El chivato que renunció a ocho millones de dólares por su soplo

iago sánchez, G. L. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

FRANK RUMPENHORST | AFP

El exempleado del Deutsche Bank protesta así por la falta de castigo a los directivos que alteraron las cuentas

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En la primavera del 2015, la SEC (el regulador bursátil de Estados Unidos) impuso una sanción de 48 millones de euros al Deutsche Bank por ocultar pérdidas infravalorando operaciones de alto riesgo en sus balances. Detrás de la multa se encontraba el dedo acusador de Eric Ben-Artzi, un analista de riesgos financieros despedido del banco alemán tras criticar las malas prácticas. Fue él quién dio la voz de alarma ante el comportamiento de algunos de sus compañeros y jefes que estaban valorando de forma inadecuada los niveles de riesgo de ciertos productos financieros para ocultar un agujero de 9.000 millones de euros y evitar así un rescate.

No fue Ben-Artzi el único que puso al regulador sobre la pista: otras dos personas, entre ellas su compañero Matt Simpson, dieron también el soplo. La SEC premió el gesto recompensando a Ben-Artzi y Simpson con 16,5 millones de dólares (14,6 millones de euros) a repartir entre ambos.

Este tipo de incentivos son habituales, ya que la normativa prevé que los delatores reciban entre un 10 y un 30 % de lo recaudado por la multa. Pero en este caso, Eric Ben-Artzi ha tenido un gesto de integridad poco usual al renunciar a la parte que le tocaba. Es el primer delator que lo hace.

En un artículo publicado en el Financial Times, el exdirectivo explicaba ayer que lo hace por entender que los ejecutivos responsables de las malas prácticas del banco habían salido impunes. Y es que, argumenta, el coste de la sanción ha recaído íntegramente sobre el banco, mientras que los directivos implicados no han tenido que abonar ni un euro, de manera que al final los que cargan con las consecuencias son los empleados y los accionistas.

«No me voy a unir al saqueo de la misma gente a la que me contrataron para proteger», defiende Ben-Artzi, que explica la tibieza del regulador en las puertas giratorias que existen entre la SEC y el banco alemán.