Técnicos gallegos triunfan en Noruega

ECONOMÍA

BEATRIZ COUCE

Navantia envía desde Ferrol personal para mantener las fragatas, hasta 110 han llegado a coincidir

04 mar 2020 . Actualizado a las 19:31 h.

Cuando una armada culmina una misión con éxito y con los estándares más altos de calidad recibe la felicitación en forma de Bravo Zulú, un código que se emite por haber actuado sin fallo alguno y con excelencia. Y ese es el regalo simbólico que la Marina de Noruega acaba de realizar a Navantia, tras valorar de ese modo los trabajos de apoyo al ciclo de vida de sus fragatas de la clase F-310, como la Fridtjof Nansen, que viene desarrollando en el país en los últimos años.

Los cinco buques fueron construidos en el astillero ferrolano entre el 2000 y el 2011 y, desde entonces, la vinculación del personal de esta factoría con la Armada nórdica y con estos buques no se ha roto nunca. Primero, atendiendo a sus garantías y, desde el 2013, ya en otra dimensión. A partir de esa fecha, Navantia ha enviado periódicamente a Bergen a parte de su personal -mayoritariamente de Ferrol, aunque también de Cartagena y de San Fernando- a realizar distintos trabajos de actualización y mantenimiento de los buques, tareas que se han visto refrendadas el pasado mes al adjudicarle la Defensa del país un contrato por cinco años (con opción de renovación por otros dos adicionales) para el apoyo del ciclo de vida de las fragatas. Se trata esta de una línea de negocio que, si bien no genera elevados niveles de ocupación con respecto a la plantilla total de la factoría de la ría ferrolana, ha ido creciendo en peso en la compañía. De hecho, el pedido de construcción de los dos buques de aprovisionamiento de combate para la Marina de Australia, cuya construcción está a punto de iniciarse en Ferrol, ya incorpora también un contrato de apoyo al ciclo de vida. Cuantitativamente, son acuerdos de menor envergadura que los de construcción de un barco, pero garantizan trabajo para varios lustros, y unas relaciones estrechas con las armadas durante ese período que pueden favorecer la obtención de otros encargos, explica Manuel Iglesias Gato, director del programa de apoyo al ciclo de vida de las fragatas noruegas.

En estos barcos, los trabajos realizados son de toda índole y calado. Estos días, únicamente hay un grupo de cinco empleados de la antigua Bazán, pero han llegado a superar los 110. Ha habido estancias de unos pocos días y otras de entre cuatro y seis semanas. Son encargos que abarcan requerimientos de todo tipo de gremios, como la soldadura, la pintura, la mecánica o la electricidad, y que presentan la particularidad de que tienen que realizarse a bordo, pero no en el astillero, sino a más de 2.000 kilómetros de distancia, en la base naval de Haakonsvern, en Bergen, y en ocasiones con la tripulación. Por estos condicionantes, los responsables del contrato en el país insisten en que se trata de personal altamente cualificado y que cumple con todos los requerimientos exigidos. En ocasiones, también acude desde Ferrol personal de compañías auxiliares, sujetos a las mismas exigencias.

Hasta principios de junio

En estos momentos, los empleados de la factoría ferrolana desplazados al país llevan a cabo trabajos en la F-314, la Thor Heyerdahl, en la alineación del sistema de combate. Estarán hasta principios de junio. Si bien estas tareas requieren unos exigentes trabajos de cálculo, como subraya Miguel Díaz, jefe de Construcción y Obras de Navantia en Noruega, será a partir de septiembre cuando el volumen de personal desplazado al país experimente un nuevo repunte, puesto que llegarán a Bergen unos setenta empleados de la antigua Bazán para acometer una obra en los tanques de la primera fragata, la Fridtjof Nansen. Se desarrollará durante entre cinco y seis semanas, y consistirá en la modernización de los tanques con la colocación de sensores de ultrasonidos, lo que exigirá el vaciado de los depósitos y su limpieza, la instalación de los equipos, pintar y las pruebas para verificar que están operativos sin problemas.

