Alarmados hemos vivido las subidas del precio de la electricidad en enero. Es un serio problema, pero hay otro más grave: la indefensión del negocio eléctrico ante una situación que se puede repetir en cualquier momento.
El sistema funciona como un mercado de valores, en el que cuando la oferta supera a la demanda los precios son muy bajos (durante la noche y fines de semana), y en el caso contrario, se disparan. Enero es el mes con mayor consumo de energía y en este pasado, además, se produjo la tormenta perfecta: una demanda de energía elevada que coincidió con una climatología especialmente adversa (menor lluvia, viento y sol). A esta situación crítica se le sumó que durante los meses anteriores apenas había llovido (menos reservas hidroeléctricas), por lo que fue necesario recurrir a la generación con tecnologías más caras (carbón y gas natural) y en especial a la importación de energía eléctrica desde el exterior. Este escenario coincidió con una parada masiva de centrales termonucleares francesas, lo que derivó en un precio de importación de electricidad también superior al esperado.
Durante los meses posteriores la demanda no fue tan elevada (ya no hizo tanto frío), y han sido meses más lluviosos y con viento, por lo que el precio se ha estabilizado; no obstante quedó en evidencia la vulnerabilidad del sistema eléctrico español por la dificultad de gestión de situaciones climatológicas adversas, y sobre todo que no podemos evitar que en enero del 2018 se repita la misma situación, ya que estas subida son una debilidad del sistema eléctrico nacional.