Inditex combate 250 sustancias nocivas en 28 laboratorios

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El control depende del Departamento de Responsabilidad Social Corporativa, sin cuyo plácet nada se vende

09 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con 28 laboratorios repartidos por todo el mundo trabaja Inditex para saber si sus productos tienen alguna de las 250 sustancias consideradas prohibidas. Dos de estas instalaciones están en Galicia, en Lugo y A Coruña. Javier Sardina, asesor científico de la compañía, explica que el departamento de Responsabilidad Social Corporativa (CRS) es «el odiado» dentro del grupo porque no se comercializa ninguna colección, ni una sola prenda, sin que haya pasado el control del laboratorio. Todos ellos externos.

En las instalaciones de SGS, ubicadas en el polígono industrial de Pocomaco (A Coruña), se hacen cada año 29.500 ensayos de 2.100 prendas. Es un laboratorio de proximidad dedicado fundamentalmente a las prendas fabricadas en Portugal y en España.

Como ocurre en el mundo científico, todo se mide milimétricamente. Los tubos de ensayo tienen disueltas cada una de las sustancias que componen los tejidos de aquella camiseta que se va a poner a la venta en horas. No puede contener formol, ni arulamines, ni fenol, ni cadminum, ni lead, ni mercurio, ni un sinfín de componentes que se detallan en un gran panel expuesto en la parte central de la sala de laboratorio.

¿Qué cantidad de estos productos puede encontrarse en un elemento que se vaya a comercializar? ¿Cero? No. Pero prácticamente. Porque desde el laboratorio informarán negativamente de aquella prenda o tejido que tenga cualquier elemento nocivo que la máquina sea capaz de detectar. En algunos casos, los límites marcados por la multinacional son cuatro veces inferior a lo legalmente establecido. ¿Establecido por quien? Por los países más exigentes.

Javier Sardina explica, como si de una clase de química se tratase, que en los laboratorios «se busca lo que está regulado y lo que da problemas». «Podemos encontrar otras cosas -añade-, pero no dan problemas». A preguntas de los periodistas -Inditex convocó el martes en Galicia a informadores de medios nacionales e internacionales con motivo de la presentación de resultados de este miércoles- recordó cómo en el Londres del siglo XIX se dieron los primeros cáncer industriales, de escroto, que sufrían los deshollinadores; y que en España hace unas décadas se sufrió el síndrome Ardystil. Los problemas de la llamada medicina industrial se detectan en las fábricas y, con posterioridad, se prohíben. El control en las prendas es máximo aunque sea imposible que se pueda trasladar un problema de este tipo de sustancias a la salud humana. No importa el gasto que genere este tipo de controles porque, según explica el experto, por encima de todo está en juego la imagen de la multinacional y, por lo tanto, su futuro. Clear to wear es el nombre del programa que ha desarrollado Inditex con estos estándares internos de salud, seguridad y sostenibilidad del producto. Se comenzó a trabajar en él en el 2004, y en el 2006 se realizó la primera reglamentación. A ella tienen la obligación de adaptarse los 1.625 proveedores directos que tiene la compañía en más de 50 países. Tienen que dar la información completa de dónde y con quien realizarán las prendas. Una cazadora, por ejemplo, es fácil que esté realizada en seis países o áreas geográficas. Y todos los procesos y elementos son auditados y controlados. Desde el diseño, que bien puede ser en España, hasta las materias primas, que pueden provenir fácilmente de Egipto; los productos químicos, de Alemania; de Suiza, el proceso de tintura; la estampación, de Turquía; las cremalleras, de China; y la confección se haya hecho en el norte de África.

En una sala, al fondo del laboratorio, dos técnicos explican el proceso para determinar qué porcentaje de los distintos tejidos tiene una determinada prenda. Pesan o cuentan los hilos de una muestra y, con una solución química, provocan la evaporación por arte de magia de la fibra de poliamida. Luego una resta basta para saber el porcentaje de algodón y fibra artificial que tiene una prenda. Al lado, una máquina es capaz de determinar la durabilidad de un tejido. E incluso establecer si acabará teniendo o no las típicas bolitas. Si se trata de cachemir se forman, pero se caen. Si es viscosa y poliéster, permanecerá.