Cuatro años después de iniciar los trabajos de actualización, la Marina de Noruega ha otorgado a Navantia un sobresaliente en la encuesta de satisfacción de sus clientes. «La modernización de las fragatas ha permitido reducir las dotaciones, de entre 140 a 75 personas. Estamos muy satisfechos con la cooperación que encontramos en Navantia, porque lo consideramos un constructor naval experimentado», afirma el comandante Stig Nilsen, de la división de Sistemas de la Marina nórdica. Después de vivir un año en Ferrol -ciudad a la que regresa dos veces al año cuando puede, buscando el cariño de su gente y su gastronomía-, en donde participó en el seguimiento del proceso de construcción de las fragatas, apunta el «cumplimiento de los plazos, la entrega a tiempo, el modo en el que se ejecutan los trabajos y el precio» como las principales fortalezas que ofrece el personal del astillero ferrolano a su Marina. La confianza ha ido cimentándose contrato a contrato en los últimos años. «Si Miguel [por Miguel Díaz, jefe de construcción] está planificando, nosotros sabemos que todo va a ir bien», apostilla.

«La logística de traer a la gente aquí supone casi el 50 % del trabajo»

Desde el primer bloque de la primera fragata noruega, Miguel Díaz participó en este programa de construcción en el astillero de Ferrol, como luego lo haría en el de los megabuques australianos. En el 2008, durante un año asumió la responsabilidad de ser el jefe de la garantía de la segunda unidad de la serie, la Roald Amundsen, lo que le llevó a navegar por el país y le permitió iniciar un grado de conocimiento y de relaciones en Noruega que perduran hasta hoy. Porque Miguel Díaz es el rostro y el alma de Navantia en la base de Haakonsvern, en donde se encarga de coordinar los trabajos solicitados.

No obstante, sus competencias comienzan mucho antes. «Yo coordino muchas tareas, pero la logística de traer a la gente aquí supone casi el 50 % del trabajo», explica este ferrolano. Elegir al personal, buscar billetes y alojamientos, adquirir el material -alguno tarda hasta seis meses en llegar-, tener al día los permisos y dar respuesta a las demandas que puedan surgir a diario en los buques son algunas de sus competencias. «La planificación y la organización son básicas», subraya, y pone el acento en la cualificación de los empleados que realizan habitualmente las obras en el país. «La mayor parte de la gente trabajó en la construcción de las fragatas. Nuestro conocimiento es muy valioso y por eso confían en nosotros», afirma.

«Este es un contrato rentable y con el que fidelizamos un cliente importante»

Manuel Iglesias es el jefe del programa de apoyo al ciclo de vida de las fragatas nórdicas, que hasta ahora ha reportado unos ingresos consolidados de 16 millones de euros. «Es un contrato rentable, hemos ganado dinero con él y además nos sirve para fidelizar a un cliente importante», afirma. Iglesias incide en el trabajo de planificación y coordinación que requiere un programa de estas características, que además atañe a un gran número de departamentos del astillero ferrolano. «Fuimos un alivio en un momento de baja actividad, pero cuando el flotel comenzó a tener demanda, ya generamos tensión. Nosotros traemos gente con un gran nivel de cualificación, que, junto con el cumplimiento de los plazos y el presupuesto, es otro de los pilares del éxito de este programa», afirma su director. Haciendo balance, el ferrolano Iglesias se muestra satisfecho. «En términos de rentabilidad, está en torno al 9 %; nuestro cliente nos ha felicitado explícitamente y ha renovado el contrato por cinco años más. Además, esto nos ayuda a mantenernos en un área de negocio importante», explica. También añade que «ha ayudado a paliar la tremenda subactividad vivida, ha puesto en valor la cualificación de nuestra gente y, en el marco de la estrategia de internacionalización de Navantia, ha servido y continúa sirviendo de referente».