resulta hallar un puesto de trabajo. Eso explica que parte de este colectivo, desanimado, deje de estar apuntado y abandone la búsqueda activa, de ahí que no conste como parado en los registros. A ese efecto desánimo se suma el riesgo de exclusión social, una vez agotadas las prestaciones.

Buena prueba de la existencia del problema es que el Gobierno, durante septiembre, acaba de lograr el acuerdo unánime de todas las comunidades para prorrogar hasta el 30 de abril del 2018 el plan Prepara, un programa para desempleados de larga duración que incluye una prestación de hasta 450 euros mensuales.

En España, casi 4 de cada 10 parados mayores de 50 años llevan 4 años sin encontrar un puesto de trabajo, un porcentaje escalofriante y que contrasta con la proporción en jóvenes: solo 1 de cada 10. 

«Me llegaron a ofrecer 500 euros por catorce horas de trabajo diarias»

José Mulero es un claro ejemplo de las dificultades que tiene el mercado laboral más allá de los 40 años

m. b.

A sus 50 años, José Mulero ha vivido en sus propias carnes los zarpazos de la crisis. Y es un claro ejemplo de las dificultades que tiene el mercado laboral más allá de los 40 años. A diferencia de otros de su edad, peor formados, es técnico en panificación y tiene otros estudios superiores. Y pese a ello, llegó a estar un año sin trabajo. «No encontraba nada, a pesar de que hay muchas panaderías, pero, claro, las condiciones de trabajo que se proponían eran horribles: me llegaron a ofrecer entre 12 y 14 horas diarias por 500 euros», recuerda José Mulero, que ahora, por fin, ha logrado un empleo en mejores condiciones. 

A su juicio, uno de los principales problemas de los parados de larga duración, más allá de sus niveles formativos, es que ahora las empresas prefieren tirar de los jóvenes y de los becarios. «Esto lo he vivido yo mismo: he tenido un trabajo y he sido despedido porque después cogían gente en prácticas, muy joven, que casi no recibía un salario; conozco empresas que han seguido haciendo esto. Esta práctica, que es muy habitual, y que consiste en abusar de los jóvenes y de prescindir de profesionales, debería estar más vigilada», explica este técnico de panificación.

José Mulero apuesta por un marco normativo que impida que se puedan producir este tipo de situaciones ya que perjudican tanto a los jóvenes como a los más veteranos.