La SEPI da un golpe de timón en Navantia ante el ajuste que se avecina

Beatriz García Couce
beatriz couce FERROL / LA VOZ

ECONOMÍA

CESAR TOIMIL

Nombra al mugardés Esteban García Vilasánchez presidente de la empresa para pilotar un nuevo plan

08 abr 2017 . Actualizado a las 15:41 h.

Machaconamente, los trabajadores de Navantia han pedido en los últimos meses la cabeza de José Manuel Revuelta, presidente de la compañía. Nunca fueron fáciles las relaciones entre las dos partes, pero desde finales del pasado año entraron en un punto de no retorno. La sentencia del Tribunal Supremo que daba la razón a los portavoces de la plantilla en su lucha contra un controvertido cuarto convenio colectivo, primero; el modelo organizativo y productivo, después; y por último la presentación de las cuentas del 2016, con las mayores pérdidas económicas de la historia de los astilleros públicos (230 millones), han acabado por propiciar el relevo al frente de la empresa. La nueva presidenta de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Pilar Platero, ha dado estas últimas semanas varios golpes de timón que aventuran la disposición al diálogo con los sindicatos ante una nueva reconversión en el sector. La corporación anunció ayer el nombramiento del mugardés Esteban García Vilasánchez como nuevo presidente, argumentando que Revuelta había pedido su relevo «al considerar que había cerrado una etapa en la que se habían conseguido nuevos contratos». Estas son las claves del nuevo mandato del directivo gallego:

Plan industrial

Iniciar el diálogo. El pasado 24 de febrero, la SEPI anunció que iniciaría las conversaciones para el desarrollo del plan industrial para los astilleros públicos, necesario debido a su situación económica. La presidenta se reunió la pasada semana en Cádiz con los sindicatos y lanzó un mensaje tranquilizador sobre el mantenimiento del empleo y de todos los centros. Una semana después ha nombrado al dialogante García Vilasánchez, guiño además a una de las peticiones sociales y políticas: que el líder de las factorías públicas fuese un profesional de la casa, sabedor de la especial idiosincrasia del sector.

Saneamiento

Pérdidas históricas. Navantia cerró el 2015 con unos 170 millones en números rojos, lo que motivó que la corporación pública tuviese que aprobar créditos participativos para apagar el fuego financiero de la empresa. El pasado ejercicio, las pérdidas fueron mayores, 230 millones, pese a que se firmaron nuevos contratos. El saneamiento económico es, pues, uno de los principales retos al que tendrá que enfrentarse el nuevo equipo directivo, una cuestión nada sencilla, teniendo en cuenta que, al tratarse de una empresa pública, cualquier aportación de capital que pretenda realizarse habrá de pactarse antes con la Unión Europea.

Rejuvenecer la firma

Salidas anticipadas. Aunque no hay fecha para el arranque oficial de las negociaciones -solo hubo un contacto inicial de las Federaciones de CC.OO. y UGT- y por lo tanto aún se desconoce el contenido del plan de futuro, se sabe, no obstante, que una de sus principales patas de ese programa se sustentará sobre el rejuvenecimiento de las plantillas y el equilibrio de los gremios. Esteban García, ligado a la empresa pública desde 1990, conoce exhaustivamente el envejecimiento del cuadro de personal y la necesidad de que se refuerce su estructura. Otro desafío de altura para el presidente. Entre Ferrol y Fene suman 2.400 empleados.

Contratos

Más carga de trabajo. Navantia cuenta con contratos pero aún no los suficientes para generar ocupación para toda su plantilla, por lo que la cristalización de nuevos encargos será otra de las piezas claves en la negociación que está a punto de abrirse con los representantes sociales. En Ferrol se construye un BAM para la Armada y española y se iniciarán en junio dos barcos logísticos para Australia, mientras que en Fene se fabrican cimentaciones para un parque de eólica marina para Statoil y en junio comenzarán 42 jackets para Iberdrola y 4 para Siemens. Falta además definir las especialidades de los astilleros. En la ría de Ferrol, aunque el veto que impedía a la antigua Astano construir buques cayó en el 2015, la factoría ha estado dedicada a obras de eólica marina. Sus trabajadores reclaman que vuelva a apostarse, sin prescindir de esa nueva línea de negocio, por el naval.

Industria auxiliar

Un nuevo marco. Para desarrollar su actividad, los astilleros públicos precisan actualmente de las empresas auxiliares, con gran peso en Ferrolterra. La regulación de su actividad y de las condiciones de sus plantillas es otro de los caballos de batalla en esta nueva etapa que se abrió ayer con el relevo en la cúpula.

Salto tecnológico

Al astillero 4.0. La factoría ferrolana cuenta con un ambicioso proyecto que supondrá un cambio radical en los procesos. Si se materializa, se dejará de construir en la grada para hacerlo bajo un dique seco cubierto, en cuyo alrededor se concentrarán los talleres.