Pisada gallega en el mar Báltico

Beatriz García Couce
beatriz couce BERLÍN / ENVIADA ESPECIAL

ECONOMÍA

Cedido

Navantia Fene y la santiaguesa Wind 1000 son dos de las empresas que han trabajado para un parque de Iberdrola

15 may 2017 . Actualizado a las 09:14 h.

Durante más de un año modificaron el skyline de Ferrol, con sus 60 metros de estructura de acero alzándose al cielo en el astillero de Fene, pero ahora las 29 jackets construidas en esta planta para el primer parque eólico marino en solitario que gestiona Iberdrola en Alemania ya están a miles de kilómetros, instaladas en el mar Báltico. Las enormes piezas destinadas a sujetar los aerogeneradores en el mar solo muestran un tercio de su envergadura. El resto, es decir, 40 metros, están anclados al fondo marino, algunas cumpliendo perfectamente con su cometido y otras preparadas para hacerlo. 

Es parte de la huella que deja la industria gallega en las aguas que bañan el parque de Wikinger, el mismo recinto que, de la mano de la eléctrica vasca, adentró a Navantia en el sector de la eólica marina, confiándole al astillero de Fene -en alianza con la asturiana Windar Renovables- la construcción de las 29 jackets, y a la factoría de Cádiz, la subestación eléctrica, bautizada como Andalucía. Esta primera aportación, que el director del proyecto Wikinger en Iberdrola, Estanislao Rey-Baltar, ha calificado de «fundamental», ha servido como palanca para un segundo encargo para los astilleros españoles: una subestación y otras 42 jackets, cuya fabricación acaba de arrancar, para el parque East Anglia One en el Reino Unido. «Uno de los objetivos de nuestra compañía es incrementar la cadena de suministro y la competencia, y eso lo hemos conseguido con la participación de Navantia y Windar en el proyecto», añade Álvaro Martínez Palacios, director de Operaciones de la eléctrica. 

Wikinger, que tendrá 350 megavatios de potencia, contará con 70 aerogeneradores y sumará una inversión de 1.400 millones de euros, que ha movilizado a suministradores de varios países. Solo en la ría de Ferrol han participado en la fabricación de las 29 jackets una treintena de firmas auxiliares. El resto de las cimentaciones han sido construidas en la danesa Bladt. 

Ubicado a cerca de 40 kilómetros del puerto de Mukran, en Saastniz (317 kilómetros al norte de Berlín), el recinto marino alemán ya cuenta con 18 molinos colocados, y la actividad, tanto en alta mar como en el puerto que sirve de base para el premontaje de las gigantescas piezas y en donde se focaliza la logística previa, no se detiene ni un minuto. Ni de día ni de noche. 

«Esto nos permite crecer»

Superada la instalación de las jackets, de la subestación y del cable marino, además de los primeros 18 molinos, en Mukran las operaciones se centran en los aerogeneradores, fabricados por Adwen, del grupo Gamesa. Más de medio millar de trabajadores se afanan en realizar el premontaje de los molinos e izarlos al barco Brave Tern, que los portará hasta alta mar y los colocará sobre las jackets. Cincuenta de esos empleados pertenecen a la empresa santiaguesa Wind 1000. Uno de sus propietarios, Diego Garrido, asegura que esta obra, además de reportar un año de carga de trabajo, «nos permite crecer, porque se trata de un proyecto que nos obliga a formar personal que podremos destinar después a otros». También subraya que ha supuesto la entrada en la eólica offshore, «un mercado con previsión de gran crecimiento». 

Aunque las condiciones meteorológicas determinarán la fecha de finalización del parque, Iberdrola prevé arrancar Wikinger a partir de septiembre. Atrás quedarán varios años desde que se inició la tramitación del proyecto. La eléctrica, que cuenta con un parque en la costa oeste del Reino Unido e impulsa ya el segundo en la oeste, acaba de recibir autorización para implantar otro en Francia y a partir del 2020 construirá uno en Estados Unidos.