Galicia apenas capta el 0,43 % de la inversión foránea

m. b. SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

En los once primeros meses del año pasado, la comunidad apenas atrajo 68 de los 15.763 millones de todo el estado

01 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Año tras año, la captación de inversión extranjera en Galicia se mueve en cifras raquíticas. La comunidad sigue siendo un territorio poco atractivo para los inversores, como lo demuestra el que, en los once primeros meses del pasado año, según los últimos datos actualizados por el Ministerio de Industria, apenas atrajo 68 de los 15.763 millones de todo el estado, lo que equivale a solo el 0,43 %. Un porcentaje que se sitúa muy por debajo del peso que tiene la economía gallega en el conjunto del país.

Con la excepción de Madrid y Cataluña, los dos grandes polos de atracción, la escasa inversión extranjera es un mal que sufren el conjunto de las comunidades, aunque con diferentes grados. Galicia se situaría en el furgón de cola.

Si se analizan los datos de las últimas décadas se observa que, desde 1995, no se han superado los 75 millones de euros de inversión en más de la mitad de los años. Y cuando se ha pasado de esa cifra, con oscilaciones más bruscas, ha sido por adquisiciones o ampliaciones de capital, tal y como ocurrió con Pemex y Barreras en el naval, o con Banesco y NCG, la entidad financiera surgida de las extintas cajas gallegas. Aumentar una participación en una sociedad o comprar una empresa computan como una inversión extranjera. Sin embargo, no es lo mismo que abrir una industria o crear una empresa desde cero, sobre todo desde el punto de vista de aumentar la producción y crear nuevos puestos de trabajo. Dicho de otra forma: Galicia atrae muy poca inversión extranjera, y encima la que capta es la menos interesante en términos productivos.

Esto estaría relacionado con la crisis económica. Y cómo se han aprovechado oportunidades a precio de saldo. Pero el balance de la comunidad de las últimas décadas invita a pensar que la autonomía tiene problemas con su competitividad.

De ahí que, tal y como muestran los informes de la Comisión Europea, resulte necesario avanzar en la mejora de algunos indicadores, como el grado de penetración de las tecnologías de la información y la comunicación, la calidad de un mercado laboral singularizado ahora por los bajos salarios, el grado de coordinación de las infraestructuras de comunicación y, sobre todo, el esfuerzo público y privado en el gasto de innovación, muy menguado en los años de crisis.