Un largo y cálido verano... (de récord para el turismo)

j. a. bravo MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Gorka Estrada | EFE

Algo más de tres millones de clientes dejaron de alojarse en el Gran Hotel España entre 2005 y 2010. Aquello es ya historia

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La gallina de los huevos de oro de la que tanto se hablaba antes de la crisis para representar a la industria turística perdió peso durante los años de caída económica y el cambio de década, al pasar de los 55,9 millones de llegadas de viajeros extranjeros en el 2005 a solo 52,7 millones en 2010. Algo más de tres millones de clientes dejaron de alojarse en el Gran Hotel España en un solo lustro. Aquello es ya historia.

El país ha encadenado tres años consecutivos de récord en las llegadas y el 2016 será más que presumiblemente el cuarto. Lo dice el Gobierno y el propio sector no le lleva la contraria. Hasta mayo, según los últimos datos del INE -que se hizo cargo de la estadística en octubre-, recibió 25,2 millones de turistas internacionales, un 11,4 % más que en los cinco primeros meses del 2015.

Las previsiones que maneja Exceltur, la alianza que agrupa a las principales compañías del sector, apuntan a que este año se superarán con creces los 74 millones de visitantes foráneos, frente a los 68,1 millones con que cerró el pasado ejercicio. El crecimiento estimado por este lobby para el 2016 llega a los 6,5 millones de personas, lo que a su vez proporcionaría un incremento de 2.700 millones en los ingresos del turismo.

Pero, ¿qué hay detrás de esos aumentos históricos? Lejos de caer en la autocomplacencia, las empresas del sector reconocen que mucho de ese éxito es «prestado». No es que hayan hecho mal su trabajo, pero por sí solo no daría tan buenos frutos. En Exceltur estiman que más de la mitad del crecimiento extra del negocio turístico en España (en concreto, el 56%) procede precisamente de una demanda «redireccionada» desde sus competidores mediterráneos.

«Redirección» de turistas

La incertidumbre creciente en países como Egipto, Libia y también Turquía, otrora paraísos del turismo de sol y playa, ha provocado que cientos de miles de reservas turísticas que aquellos recibían tradicionalmente se trasladen a otros destinos. Y España es uno de los que más ha pescado en río revuelto porque, «por fortuna -señala Josep Francesc Valls, profesor de márketing en Esade-, los grupos terroristas no han logrado que también sea vista por los viajeros como un país de alto riesgo».

Las cifras le dan la razón. De enero a mayo Turquía, Egipto y Túnez perdieron un millón y medio de turistas; de ellos, 1,3 millones terminaron yendo a España. Son cálculos que hacen en Exceltur, donde estiman que para el conjunto de 2016 esa demanda «prestada» de visitantes extranjeros llegará a los 3,7 millones que, a su vez, proporcionarían 1.500 millones de euros extra.

La tendencia del sector «ya era de por sí bastante buena», señala el vicepresidente de Exceltur, José Luis Zoreda, aunque lo decisivo para la revisión al alza de sus perspectivas ha sido esta «inesperada e indeseable circunstancia» de los «continuos episodios de inestabilidad en el Mediterráneo oriental». De hecho, el casi punto y medio en que aumentará el (PIB) turístico al final del año, un 4,4 % frente al 3 % que estimaban en marzo, se debe a la «redirección» de turistas.

Por eso las empresas no quieren tirar las campanas al vuelo, ni mucho menos. En el ‘lobby’ turístico hablan de un «atípico» ritmo de crecimiento que se ha «consolidado» en los últimos meses, y que hay que «contemplar con cautela».