La CEG firma el crédito de 1,2 millones que garantiza su viabilidad económica

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XOAN A. SOLER

El préstamo, en el que Abanca aporta el 51 %, aleja al fantasma de un concurso de acreedores en la patronal gallega

13 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) firmó ayer el crédito hipotecario de 1,2 millones de euros que le permitirá cumplir con su plan de viabilidad y que aleja de forma definitiva el fantasma del concurso de acreedores. La operación quedó sellada ayer a pesar de las turbulencias desatadas en el sector financiero con la compra del Popular por parte del Santander. Entre ambos aportan el 25 % de un préstamo (15 % y 10 %, respectivamente) en el que Abanca tiene la mayoría (51 %) y en el que participan también el Sabadell (15 %) y el BBVA (9 %).

La firma del crédito se produce a pesar de la guerra interna que vive la patronal, con la oposición de Pontevedra y de Ourense al actual presidente, el coruñés Antón Arias. El pasado mes de abril, el que fue líder de la patronal, el empresario vigués José Manuel Fernández Alvariño, había alertado de una grave situación de «insolvencia». El crédito permitirá ahora a la actual dirección poner en marcha su estrategia y empezar «a preocuparse por los empresarios», tal y como revelan las fuentes consultadas en el entorno de la presidencia.

La CEG presenta como garantía una parte del propio edificio de la sede central, un inmueble histórico ubicado en pleno casco viejo compostelano. La última tasación valoró el edificio en 2,8 millones de euros, una cantidad que desde la patronal consideran que está bastante por debajo del valor real de mercado que tiene una casa de varias plantas, rehabilitada y en el mejor sitio de la capital gallega. 

¿Nuevo escenario?

La inyección financiera, que garantiza la viabilidad de la patronal gallega a corto y medio plazo, plantea la duda de hasta qué punto puede servir para reconducir la enorme división interna. El problema va incluso más allá de la oposición de Ourense y de Pontevedra al actual presidente, respaldado por Lugo, sino porque las sectoriales también se hallan divididas y, sobre todo, desmovilizadas. Las organizaciones que representan a las ramas de actividad consideran que en la estructura prima el reparto provincial. La enorme fractura interna, un problema que va camino de cronificarse, y los graves problemas económicos han propiciado que algunos informes bancarios sobre el riesgo del crédito fuesen desfavorables, pero finalmente prevaleció el valor patrimonial del edificio central de la CEG. La patronal ya se salvó del concurso el pasado verano cuando obtuvo in extremis un préstamo de 600.000 euros de Abanca con cargo a la subvención pública que recibiría la organización por la llamada ley de participación institucional. 

Ourense y Pontevedra consideran que Antón Arias es el presidente porque A Coruña maniobró con Lugo para asegurarse los votos mientras rompía un pacto que habían alcanzado las provincias para darse un tiempo y negociar un candidato de consenso. De ahí viene el actual clima de división interna.

La situación llegó hasta tal extremo que en el mes de marzo, en una decisión insólita y sin precedentes, los empresarios de Pontevedra se ausentaron de los órganos de gobierno de la CEG, al entender que la patronal ninguneaba de forma constante sus intereses. Finalmente, por sorpresa, a finales de abril volvieron a presentarse en un comité y en una junta directiva.

La CEG tiene ante sí ahora enormes desafíos. Consecuencia de esa guerra interna, no solo se ha deteriorado su imagen social, sino también las funciones para las que está concebida la organización, como pueden ser su papel como interlocutor en el diálogo social y, lo más relevante, su trabajo para defender y prestar servicios a los empresarios.

Hay una creciente desafección en una parte del tejido productivo e industrial gallego sobre la función que desempeña la patronal y el convencimiento de que, tal y como está ahora, es un instrumento lastrado por la obsolescencia. Por eso exigen profundos cambios internos de funcionamiento.