Guía para los más de 683.000 clientes del banco en Galicia

Ana Balseiro
A. balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

Los depositantes no notarán cambios, los accionistas lo pierden todo y se augura un aluvión de demandas

08 jun 2017 . Actualizado a las 08:27 h.

La abrupta venta del Popular tendrá consecuencias desiguales para los más de cuatro millones de clientes del banco (más de 683.000 en Galicia) y para los inversores que confiaron en el valor. A continuación se explica de qué modo se verán o no afectados en función de su vinculación con la entidad, desde ayer propiedad del Santander.

¿Qué pasa con mi dinero si soy un ahorrador?

Tranquilidad absoluta si usted es titular de una cuenta bancaria que, tras la venta al Santander y cuando se complete la integración, solo pasará a tener una nueva numeración (cambiará el IBAN). En cualquier caso, el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) cubre hasta 100.000 euros por titular y cuenta en el caso de impago del banco, una situación que no se ha producido. Tampoco notarán cambios los titulares del resto de los productos de ahorro, como depósitos, ni los de fondos de inversión y planes de pensiones.

¿Y si soy accionista?

Entonces pintan bastos. Los más de 300.000 accionistas (según los datos al cierre del primer trimestre, unos 250.000 minoritarios) lo pierden todo, ya que son, junto con los bonistas, los primeros en absorber los costes de la resolución de la entidad (la fórmula bail-in, frente al bail-out de las ayudas públicas). De hecho, las autoridades europeas acordaron amortizar las acciones del banco. Simplemente, ya no existen.

¿Cambia algo mi crédito, hipoteca, tarjeta...?

No. Los contratos en vigor seguirán aplicándose sin variar las condiciones, de modo que los clientes continuarán abonando igual las cuotas mensuales de la hipoteca, del préstamo o de las tarjetas de crédito. Solo notará que dentro de un tiempo hay un cambio en el código de la cuenta del banco.

¿Y si he denunciado para recuperar el dinero de las cláusulas suelo del Popular o del Pastor?

La venta del banco tampoco supondrá un cambio, más allá de que ahora será el Santander quien tendrá que hacer frente a las reclamaciones judiciales y a los pagos pendientes por la comercialización de hipotecas con cláusulas abusivas. La ampliación de capital trata de cubrir también esos futuros quebrantos.

¿La integración es automática? ¿Ya soy cliente del Santander?

No, llevará un tiempo. De hecho, el banco seguirá funcionando hasta entonces como filial del Santander, con sus oficinas y personal, aunque sea íntegramente de su propiedad. Ya hay un nuevo consejo, cinco miembros, compuesto exclusivamente por ejecutivos del Santander.

¿Qué les espera a la plantilla y a los altos cargos del Popular?

Ana Botín se reunirá hoy con los 100 principales ejecutivos del Popular. El futuro de los altos cargos no parece muy optimista en el nuevo organigrama, después de la sustitución fulminante, ayer mismo, del presidente, Emilio Saracho; el consejero delegado, Ignacio Sánchez-Asiaín; y el resto de los miembros del consejo de administración, entre ellos el gallego José María Arias. En lo que respecta al resto de la plantilla, el consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, explicó que aún no hay «un plan detallado» del ajuste que se requerirá, «ni de personas ni de sucursales», pero que cualquier medida «se pactará con los sindicatos».

¿Habrá un nuevo caso Bankia, con una avalancha de demandas?

El alud de reclamaciones judiciales está asegurado. Tras hacerse pública la resolución del banco y su venta, tanto colectivos de consumidores como despachos de abogados reaccionaron. La OCU, por ejemplo, ya ha reclamado por carta al Gobierno y al Banco de España un arbitraje o una solución extrajudicial para los pequeños accionistas perjudicados, para evitar un nuevo colapso judicial, mientras que Adicae instó al Santander a ofrecer «una alternativa» a los accionistas, pese a que Botín descartó cualquier compensación.

Pero no solo los pequeños inversores lo han perdido todo y comenzarán a explorar la vía judicial. La resolución también les ha hecho un roto a los accionistas de referencia, como la sindicatura, próxima al Opus Dei, que poseía un 9 %, el mexicano Del Valle o la familia chilena Luksic, que en mayo se hizo con un 3 %. De hecho, vía Twitter, Andrónico Luksic anunciaba que estaba analizando una posible apelación, convencido de que el banco «tiene valor». Pese a ello, admitía que «no siempre se gana, las inversiones tienen riesgos».

¿Por qué solo un euro?

Muchos fueron los que ayer enarcaron las cejas cuando se enteraron de que el Popular, el sexto banco de España, se había vendido al Santander por un euro. Lógica la extrañeza que causó en algunos la noticia. Y la indignación, en otros muchos.

No es la primera vez que ocurre. Sucedió lo mismo cuando el Sabadell compró la CAM, en el 2012; y cuando, ese mismo año, el BBVA se hizo con Unimm. Con la diferencia de que estos dos últimos recibieron, si no dinero público directo, al menos garantías de que contarían con el colchón del Estado ante posibles imprevistos. Como, pongamos, un litigio judicial heredado de épocas anteriores.

Botín dijo ayer bien claro que ellos no cuentan con esa red de seguridad.

En cualquier caso, conviene decir que lo del euro es simbólico. No es que el Santander ponga sobre la mesa una moneda y se acabó. El coste para la entidad que preside Ana Botín es mucho mayor que eso. De hecho, el Santander va a tener que hacer una macroampliación de capital para financiar la compra. Va a pedir la friolera de 7.000 millones de euros. Y es que la soga de los activos tóxicos que ciñe el cuello del Popular es muy pesada.

Tampoco hay que perder de vista que el veredicto independiente encargado por el BCE arroja una valoración negativa del Popular de entre 2.000 y 8.200 millones.