Toxo: «España puede acabar convirtiéndose en un polvorín de manifestaciones»

Beatriz García Couce
beatriz couce FERROL / LA VOZ

ECONOMÍA

Ballesteros | EFE

A punto de dejar el cargo, el líder de Comisiones advierte de que el fin de la crisis tiene que llegar ya a los salarios

28 jun 2017 . Actualizado a las 09:42 h.

A punto de ceder este sábado el testigo al frente de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo (Ferrol, 1952) afirma que se reúne desde hace meses a diario con el que será su sucesor y afirma que aún no se ha parado a pensar cómo va a ser su rutina dentro de unos días, aunque tiene claro que «no voy a dedicarme exclusivamente a actividades personales».

-¿Qué espera de Unai Sordo, su relevo, y del propio sindicato, tras el congreso del fin de semana?

-Una cierta dosis de continuidad con una dinámica de cambios que hemos iniciado en marzo del 2015, cuando tuvimos una reunión del consejo confederal, en donde abordamos la discusión de un código ético, de nuevos elementos de incompatibilidades internas y de una serie de cuestiones que han llevado a la fusión de federaciones y al aligeramiento de la estructura para dedicar los recursos hacia el ámbito de las empresas. Además, también señalamos los cambios necesarios para enfrentar lo que está siendo una transformación del país, de la economía, de la política, de la sociedad, que exige un sindicato más dinámico, más de proximidad, creando figuras como la del sindicalista de referencia en los pueblos, en los polígonos y en los centros comerciales.

-Con la situación actual del empleo, ¿debe hoy el sindicalista ir a buscar al trabajador?

-Sí, en parte es así. El 98 % de las empresas tienen entre uno y 25 trabajadores. Acelerados por las reformas, sobre todo las del 2012, asistimos a una nueva configuración del empleo, muy caracterizado por la precariedad en la contratación, el tiempo parcial indiscriminado, trabajadores nómadas que pasan de una empresa a otra sin tiempo para asentarse en un empleo, que rotan del paro al trabajo sin consolidar derechos y eso exige estructurales sindicales mucho más flexibles que las que podíamos tener en el pasado.

-¿Y con qué recetas se acaba con esos lastres?

-La primera es la revisión del Estatuto de los Trabajadores. No se si la fórmula es la derogación y la elaboración de uno nuevo, que permita establecer consensos para recuperar los equilibrios que se han perdido en las relaciones entre empresarios y trabajadores, que afectan tanto a la entrada como a la salida de los trabajadores y al tiempo de permanencia en el empleo. Ahí la negociación colectiva es capital. Además, hay un problema estructural de nuestro tejido productivo, que es la escasa presencia de los sectores industriales, de los más dinámicos e innovadores. Ahora que se habla de la revolución digital, España está perdiendo un tiempo precioso en acomodarse a los nuevos requerimientos a nivel internacional y a punto de perder un tren que posiblemente no vuelva a pasar. También hay que dotarse de una política más activa para el impulso de la actividad productiva. España no puede fiar todo su crecimiento al sector exterior, hay que impulsar la demanda interna, el consumo público y el privado. Y el público no se incentiva con unos presupuestos restrictivos como los que están a punto de aprobarse en el Parlamento. Además, hay que impulsar la capacidad de consumo de las familias.

-¿Por qué no hay acuerdo sobre la subida salarial?

-No sabría decirlo exactamente. Es una negociación muy atípica. Jamás en mi vida me había encontrado con una negociación de estas características, en las que se aproximan posiciones y al cabo de una semana estás otra vez en el punto de partida. Creo que las organizaciones empresariales no han entendido el momento económico español y por eso no se prioriza una negociación seria y un acuerdo que necesariamente pasa por incrementar los salarios. Por otra parte, las empresas singulares y los sectores están firmando acuerdos en la línea que venimos demandando los sindicatos.

-En Galicia se está secundando la primera huelga del metal en 25 años, con la revisión salarial como uno de los puntos de conflicto.

-Hay una inercia de estos años que está impidiendo que se lleguen a acuerdos satisfactorios. Las empresas tienen que entender que los beneficios del cambio económico hay que compartirlos. No se puede escorar tanto la balanza hacia un lado. Es consecuencia del debilitamiento que ha supuesto de la capacidad de respuesta de los trabajadores a partir de las reformas laborales. Esa situación está cambiando y, o se entiendo con claridad, o conflictos como los del metal de Galicia, se harán cada vez más evidentes. No es justamente en las fases más duras de la recesión económica cuando la gente se moviliza más, sino cuando se produce la recuperación de la economía y la gente percibe que los beneficios de ese cambio no le llegan. Estamos en un momento de alta explosividad y este año se está empezando a manifestar y, de mantener esa actitud las organizaciones empresariales y el Gobierno, España puede terminar convirtiéndose en un polvorín de manifestaciones.

-¿Qué ha sacado en limpio CC.OO. de la crisis de los ERE y las tarjetas «black»?

-Hemos elaborado códigos éticos o reforzado los ya previamente existentes, hay nuevas exigencias y cambios estatutarios que van a blindar a la organización frente a situaciones como estas.

«Galicia debe aprovechar su potencial industrial»

Tras ceder el testigo de CC.OO., Toxo regresará a Ferrol en julio.

-En Galicia también ha habido renovación. ¿Le ha dado algún consejo a Ramón Sarmiento?

-No los necesita. Tiene la capacidad suficiente para sacar adelante una tarea que en Galicia es ardua, tiene ganas y conocimiento. Además, después de que confluyeran dos candidaturas, ha conseguido establecer acuerdos que permitieron aprovechar todo el potencial de la organización.

-¿Qué debe cambiar la economía gallega?

-Galicia tiene una situación muy similar al del conjunto de Estado, pero una ventaja sobre otras zonas, que no se ha visto tan afectada por la especulación inmobiliaria como lo han sido el Levante o el centro y debe aprovechar ese potencial industrial y evitar procesos de deslocalización. Tiene que desarrollarse evitando situaciones de monocultivo, que en el caso de Ferrol han provocado una crisis tan prolongada en el tiempo. Galicia tiene una gran posibilidad de tomar la delantera con respecto a otros lugares con respecto a la transformación digital, pero debería ser más ambiciosa en términos de política presupuestaria.

-Navantia afronta de nuevo una negociación de un plan industrial.

-Lo primero que hay que intentar es ganar el tiempo perdido. El equipo de dirección puso en serio riesgo a la empresa. Es necesario consolidar la carga de trabajo. No solo hay que abordar el rejuvenecimiento de las plantillas, sino la cualificación y la solidez tecnológica y financiera de la compañía.