Oliu reclama un pacto presupuestario para cuadrar el déficit e impulsar el crecimiento

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Senén Rouco

Recuerda que la economía española está en un momento álgido, pero aún presenta desequilibrios

21 sep 2016 . Actualizado a las 07:27 h.

Explica el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, que no recuerda en España una fase de crecimiento económico tan equilibrado como el actual, en el que el tirón del consumo y de la inversión se completa con una aportación positiva del sector exterior, que en anteriores ciclos alcistas desfallecía cuando la demanda interna empezaba a carburar. El banquero, que ayer dictó una conferencia sobre las perspectivas de la economía en un foro organizado por el Sabadell y La Voz en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre, recordó que todas las señales apuntan que España se encuentra en un momento álgido: el PIB crece al 3 %, al igual que el empleo, las ventas minoristas lo hacen a un ritmo un punto superior, la matriculación de turismos está en récord y la inversión inmobiliaria, convertida en refugio para los ahorradores que buscan algo de rentabilidad para su dinero, se dispara en las grandes capitales y en la costa.

Y sin embargo, pese a que todos los vientos (también los de Fráncfort) soplan a favor, Oliu destacó que persisten algunos desequilibrios que amenazan una senda de crecimiento que según sus previsiones podría durar al menos tres años más. Dos principalmente: la temporalidad del nuevo empleo que se crea y la imposibilidad de cuadrar las cuentas públicas, con un déficit todavía por encima del 5 %, cuando la ortodoxia de Bruselas exige que no supere el 3 %. Por ello, reclamó a los partidos que, si no son capaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno, por lo menos tengan la cintura para llegar a un pacto sobre el Presupuesto que muestre el compromiso respecto a los objetivos y permita desarrollar políticas que impulsen el crecimiento y un empleo de más calidad.

«Atacar las raíces de estos dos desequilibrios es la tarea más importante para aprovechar este potencial de crecimiento», reivindicó el ejecutivo, que advirtió que «la temporalidad del mercado de trabajo es pan para hoy y hambre para mañana» y que es necesario un empleo estable que rebaje las tasas de paro estructural (lo cifró en un 10 %) y así poder rebajar la partida destinada a gasto social y aliviar el déficit.

Fuera de España, Oliu pintó un panorama marcado por el bajo crecimiento global y las fuertes incertidumbres provocadas por los experimentos en política monetaria con los que los bancos centrales han querido atajar la crisis y que han dejado los tipos de interés en cero o incluso en negativo, creando una paradoja incluso (o especialmente) para los banqueros: «No le veo sentido a dejar dinero pagando al que te lo pide».

Y si ya eran pocos los obstáculos al crecimiento, surgen seísmos inesperados, como el brexit, que, pese a la sacudida inicial, el presidente del Sabadell ya da por descontado en los mercados, siempre que las negociaciones de ruptura con Bruselas se traduzcan en un acuerdo de libre comercio una vez consumado el divorcio.

Los retos de los bancos: unos márgenes cada vez menores y la entrada en el sector de las grandes tecnológicas

Dejando a un lado el análisis general de la economía y entrando en el detalle de su sector, el presidente del Sabadell explicó la línea de crecimiento de su entidad, que busca diversificarse fuera de España (con un ojo en el Reino Unido y otro en América Latina), y dibujó un escenario plagado de retos para los bancos europeos, apremiados por una regulación cambiante y cada vez más exigente, tanto respecto a las necesidades de capital como en el flujo de información que deben aportar de forma continua al supervisor europeo.

Pero sin duda el gran desafío viene por el agujero que esos bajos tipos de interés impuestos por el BCE han provocado en las cuentas de las entidades financieras, que han visto estrecharse el margen de beneficio sobre sus operaciones. Y si hay entidades que han apostado por ganar cuota con una política agresiva para captar depósitos, el Sabadell entiende que la única respuesta coherente pasa por mantener unos márgenes mínimos que garanticen la salud del negocio. Si vienen más clientes será por el trato que se les dispensa.

Todo ello, mientras las entidades aún limpian de sus balances las «herencias», como las denominó Oliu, que destacó que pese al ritmo sostenido con el que han venido provisionando fallidos y morosos, todavía tendrán que pasar «uno, dos o tres años» hasta que hayan digerido el atracón provocado por el pinchazo de la burbuja.

El tercer reto, y quizás el más importante, porque se trata de un cambio de modelo, es el tecnológico. Para Oliu, el debate no es si van a cerrar oficinas o no, porque se trata de un coste menor, sino cómo «desarrollar un nuevo modo de relación con los clientes, que son demográficamente cambiantes». Y es que, mientras Apple o Google emergen como operadores financieros, obligando a los bancos a colaborar en los nuevos sistemas de pago que se impulsan desde estos gigantes tecnológicos, orientados al público más joven, al banquero -explicó- todavía lo asaltan accionistas de más edad que le reclaman que no se olvide de los que prefieren ver sus ahorros reflejados en una cartilla, que aún son unos cuantos.