La salida del fondo Broadbill y de Masaveu invalida un consejo que no puede renovarse ya que los nuevos socios no se han manifestado
16 ago 2017 . Actualizado a las 22:33 h.La vieja Pescanova ya no sabe de quién es. Los restos de la era Sousa fluctúan sin control en el mercado bursátil desde hace dos meses, víctimas de los especuladores y de la confusión de quienes creían estar comprando acciones del grupo pesquero rescatado por los bancos y que ahora es Nueva Pescanova; la corporación productora y comercializadora no cotiza en bolsa y Pescanova SA es solo una sociedad de cartera sin actividad.
La ajetreada compraventa de títulos desde su vuelta a la cotización en junio ha hecho cambiar de manos el cien por cien de las acciones en más de una ocasión. El resultado es que resulta difícil saber a día de hoy quiénes son los dueños de la vieja sociedad. La propia Pescanova SA asegura desconocerlo y, en teoría, sigue regida por un consejo designado por socios que ya no están en el accionariado. «Si lo pide un accionista, se cambiará el consejo, pero no sabemos si se pedirá ni quiénes son los nuevos accionistas mayoritarios, ya que no se han manifestado», ha explicado un portavoz.
Cuando la CNMV levantó la suspensión, tras 4 años congelado por los problemas financieros que llevaron a la compañía a la quiebra, los primeros en vender fueron los dos inversores que lideraban la compañía hasta este momento. De paso, ganaron dinero, tras hacerse con paquetes de acciones en el mercado gris durante los años de suspensión. Eran el fondo americano Broadbill, que vendió su 11 % (adquirido a 0,03 euros); y Carolina Masaveu, que colocó su 7,133 %, adquirido a 0,001 euros a 0,4 euros, con un beneficio de 800.000 euros. A falta de más datos por parte de la CNMV, y aunque tiene las acciones embargadas por orden judicial, a día de hoy Manuel Fernández de Sousa, el expresidente de Pescanova y principal investigado por la quiebra del grupo, es el primer accionista de esta sociedad, con su 7,515 %.