Juicio final a los zombis de hormigón

G. L. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La entrada en vigor de la Lei do Solo da más poderes a los concellos para sancionar e incluso llevar adelante derribos que los promotores también ven inevitables ante la inviabilidad de algunos proyectos

25 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Son la huella más visible de la crisis, especialmente en las ciudades y en las grandes poblaciones turísticas de la costa. Moles de hormigón a medio rematar que sobreviven en estado zombi, afeando el paisaje urbano, desde hace casi un decenio. Principalmente, a partir del 2008, cuando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria provocó un reguero de insolvencias en el sector promotor y el abandono de decenas de proyectos a lo largo de toda la geografía gallega.

Una mancha que ahora se pretende limpiar dotando a los concellos de más poderes contra el feísmo. Antes ya tenían la capacidad de imponer sanciones en caso de que no se remataran fachadas o cubiertas, pero la potestad se convierte ahora en obligación, con la entrada en vigor el sábado de la Lei do Solo. Los ayuntamientos deberán perseguir estas prácticas, tanto en grandes bloques como en viviendas unifamiliares, y castigar a los promotores, con multas desde 1.000 a 10.000 euros, que pueden acumularse hasta un máximo de 25.000.

Y, aunque hay reticencias y críticas por cargarlos con nuevas responsabilidades sin dotarlos de más medios, parece que los alcaldes están dispuestos a coger el toro por los cuernos. A pesar de que las insolvencias de las constructoras dificultan en muchos casos determinar la propiedad actual de algunos de esos esqueletos de hormigón, algunos concellos de la zona de Barbanza han decidido, como primer paso, elaborar un censo para identificar los inmuebles inacabados y priorizar aquellos que requieren una actuación inminente. En otras localidades, como Cambados, van un paso más allá y creen que la nueva ley facilitará los trámites para promover el derribo de un inmueble que lleva quince años inacabado.

El de las demoliciones es uno de los debates que ha planeado sobre estas estructuras desde que estalló la crisis. Y sigue sin cerrarse. Tal fue el revuelo que causó en su día el plan de negocio de la Sareb, que en el 2012 anunciaba el derribo de parte de las promociones que adquirió a las entidades financieras rescatadas (incluso reservaba una partida de 100 millones para ello) que enseguida tuvo que matizar que solo se refería a bloques con un estado mínimo de ejecución o directamente ilegales. Consultado al respecto, en el banco malo aseguran que «no se ha contemplado el derribo de obras paradas» en Galicia. Nada que ver con lo ocurrido, por ejemplo, en Irlanda, donde la gestora de activos inmobiliarios optó por echar abajo las conocidas como «promociones fantasma».

Y, aunque parece que la opción del derribo sigue siendo un tabú, los promotores conceden que puede ser una opción inevitable, sobre todo en ubicaciones «donde no se debió empezar a construir nunca», concede Juan José Yáñez, secretario general de la Federación de Promotores, que ve en la ubicación la clave de la viabilidad de estas promociones. «En municipios con demanda de primera vivienda, si el edificio está bastante avanzado y la estructura cubierta, lo más lógico y eficiente desde el punto de vista económico sería terminarlo». El problema, renovar una licencia que ya habrá caducado, sobre allí donde hayan cambiado los planes urbanísticos.

A nivel técnico, sería necesaria una inspección para determinar la situación de la estructura, «aunque lo lógico es que con un parón de 4 o 5 años no esté excesivamente dañada, al menos el hormigón», apunta Fernando Martínez, catedrático de Ingeniería de la Construcción en la UDC, que entiende que los problemas podrían surgir en «aquellas partes del edificio que iban a quedar en ambiente interior y que, por no cerrarlo, están en el exterior», especialmente piezas metálicas, por lo que sería necesario evaluar la corrosión antes de retomar las obras.

Con aportaciones de A. Gerpe, D. Cela, M. Alfonso, M. Cuadrado, M. Vázquez y M. Gago

Esqueletos que cobran vida: el banco malo ya ha rematado cuatro edificios en Galicia

Dos años después de deslizar la posibilidad de meter la piqueta en los edificios que ofreciesen menos rentabilidad, la Sareb cambió de estrategia y anunció, ya en el 2014, que le era más rentable meterse a promotor y rematar aquellas viviendas que, por su ubicación y su estado de ejecución, ya bastante avanzado, anticipasen un jugoso retorno económico para sanear el balance de la entidad.

Edificio terminado por la Sareb en la provincia de A Coruña
Edificio terminado por la Sareb en la provincia de A Coruña CÉSAR TOIMIL

En Galicia, los planes iniciales del banco malo pasaban por completar doce promociones, siete de ellas en la provincia de A Coruña, que sumaban en total 295 viviendas, y el resto en Pontevedra, donde las obras para finalizar los inmuebles parados permitirían poner en el mercado 87 pisos. En el conjunto de España, la intención es recuperar 2.857 viviendas, con una inversión estimada en más de cien millones.

Para seleccionar las promociones estratégicas, la Sareb decidió concentrar los esfuerzos en edificios que, pese a estar inacabados, ya estaban muy avanzados, con un grado de ejecución de al menos un 80 %, aunque en algunos casos rozaba el 95 %.

Hasta el momento, según los datos actualizados por el banco malo, la entidad ya ha terminado cuatro promociones en la comunidad. Una de ellas, en la provincia de A Coruña, con doce viviendas, y otras tres en otras tantas localidades de Pontevedra, que suman 62 pisos entre todas. Entre las ubicaciones, ciudades, municipios en expansión y localidades costeras.

«La estrategia de Sareb sigue pasando por identificar aquellas oportunidades que le permitan generar valor, y por ello la compañía analiza en todo momento la viabilidad de reactivar las obras paradas que posee», explican en el banco malo donde, de momento, no quieren ni oír hablar de derribos.