¡Muerte a la austeridad! ¡Viva el populismo!

ECONOMÍA

Los británicos que han decidido la salida de su país de la Unión Europea son aquellos que no tienen nada que perder porque no tienen nada. Ni tan siquiera un trabajo digno

03 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El miedo es libre, y de él no se escapa ni tan siquiera la todopoderosa Bruselas, que lleva años olvidándose de que la ciudadanía vota con los sentimientos. Los británicos que han decidido la salida de su país de la Unión Europea son aquellos que no tienen nada que perder porque no tienen nada. Ni tan siquiera un trabajo digno.

El resultado del referendo abofeteó la cara de los políticos europeos, a los que les recordó que en democracia ellos no tienen la última palabra. Saben que el euro puede morir y la Unión Europea con él. Así que, nada más conocer el resultado de la consulta, se pusieron a maniobrar para poner remedio a una situación que provocará el debilitamiento de Europa frente a las economías mundiales. Sin embargo, y pese a la intensidad del daño, hasta el momento solo hemos vuelto a ver -al menos de cara a la galería- a los dirigentes del selecto club europeo echarse los trastos a la cabeza. Como en los mejores divorcios: que si coge la maleta y vete, que si yo no quería haber llegado a este punto, que si eres un impresentable, que si la culpa es tuya.... Ni tan siquiera han comenzado a hablar del régimen de visitas de la separación. Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Se van a reconciliar? No, pero la sangre no llegará al río ya que el impacto de la salida del Reino Unido de la UE será limitado. Casi nada cambiará. No le interesa ni a unos ni a otros. ¿Será en la práctica el brexit un remain con matices? Todo parece indicar que sí. A nadie le conviene una decisión traumática. Habrá que elegir si el Reino Unido seguirá el modelo de Noruega (contribuiría a los fondos europeos, garantizaría la libre circulación de personas y acataría la legislación comunitaria con escasas excepciones); se optaría por el modelo de Suiza (accedería al mercado a través de un acuerdo aduanero), o se apostará por un acuerdo de comercio en el que el Reino Unido sería tratado como un tercer país en un pacto que no incluyese los servicios.

En tanto que tomen la decisión, los mercados financieros de todo el mundo han revelado algún secreto: los políticos tienen que frenar los populismos -hay votaciones importantes en Italia y en Francia en unos meses-; luchar contra la reacción antieuropea que ha provocado Bruselas con sus políticas de austeridad. No se trata que Alemania se sienta obligada a tirar la casa por la ventana, pero si pretende que la UE siga existiendo no le va a quedar más remedio que apostar por una mejora del nivel de vida de los ciudadanos.

Las reformas que vienen

Toda vez que el riesgo sistémico del brexit ha quedado acotado, desde la perspectiva de España queda por conocer la profundidad de las reformas que se avecinan. Del cajón saldrá el devenir de las pensiones y la situación de la deuda, que lastra el crecimiento futuro. El pacto entre partidos parece que será obligado en un problema como el endeudamiento, una rémora para próximas generaciones. Lo que está por definir es si la solución pasa por una subida de impuestos de cuatro o cinco puntos a riesgo que la economía deje de funcionar. Ese es el reto.

sofia.vazquez@lavoz.es