El secreto está otra vez en la Bolsa

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ANDREA COMAS | REUTERS

Telepizza regresa hoy al parqué tras más de 9 años de ausencia. Se estrena Dominion, filial de Cie Automotive

27 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha pasado casi un año desde la última vez que una compañía se vistió de largo en la Bolsa española. Al margen claro, de los estrenos en el Mercado Alternativo Bursátil -para qué en engañarnos-, de mucho menos relumbrón. Y de golpe y porrazo, esta semana llegan tres nuevos actores al parqué. Dos, hoy mismo; y el otro, pasado mañana. Dos, viejos conocidos de los inversores; y el otro, un novato en toda regla.

Se trata de Telepizza, Dominiom (filial de Cie Automotive) y Parques Reunidos. De todas, es el reestreno de la cadena de comida rápida, la operación que más expectación ha levantado. Y la de mayor importe: una colocación de acciones viejas (OPV) y una ampliación de capital (OPS) con la que la empresa pretende levantar unos 550 millones de euros. Su destino, enjugar la pesada losa de deuda que luce al cuello.

El precio al que regresa a la Bolsa, 7,75 euros, supone valorar el 100 % de la compañía que pilota Pablo Juantegui en unos 800 millones de euros, casi la misma capitalización que tenía cuando fue excluida del mercado por decisión de la familia Ballvé y el fondo Permira. De aquello han pasado más de nueve años; y del verdadero debut bursátil de la empresa de El secreto está en la masa, casi 20. Llegó al parqué de la mano de su fundador, Leopoldo Fernández Pujals, el hombre pelotazo, en noviembre de 1996. Y causó furor entre los inversores. Tanto es así que, en menos de 2 años, las acciones llegarían a revalorizarse un 1.000 %. Fue su época de mayo esplendor. Convertida en toda una estrella del parqué y en uno de los máximos exponentes del llamado capitalismo popular, la cadena de comida rápida llegó a valer 3.000 millones de euros.

Y, mientras el negocio no paraba de crecer. Era esa una de las mayores obsesiones de Pujals. En la exclusiva urbanización madrileña de La Moraleja, donde la empresa tenía su sede, el lema «Hay que crecer» era omnipresente. Lo podía uno encontrar hasta en la sopa. Y pareciera que sus empleados lo llevaran marcado a fuego en la frente. «Crecer para que no te aplasten», repetía machaconamente el cubano -ahora con nacionalidad española- cada vez que tenía ocasión. Menos de tres años después, Pujals abandonaba el barco. Con los bolsillos bien repletos, como es costumbre en el empresario. Comenzó a desprenderse de sus acciones en 1999. A poquitos. Y con sus maniobras, hundió la cotización de los títulos. Culminó su espantá en octubre de ese año, cuando vendió lo que le quedaba (por aquel entonces poco más del 30 %), un 15 % por debajo del precio de mercado, a un grupo de inversores liderados por los hermanos Ballvé y la familia Olcese. Se embolsó 50.000 millones de pesetas. En los inicios de Telepizza había invertido 350.000 pesetas. Años después repetiría éxito y pelotazo -palabra esta nada del gusto de Pujals- con Jazztel. Pero esa es otra historia.

Un paquidermo en el parqué

Tanto o más vívido es el recuerdo que guardan los habituales de la Bolsa del paso del otro reincidente, Parques Reunidos, por el parqué. Aunque por motivos bien distintos. Quisieron los responsables de la compañía dar la campanada -nunca mejor dicho- en su debut en el mercado, en mayo de 1999. Y ni cortos ni perezosos se llevaron a Clarisa al estreno. Una elefanta de dos toneladas que debía haber posado para la foto de familia de la compañía gestora de zoos y parques de atracciones, pero que, asustada por el tráfico y los flashes, acabó poniendo pies en polvorosa, derribando en su huida una farola y alguna que otra señal de tráfico. Tal fue el alboroto, que tuvo que ser abatida con dardos tranquilizantes por sus cuidadores y acabó tumbada a las puertas de la Bolsa de Madrid, en la madrileña plaza de la lealtad. Premonición del batacazo que cosechó la empresa en su accidentado estreno en el parqué.