Alerta en el campo gallego por la falta de agua, que arruina la producción de maíz

X. R. Alvite / X. M. Palacios MAZARICOS, LUGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Carlos Castro

Esa merma obligará a gastar más para alimentar al ganado en plena crisis de precios

06 ago 2016 . Actualizado a las 12:52 h.

Si hace tan solo un par de meses los agricultores gallegos se quejaban de que las abundantes lluvias habían echado a perder una parte importante de sus cosechas -patata, trigo o centeno-, ahora la causa de sus males es justamente la contraria. La ausencia, prácticamente total, de precipitaciones durante lo que va de verano ha encendido las luces de alarma en el campo gallego por el temor a que la sequía pueda dañar gravemente miles de hectáreas de terreno sembradas con maíz.

Este cultivo se ha convertido en el alimento principal sobre el que las granjas lácteas sustentan la alimentación del ganado, por lo que una mala cosecha acostumbra a ser sinónimo de mayor gasto al tener que recurrir a la compra de alimento foráneo. Circunstancia esta que, en un contexto de grave crisis como el que padece el sector en este momento, resulta inasumible para la mayoría de explotaciones.

Si bien la incidencia de la sequía resulta dispar dependiendo de la zona, la del Deza con más de 6.000 hectáreas dedicadas a maíz pasa por ser una de las comarcas donde más se perciben los efectos de la falta de agua sobre este cultivo. «O millo está moi apurado. A falta de chuvia impediu que a planta se desenvolvese de xeito conveniente e, de se manter esta situación, en moitas fincas nin sequera compensará pagar o que custa a sega», apunta Román Santalla, ganadero lalinense y responsable de ganadería del sindicato UPA, matriz estatal de Unións Agrarias.

Un 70 % afectado

Se calcula que esta zona está afectada el 70 % de las plantaciones. «Esperabamos -dice- unha colleita de entre 38.000 e 40.000 quilos, e é posible que non cheguemos a 28.000».

De idéntica opinión es José Manuel Fernández, socio de una cooperativa mazaricana con una superficie sembrada que supera el centenar de hectáreas: «Hai moitas diferenzas entre unhas fincas e outras. As que foron sementadas máis cedo ou con maior profundidade no terreo soportan mellor a falta de auga, nas máis recentes as plantas medraron a metade e dificilmente botarán a espiga».

Precisamente el grano es lo que más se valora en este cultivo y la principal carencia que registran las fincas en comarcas lucenses como Sarria, Chantada o Lemos, donde la superficie dedicada a esta gramínea supera las 12.000 hectáreas. «Aínda que existen casos onde a planta apenas medrou, en termos xerais a altura acadada resultaría aceptable se a espiga fose boa, algo que resulta difícil que suceda se non ven a choiva», apunta José Manuel Álvarez, ingeniero técnico agrícola y responsable del departamento comercial de una conocida multinacional agrícola. Este profesional alude a la conveniencia de que llueva -circunstancia que no parece claro que suceda a corto plazo- en el momento actual en el que la mayoría de las plantas están en su fase de polinización.

Los elevados precios que registran los piensos han propiciado que el silo de maíz se haya convertido en un alimento imprescindible para la cabaña láctea gallega. Tanto es así que una vaca de alta producción puede llegar a ingerir más de 40 kilos diarios de este producto. Esta circunstancia y la necesidad de optimizar al máximo los recursos propios han traído consigo un aumento significativo de la superficie destinada al cultivo de esta especie que, a día de hoy, ya ocupa una superficie de más de 70.000 hectáreas en Galicia, el 60 % del total sembrado en el conjunto del Estado.

Y también menos hierba

A la preocupación por la repercusión que finalmente tendrá la sequía sobre la producción del maíz se une la que manifiestan muchos ganaderos que siguen utilizando el pastoreo como sistema de alimentación de las vacas. Estos profesionales se quejan del mal estado que registran las praderías debido a que la ausencia de lluvias ha impedido que rebrotase la hierba. Esta circunstancia ha provocado que el ganado se quedase sin comida y, paralelamente, obligado a sus dueños a echar mano del alimento que tenían ensilado y reservado para los meses de otoño e invierno.

«Houbo anos coma este, pero hai que gastar e non temos ingresos»

Agustín López, ganadero de Matodoso (Castro de Rei), no cree que a sequía que se está notando estas semanas sea algo excepcional. Pero resulta preocupante en un contexto de crisis de precios de la leche, que ya viene del año pasado, y que no acaba. Habrá que hacer más gasto para alimentar al ganado, sin que crezcan los ingresos. Recuerda que los productores lácteos están cobrando entre 27 y 28 céntimos por litro, que no da ni para cubrir los costes. En su caso, tiene 90 vacas. «A situación é peor porque o leite non vale, os xatos non valen... Houbo anos coma este; pero agora temos que facer gastos adicionais e os ingresos son menos: estamos cubrindo gastos escasamente, así que se temos que investir, hai un problema».

La solución, recuerda, tendrá que venir del cielo, porque los ganaderos no pueden hacer gastos extraordinarios para mejorar el campo. «O peor é a situación do millo. Ten que chover, e nalgúns casos estamos regar, pero é un gasto engadido moi grande».

¿Cuánto de grande? «Os meses nos que non se rega hai que pagar como mínimo 1.200 euros. Despois, cando se rega, gástase ata 3.000 euros ou así. Pero o problema está máis ben cando non se rega, porque se paga por ter a luz enganchada sen darlle ningún funcionamento. Ademais, hai tres ou catro anos, pagábanse arredor de 600 euros».

Los ganaderos están tirando de la recogida del año anterior pero «estase a acabar». Y las lluvias de invierno y primavera obligaron a sembrar maíz tarde. Y Agustín no ve que crezca.